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Poesía

La marea íntima de Lostalé

La estación azul, obra clave de uno de los grandes difusores del quehacer poético

Javier Lostalé , (Madrid, 1942), ha visto correr mucha agua, tanto procelosa como en calma, bajo el puente de la literatura y la poesía. Tiene mucho de sabio prudente que sabe conceder el valor y el tempo preciso a las palabras y los silencios. Lostalé es, sin duda, una de las personas que más ha contribuido a la difusión de la poesía en castellano, desde espacios radiofónicos como "El ojo crítico" o "La estación azul". Precisamente este último es el título del libro de poemas que se acaba de reeditar aumentado. La estación azul es la voz interior como sujeto poético admirando y paladeando el mundo, atravesando la pupila de los otros. La proclamación pública de la intimidad.

Hay en La estación azul una inclinación natural de volcar el interior en el exterior, un yo que cede para depositarse en los otros. "Se trata, como señala el poeta Jaime Siles, de un lirismo solidario, de una salida al encuentro con los otros desde la tensión lírica del yo. Un camino que pasa por hacer que me habiten los ausentes, que "nunca cicatrizan dentro de nosotros"; por la toma de conciencia de que "todos vivimos en la frontera, a un paso de la felicidad y a otro del abandono y el desamparo", afirma el autor, para quien su escritura es un intento de "por tomarle la temperatura a la inocencia, a las lágrimas, al beso, a la maternidad...; por pronunciar la palabra renuncia entrañada en nuestra madre; por escuchar el latido del remordimiento o de la pobreza. Son los otros los que respiran dentro de mí, mientras el yo se apaga para tener conciencia de cómo los otros nos van haciendo, me van construyendo".

Subyace, también, la necesidad apremiante de habitar, de tener un nombre sobre el que se sustente con entereza la historia. "El nombre, la biografía que nos prestan los demás, sobre todo el ser amado. Sólo el que ama tiene historia".

La estación azul está compuesto por poemas en prosa, en cuanto a las diferencias en relación al verso propiamente dicho a la hora de concebir la creación poética. "Únicamente se diferecnia en la disposición sobre el papel, en nada sustancial, por eso debemos hablar de poema en prosa, y no de prosa poética que es otra cosa. El poema en prosa es poema tanto como la poesía convencional. Si pensamos en el autor, el acto de creación es semejante en ambos casos: el mismo voltaje de las palabras, la misma búsqueda de lo esencial, la misma tensión interior en el movimiento de la mano, el mismo transitar por la realidad yendo más allá de lo que se ve, la misma aspiración (consciente o inconsciente) de eternidad. Y si atendemos al lector, éste debe leer con el grado de concentración que exige la poesía, y sentir sus efectos como si fueran relámpagos, un instante iluminadores de su vida", explica Lostalé.

Por las sabias manos del escritor madrileño han pasado multitud de poetas de diferente tiempo y de acentuadas divergencias estilísticas, como excelente conocedor del panorama poético español en las últimas décadas, apunta lo siguiente:"La poesía evoluciona conforme evoluciona el tiempo histórico, lo que no contradice que sea única la escrita por cada poeta, de ahí que, como tantas veces se ha dicho, la clasificación por grupos o generaciones tiene un carácter meramente didáctico. Claro que hay momentos en que la conciencia social se acentúa, y ello se refleja en la creación poética; otros en que se pone el acento en el lenguaje. Tradición y vanguardia no son para mí conceptos enfrentados, sino que creo que toda verdadera vanguardia, para ser duradera, no debe prescindir del conocimiento y asimilación de la tradición: eso sí renovada. En cuanto a las obsesiones, que yo traduciría como temas eternos, son los mismos de siempre: el amor, la muerte, el paso del tiempo..."

Para Lostalé, el periodismo cultural se encuentra en la encrucijada "de no distinguir a veces de la verdadera creación de lo que no es, de la necesidad de tomar conciencia que en la información cultural es la obra lo único que importa, y no la vida del autor; que hay que huir también de todo el espectáculo que a veces acompaña a las manifestaciones culturales. Y si de haber crítica se trata, ésta debe siempre dirigirse a crear apetito lector. Dicho esto existe también un periodismo cultural en distintos medios, tanto de prensa escrita como orales, de gran calidad, con nombres como los de Antonio Lucas, Javier Rodríguez Marcos y Jesús García Calero, los tres poetas. Y programas radiofónicos que son un ejemplo de rigor y de vida encarnada". En su tránsito entre la poesía y su trabajo profesional, Lostalé hace una apología del oficio reconocido y reconocible: "El respeto y el amor al lenguaje siempre deben guiar al periodista cultural".

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