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El guardián extranjero de un Japón que se desvanece

El estadounidense Alex Kerr llegó por primera vez a Japón en 1964. Tenía doce años. Desde entonces, con idas y venidas a Occidente que incluyeron estudios en Oxford, su vida ha girado en torno al archipiélago de "la vaguedad y la incertidumbre". Pocos años después de su llegada, la sociedad japonesa empezó a vivir las aceleradas mutaciones que habían de convertirla en la segunda potencia mundial. Con el dinero llegó, claro, la destrucción del Japón tradicional y la herida que ha convertido a Kerr en guardián extranjero de un legado milenario y en gran rehabilitador de espacios tradicionales. Japón perdido, escrito en 1993 y revisado en 2015, es el testimonio de lo que fue, de cómo se perdió y de los esfuerzos por conservar lo que pervive. Un texto arrebatador, mitad memorias, mitad manifiesto, que gira en torno a la vivienda tradicional, la caligrafía, el kabuki o el coleccionismo de antigüedades.

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