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Cuando el caos alumbra el fracaso y la historia trágica se repite

La desorganización y el caos alumbran el fracaso de los diez días en que Oviedo estuvo en manos de los sublevados con tres comités revolucionarios sucesivos al mando: el primero exclusivamente socialista, el segundo formado por comunistas y socialistas, el tercero, únicamente, por comunistas. Chaves Nogales cuenta cómo a lo largo de aquellas dos semanas de octubre, en cada pueblo los guardias rojos de la revolución defendían un tipo de Estado absolutamente distinto. "En Sama, por ejemplo, se implantó el socialismo integral. A tres kilómetros de allí, en La Felguera, lo que triunfaba era otra cosa: el comunismo libertario". Pla vuelve a la ironía para explicar que en los lugares donde triunfó la sublevación se vivió gratis ya que los vales distribuidos por los revolucionarios entre las familias para recibir a cambio alimentos, ropas o servicios, jamás los cobraron los tenderos cuando más tarde los presentaron a las autoridades militares exigiendo el pago.

Sin que tuviera nada que ver con la revolución social pero en el mismo contexto de la sublevación, el 6 de octubre Lluís Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán dentro de la república Federal Española. Pla explicaba en una crónica la insurrección nacionalista de una manera que invita a establecer paralelismos políticos entre octubres desdichados: "Los hombres de Esquerra, que gobernaban en la Generalitat de Cataluña, a pesar de la magnífica posición de privilegio de que disfrutaban dentro del régimen, privilegio que no había conocido nunca ningún partido catalán, han creído que tenían que ligar su suerte a la política de los hombres más destructivos, más impopulares y odiados de la política en general. Se han equivocado, y lo han pagado caro. Han comprometido, sobre todo, lo que tendría que haber sido sagrado para todos los catalanes de buena fe: la política de la Autonomía, el Estatuto de Cataluña. No nos corresponde a nosotros emitir un juicio histórico sobre esta oligarquía que desaparece. Diremos sólo que Cataluña sigue con su historia trágica, y que sólo eliminando la frivolidad política que hemos vivido últimamente se podrá corregir el camino emprendido".

Los sucesos en Asturias, como explica Pla, se convertían en el final implacable de un proceso iniciado tres años antes por la burguesía y los políticos, del mismo modo que Macià marca un retroceso en la política catalana que, como se ve, perdura.

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