Esta es la historia, nunca contada en castellano, del hombre eclipsado por su criatura. El irlandés Bram Stoker (1847-1912), de cuyo nacimiento se cumplieron 170 años en noviembre, es en efecto la víctima más notoria del éxito de Drácula, novela en la que trabajó siete años y que publicó hace 120. Apasionado del teatro y de la poesía de Whitman, Stoker bebió de la novela gótica, la pasó por el tamiz de la novela de sensaciones ( Wilkie Collins) y arrancó a sus personajes de los tiempos oscuros para insertarlos en la cotidianeidad de un fin de siglo marcado por el mesmerismo, el ocultismo y la tecnología. El resultado es que su Drácula, eclipsado a su vez por las versiones cinematográficas que el autor de esta biografía tan certeramente analizó en Hollywood gótico (Es Pop), nunca ha dejado de ser éxito popular y, desde hace años, figura en todos los cánones. Ahora, al fin, también Stoker goza de su propio panteón.
