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Tinta fresca

Cuando "Vienen mal dadas"

Laura Gomara crea un personaje memorable en una novela rotunda

No está siendo un buen año para Ruth. Trabajos a tiempo parcial que apenas dejan mil euros en su cuenta doliente. Hipoteca sangrante más gastos. Presupuesto para diez días: un billete de diez. Los bancos acechan y ella sobrevive como puede. Al borde mismo de la miseria. Pero no es de las que se rinden. ¿Por qué? Vienen mal dadas. El título de esta excelente novela de Laura Gomara (la primera, y es fácil aventurar que vendrán más: una narradora exigente y rotunda pide paso) deja bastante claro que vamos a visitar el lado oscuro de la vida. La Barcelona que no sale en las postales. La ciudad donde el peligro se siente a gusto y las calles huelen a fatalidad según con quién las crucemos. A Ruth le hacen una propuesta inquietante: dinero a cambio de un delito. ¿Quién? Hugo Correa, el líder de una banda de atracadores que...

Hasta ahí puedo leer. Ahora vamos a hablar de semillas con la autora. Siempre les dice a sus alumnos "que estén atentos a su entorno, porque cualquier idea, cualquier chispazo en el autobús, en la calle, en un bar, puede ser la semilla de una novela. Vienen mal dadas surgió de dos de estos momentos semilla, que se unieron para formar la extraña relación que hay entre Ruth Santana, la Flaca, y Hugo Correa, el Gallego". Rebobinemos: "En 2013 mi calle, en el barrio de Sants de Barcelona, se llenó de gente durmiendo en los cajeros automáticos. Esas personas siguen ahí, pero ahora les han cerrado los cajeros y la mayoría duerme al raso, refugiados en los huecos que crean los escaparates. Ya nadie habla de ellos, pero entonces yo los veía desde mi ventana, iluminados por las potentes luces del cajero, y empecé a imaginar su historia, sus vidas. Estoy segura de que las imaginé mucho más amables de las que han vivido en realidad. Así surgió la banda de Correa, que se dedica a atracar los cajeros en los que hasta hace poco pasaban las noches".

La segunda semilla fue "algo que me pasó a mí. Por esas fechas viví una escena muy parecida a la que le sucede a Ruth en el primer capítulo de la novela. Cuando salí del local, le di muchas vueltas a lo que me había pasado y decidí que escribiría un cuento sobre ello. Ese cuento fue creciendo, se alejó completamente de mí, el personaje tomó un nombre corto y áspero, Ruth, y se cruzó en su camino la banda de Correa. Tal vez para salvarla, tal vez para acabarla de hundir".

Luego llegó la trama: "Los incendios, las bombas, los planes que no funcionan, la policía, los narcos. Lo que los griegos llamaban peripecias. Aunque todo eso es lo de menos. Porque la historia que quería contar era la de una persona que se ve empujada por las circunstancias a hacer algo que jamás hubiera pensado que haría. Por eso han dicho que esta es una novela sobre la moral. Que plantea la pregunta, ¿y tú qué harías? O, ¿estás seguro de que esos son los malos?

También es "una historia que habla de las consecuencias de nuestros actos. Porque no lo olvidemos, Correa y los suyos son los malos, y sus acciones pueden tener consecuencias que, como lectores, no les desearíamos".

Qué personaje, Ruth, depilada y traspapelada en la vida. Y Correa, digno de Juan Marsé. Y qué secundarios tan bien dibujados. Y cómo vibra Barcelona pulsada por Gomara.

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