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Bloc de notas

Amnesia que destruye la memoria

La historia de una familia europea contada por Géraldine Schwarz, que alerta sobre la amenaza del populismo

La historia no se repite pero sí los mecanismos sociopsicológicos que operan en ella y que en un contexto de crisis nos empujan a ser cómplices de cierta decadencia moral. De ello escribe Géraldine Schwarz (Estrasburgo, 1944), periodista francoalemana, que creció en Francia y vive en Berlín. Su abuelo francés era policía bajo el Estado de Vichy. Su abuelo alemán, miembro del partido nazi se aprovechó de la arianización y compró una empresa judía a un precio ridículo en 1938 a sus dueños los Löbmann, más tarde asesinados en Auschwitz. Con los años, hurgando en la vieja correspondencia familiar de Mannheim entre el propietario y su antepasado descubrió una realidad aterradora que la llevó a investigar en la influencia de cada uno en el curso de los acontecimientos que llevaron a los alemanes a salir de su amnesia y reconocer la carga de la culpa. Por medio de ello se llega a la conclusión de que sin la complicidad de los "mitläufer", como su abuelo, que caminaron a favor de la corriente imperante, el III Reich no hubiera podido cometer crímenes de la magnitud que se cometieron con Hitler. La responsabilidad individual ha ejercido un peso importante en el trabajo dispensado por la memoria después de la guerra en un país que sufrió la doble experiencia nazi y comunista.

El heredero del propietario judío de la empresa que su abuelo adquirió aprovechándose de la arianización, reclamaría más tarde a Karl Schwarz pagos de reparación por la venta forzosa. El abuelo se negó a ello demostrando lo complicado que resultó ser para la República Federal asumir la injusticia llevada a cabo. En Los amnésicos, que se publicó en 2017 y vio la luz en español a finales de 2019, Géraldine Schwarz indaga en la historia familiar que cubre tres generaciones hasta desembocar de en lo pernicioso de los riesgos de la desmemoria en un momento, además, en que los populosos de corte neofascista amenazan a las democracias liberales y a la convivencia en el viejo continente. Una vez más, se podría decir. La conexión de sus antepasados alemanes y franceses, junto con el desgarro de los Löbmann, le sirven para examinar el proceso exculpatorio e inculpatorio en Francia y Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial y la resaca que dejó hasta los tiempos actuales.

El relato es el de una periodista que trata de reconstruir los hechos desde un punto de vista que no le es ajeno por sentirse ella misma implicada en sus lazos carnales, solo falla cuando se excede imaginando los sentimientos y la gestualización de los personajes para intentar darles vida. La ficción no es tan efectiva en Schwarz como la labor documentalista ni las digresiones de la propia autora de Los amnésicos cuando invita a los lectores a reflexionar sobre lo ocurrido y lo que pudiera llegar a suceder en este contexto nuevo donde operan los viejos mecanismos sociopsicológicos de entonces. Schwarz pone el foco en Italia y Austria y, en ocasiones, pretende ser tan clara en su exposición que puede parecer que sus análisis carecen de profundidad. Son, digamos, algo planos como el camino por el que a veces transcurre la historia que nos cuenta. Todo ello sin dejar de ser Los amnésicos un relato oportuno y eficaz para alertarnos sobre el peligro de convertirse en cómplices de cualquier decadencia moral. En ese sentido, ejercitar el trabajo de la memoria resulta imprescindible para vencer la amnesia que la está destruyendo. Una lectura, en cualquier caso, más moral y pedagógica que literaria.

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