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Incondicionalmente directa

El compromiso con la claridad de la Nobel Louise Glück

Louise Glück

El lenguaje de Louise Glück, premio Nobel de Literatura 2020, ha sido definido como "incondicionalmente directo", lo que quiere decir no solo que la poeta norteamericana es clara cuando escribe, sino que está comprometida con serlo. O que le resulta imposible no serlo. El comentario fue hecho en referencia a uno de sus poemas más conocidos, "Mock orange", incluido en The triumph of Achilles, el libro que la hizo merecedora del Premio Nacional de la Crítica en 1985, desgraciadamente aún no traducido entre nosotros. En ese poema Glück escribe, en referencia a las flores del título: "Las odio. / Las odio como odio el sexo, / la boca del hombre / sellando mi boca, el paralizante / cuerpo del hombre- / y el llanto que siempre se escapa, / la baja, humillante / premisa de la unión". Es decir, de la cópula. El poema, un himno feminista antologado innumerables veces, termina: "¿Cómo puedo descansar? / ¿Cómo puedo estar satisfecha / cuando ese aroma / está todavía en el mundo?". Solo conozco un texto tan turbador sobre las obligaciones contractuales (en su vertiente carnal) de la vida en pareja: "La cuestión matrimonial", de la sueca Sonja Åkesson: "Ser esclava de Hombre Blanco. // Parir hijos de Otro Hombre. / Parir hijos de Hombre Blanco. / Hombre Blanco ocuparse de todo / mantener a todos los hijos. / Jamás poder pagar Gran Deuda / a Hombre Blanco". La diferencia es que Åkesson se distancia de lo que cuenta mediante el empleo de la parodia, mientras que Glück ni siquiera se molesta en ser irónica para aliviar su sentimiento de repugnancia.

En "Mock orange", la premiada con el Nobel de Literatura de este año ofrece una muestra muy acabada de ese compromiso con la claridad que no es superficialidad ni costumbrismo, sino decantación y precisión (rayando a veces en lo descarnado, pero más a menudo en lo átono), y que convierte en "universal la existencia individual", como acertó a destacar el jurado que el pasado jueves le concedió el máximo galardón de las letras al elogiar la "austera belleza" de su voz (autobiográfica, al menos, en su traza).

Porque en los poemas de la estadounidense habla casi siempre un yo que, si no es el de la autora, se nos da configurado como tal. De ahí que estos días se le haya adjudicado apresuradamente el membrete de confesional, pese a la distancia que separa su trabajo de la terapia catártica y liberadora de, pongo por caso, una excelente poeta de su misma generación: Sharon Olds. Y cuando quizá su poesía no sea otra cosa que una ficción personalizada que, como la Academia Sueca detecta, aspira a tocar lo universal desde lo particular en asuntos como las relaciones de pareja, el vínculo maternofilial, el aislamiento y la soledad, y viviendo en un mundo por el que nadie vela desde las alturas (aunque, de haber alguien o algo morando allí, ella tampoco podría creer en su existencia). Digo esto último a propósito del magnífico El iris salvaje (1992, premio Pulitzer), donde urde una compleja polifonía lírica a la manera de Masters en Antología de Spoon River, con flores en vez de difuntos preguntándose por el sentido de sus vidas, y la sombra de Emily Dickinson ayudándola a ajustar cuentas serenamente, sin altercados ni mala baba, con la divinidad huida y propietaria del jardín.

La obra de Glück está ampliamente difundida en España: hasta siete títulos de su catálogo ha publicado hasta ahora la editorial Pre-textos, pero incidiendo -tras el debut en castellano que supuso "El iris salvaje" y con la excepción de Ararat (1990)- en el último tramo de su trayectoria, desde Praderas (1997) hasta Una vida de pueblo (2009). Aún quedan por salir su último libro, Faithful and virtuous night (2014) -del que hay versión en catalán-, y las colecciones anteriores a "Ararat", más volcadas en lo mítico que en lo tenido por confesional, entre ellas el citado "The triumph of Achilles", que desde aquí animamos al sello valenciano a traducir cuanto antes.

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