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El final que nunca llega

Branco Milanovic clasifica los distintos modelos del sistema y su futuro en Capitalismo, nada más

Branco Milanovic.

Aunque tiene antecedentes remotos, hasta el punto que hay quien hunde sus raíces en la naturaleza humana, el capitalismo forma parte de la definición de la modernidad y puede decirse que se ha adueñado de la sociedad global en su tránsito histórico, con un dominio completo sobre la actividad productiva, regulando cada vez más las relaciones sociales e imprimiendo sus valores en el comportamiento de los individuos. Al mismo tiempo ha sido objeto de impugnación moral, rechazo social y una acerba crítica. Han sido reconocidos sus méritos en la creación de riqueza y se han reprochado sus efectos sobre la desigualdad y la dignidad del ser humano. Mezclando la realidad y el deseo, desde una perspectiva complaciente se le ha querido otorgar perennidad por su aportación al bienestar y el progreso de la humanidad, y desde otra actitud, contraria y beligerante, se ha emitido una sentencia que lo condena sin paliativos. Tan pronto se le ha encumbrado a la cima del sistema económico sin rival, como se ha profetizado su crisis terminal, señalando incluso un plazo o una fecha.

En su existencia ya de siglos, el capitalismo ha sobrevivido en varios momentos críticos a su anunciado fin. Porque casi desde su fundación, en un lugar y una época sobre los que los historiadores no acaban de ponerse de acuerdo, lo que no ha podido evitar el capitalismo ha sido verse sometido a un escrutinio constante, inquisidor y suspicaz. Sin embargo, hasta sus más firmes detractores le reconocen una capacidad inigualable para innovar y reinventarse, o filtrarse en cualquier entorno geopolítico. Por eso, el capitalismo se ha propagado por todo el orbe, ha evolucionado sin parar y muestra tantas caras diferentes sin dejar de ser él mismo. Su mayor contrincante en el siglo pasado, el socialismo, ha sucumbido a su carácter expansivo en apariencia de manera definitiva.

Branco Milanovic fue economista del Banco Mundial y es profesor universitario, autor entre otras obras de "Los que tienen y los que no tienen", un estudio muy documentado de la desigualdad social, tema en el que es un experto de gran reputación internacional. Motivado por el postulado del "fin de la historia" que formuló Francis Fukuyama tras la caída del muro de Berlín, y apoyado en una exhaustiva información empírica, en este libro desmenuza un análisis del itinerario seguido por algunos de los aspectos más sobresalientes que percibe en los cambios en curso del capitalismo. Así, calibra las posibles consecuencias políticas del nacimiento de una clase media global parejo a su hundimiento en algunos países, plantea los dilemas que suscita la inmigración, hace proyecciones de la problemática a la que se enfrenta el estado de bienestar, combate el pesimismo con que se recibe la robótica en el mercado laboral o se alerta del agotamiento de los recursos productivos, y evalúa la propuesta de una renta mínima. Especial atención, por su originalidad e interés, merecen los argumentos que expone a propósito del papel histórico del comunismo en relación con el capitalismo, del impacto que observa de las tendencias recientes del capitalismo en la institución matrimonial, la conveniencia de procurar cierta normalización de la corrupción y el enlace siempre tenso entre el capitalismo y la democracia.

Milanovic distingue seis modelos de capitalismo: el clásico del siglo XIX, el socialdemócrata de la posguerra mundial, el meritocrático liberal surgido en Estados Unidos en la primera década del siglo XXI, el político, cuyo epítome es China, el popular y el igualitario. Los cuatro primeros son un hecho histórico, los dos últimos existen solo en el papel. Milanovic no está seguro de que el capitalismo vaya a ser eterno, pero tampoco prevé su pronto final. Entre líneas del texto se vislumbra la posibilidad de que esté abriendo paso un sistema híbrido del liberal y el político, el americano y el chino, una combinación maleable de burocracia eficiente, corrupción limitada y un autoritarismo legal. La principal damnificada sería la democracia. Tal como la entendemos en Occidente no cabe en China y hay síntomas de que incluso nuestro compromiso con ella flaquea, por falta de tiempo, competencia o, lo que es peor, interés. Milanovic hace un repaso a fondo de los avatares del controvertido capitalismo con lúcidos y bien fundados argumentos. Sin una conclusión clara, lo que supone un incentivo para el lector, esté con los que homenajean a diario al capitalismo o con los que esperan ansiosos su relevo.

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