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Música

Factoría Zapico

Primera grabación en solitario de Daniel Zapico, con la tiorba como protagonista

Los hermanos Zapico son una de las gozosas realidades de la vida musical asturiana. Con enorme ímpetu han conseguido sacar adelante una trayectoria importante en el campo de la música antigua, un sector en el que existe competencia feroz y en el que no es nada fácil destacar. Ellos lo han conseguido con tesón admirable y son, por derecho propio, una de las referencias inexcusables en nuestro país y su trabajo ha sido reconocido de manera continua en los más diversos ámbitos.

Hace unos meses con su agrupación, Forma Antiqva, sacaron a la luz un trabajo discográfico centrado en la obra sinfónica de Vicente Basset que es, sin duda, una de las más significativas aportaciones del año que ahora termina al patrimonio musical español por lo que tiene de poner el foco en una obra hasta el momento muy orillada en los circuitos de las programaciones musicales.

Y, ahora, en el mes que clausura este tan olvidable 2020, Daniel Zapico sorprende con una nueva propuesta que se sale también de los cauces habituales y que busca, sobre todo, caminar por vías nuevas, arriesgadas, fuera de los estándares más confortables que suelen vertebrar las habituales grabaciones que nos encontramos en el ya estrecho mercado de la venta de discos.

En “Au Monde” la tiorba es la protagonista absoluta. Y lo primero que hay que decir es que nos revela algo que ya podíamos apreciar en las actuaciones con Forma Antiqva pero que aquí se muestra en plenitud: estamos con Daniel Zapico ante un tiorbista excepcional, un músico de primer rango. Una realidad luminosa, plena.

El disco permite un recorrido fascinante por la envolvente sonoridad del instrumento, atrapando al oyente con una serie de transcripciones de obras que, en su momento, fueron pensadas para clave, viola da gamba, guitarra o incluso la voz. La música del barroco francés deslumbra a través de autores como François de Couperin, Robert de Visée , Antoine Forqueray o Michel Lambert, entre otros. Tomando como punto de partida el manuscrito de Jean-Etienne Vaudry de Saizenay, el músico asturiano se lanza de lleno a transcribir obras de muy diferente procedencia en las que el virtuosismo, el refinamiento y la veta lírica del barroco francés son las notas predominantes. Zapico aporta su temperamento, audaz y a la vez pausado, sobre los temperamentos musicales. Se aventura sin miedo y su apuesta resulta, sin la menor duda, ganadora. Necesitamos más músicos así, inconformistas, y en los que la curiosidad venza a lo cómodo. Es difícil optar por una u otra obra, porque el corpus conjunto es lo que da valor a un trabajo imprescindible, bien pensado y ejecutado y, además, con una sensacional hechura en su presentación. Una enorme alegría musical en los días previos a la Navidad que compensará algo la ausencia en Asturias de la interpretación de “El Mesías”, por primera vez desde hace décadas.

Au monde

Daniel Zapico 

Alborada Editions 

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