Unas Navidades con la hipertensión disparada

Rotos (HarperCollins), de Don Winslow. Después de regalarnos en 960 pletóricas páginas esa obra maestra que es La Frontera, Winslow se toma un respiro en la distancia corta con Rotos, seis novelas cortas (o relatos largos, como se prefiera) que desarrolla y ejecuta con su contundencia habitual los temas que más le atraen. El infierno de la droga, las miserias de los corruptos, la luz inesperada de la nobleza y la lealtad que hace menos oscura la escena de la violencia. Winslow en estado puro con dedicatorias a Steve McQueen, Elmore Leonard y Raymond Chandler. Toda una declaración de principios. Con finales rotundos.

El largo río de las almas (Alianza de Novelas), de Liz Moore. Estamos en un barrio de Filadelfia corroído por la crisis de opioides. Dos hermanas. Una es una adicta (Kacey) que sobrevive en las calles. La otra es policía (Mickey) y recorre esas mismas calles con fines muy distintos. Kacey desaparece a la vez que se desencadenan unos asesinatos misteriosos. Adicciones peligrosas, vidas en el alambre y un poderoso vínculo familiar que arranca en la infancia marcan el paso de una novela extensa e intensa, de suspense bien graduado, personajes bien perfilados y descripciones de escenarios precisas.

El mercader de la muerte (Suma), de Gervasio Posadas. El periodista español José Ortega es testigo de excepción en la Europa de entreguerras. Tras (d)años de corresponsal en Berlín que dejaron su prestigio algo maltrecho, viaja a Mónaco para escribir un reportaje que le ayude a fortalecer su firma. En Montecarlo contacta con un enigmático millonario envuelto por una leyenda negra cuyos poderosos secretos tienen muchos pretendientes… Posadas traza un vigoroso retrato de una época intensa, con un narrador que se mueve entre el deber y la necesidad, mientras se suceden asesinatos en el mundillo de la alta sociedad de los años 30.

Fuego nocturno (AdN), de Michael Connelly. Harry Bosch y la detective Ballard unen de nuevo sus fuerzas en una historia que demuestra, un año más, la habilidad de Michael Connelly para construir tramas atractivas con un uso admirable de la tensión, diálogos premium y notable capacidad para ensamblar situaciones enérgicas con otras más reflexivas. Todo empieza con la muerte del mentor de Harry, John Jack Thompson, cuya viuda le entrega el informe de un asesinato que Thompson se quedó cuando se fue de la Policía de Los Ángeles 20 años atrás. ¿Lo robó Thompson para trabajar en el caso en su jubilación o para estar seguro de que nunca se resolviera? Buena pregunta. La respuesta alimenta una buena novela.

Susurran tu nombre (HarperCollins), de Alex North. Ocurrió varios lustros atrás: un psicópata (Hombre de los Susurros) aterrorizó al tranquilo pueblo inglés de Featherbank. Cinco niños fueron asesinados, pero solo aparecieron cuatro cuerpos. Y el asesino, encarcelado, nunca ha confesado dónde está. Un muchacho desaparece y todo parece indicar que la historia, y la histeria, intentan volver al presente. Cuando se vuelve a cometer un crimen con las mismas pautas que los ocurridos años antes, el invierno vuelve a abrir su caldera. Un thriller muy meditado que no inventa nada pero que maneja con soltura y eficacia fórmulas bien conocidas.