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El reñidero nacional

Eduardo González Calleja muestra con su ejemplar estudio de la violencia política el conflictivo paso de España a la modernidad

Cultura - Libros

Violencia es el empleo deliberado de la fuerza, o la amenaza de su uso, con el propósito de quien la ejerce de imponer su voluntad. La violencia es política cuando está dirigida de una u otra manera a conseguir la distribución del poder ansiada. A lo largo de la historia, no se ha conocido ninguna estructura política que haya estado plenamente libre de la violencia. Esta ha sido explícita con frecuencia en guerras, revoluciones, atentados, motines, represiones y eventos similares. Sin embargo, como amenaza al menos, ha estado siempre presente en la actuación del estado y de algunos movimientos sociales y corrientes ideológicas. En realidad, es consustancial a la política. Una dictadura es violenta por naturaleza, pero conviene admitir que tampoco la democracia excluye del todo la violencia. La democracia española, sin ir más lejos, ha tenido que convivir con el terrorismo, intentos de golpe de estado, un movimiento separatista, y ha utilizado la violencia en defensa propia más de una vez. La diferencia entre las dos formas políticas, no obstante, es abismal. Un régimen autoritario, más aún si se trata de uno totalitario, basa su existencia en la violencia, mientras que una democracia procura reducirla a la mínima expresión y someterla a un control estricto mediante procedimientos pacíficos, y solo recurre a ella en la situación y en la medida previstas en la ley.

Mucho se ha escrito sobre la inveterada tendencia de los españoles a utilizar la fuerza para dirimir sus diferencias, personales o políticas, que estaría bien retratada en el “Duelo a garrotazos” de Goya y que los habría abocado fatalmente a la guerra civil, suma y resumen de todos sus enfrentamientos pasados. En efecto, nuestra historia contemporánea ha sido agitada. En ella se han sucedido un centenar de gobiernos, constituciones, destronamientos, cambios de régimen, guerras y exilios. Los españoles nos hemos concedido treguas por lo general breves. Si nos fuera permitida una autoironía, podríamos decir que, cansados de tanta disputa, en 1978 decidimos adoptar la democracia para no volver nunca más a las andadas. Pero ya se ve, la historia nos llama de nuevo y el patio anda revuelto otra vez.

Hacía falta un análisis más preciso de la violencia política registrada en el pasado reciente de España. Y Eduardo González Calleja se ha aplicado a ello de un modo ejemplar durante décadas. Aunque la violencia política, como todo fenómeno social, se deja cuantificar solo parcialmente, el mayor logro de su pertinaz esfuerzo es un acopio de información de extraordinario valor y una visión de conjunto del mismo. Hoy conocemos al detalle cada episodio violento relevante y sabemos que en los dos últimos siglos en España se ha declarado más de trescientas veces el estado de excepción en sus distintas versiones, ha habido casi un centenar de intentonas militares de distinto signo, de las cuales casi una quinta parte ha prosperado, y se ha intervenido en una treintena de guerras, incluidas las internas.

El libro es una culminación de la extensa obra de González Calleja. Ofrece una evidencia abrumadora de la cantidad enorme de violencia política en la que nos hemos implicado los españoles y de cómo hemos ido cambiando el repertorio de los actos de fuerza. La explicación se encuentra en el paso a la modernidad, un proceso que en nuestro caso ha resultado particularmente dificultoso y conflictivo. Pero Calleja no se detiene aquí. Su empeño ahora es averiguar si España ha sido más violenta que otros países europeos. Sospecha que la diferencia no es tan grande como se ha supuesto habitualmente.

Política y violencia en la España contemporánea

Eduardo González Calleja 

Akal, 2020

815 páginas 

36 euros

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