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Música

La música de la emoción

En recuerdo de Antón García Abril, uno de los grandes compositores españoles

Cultura - Música

La pasada semana fallecía uno de los más significativos nombres de la música española, Antón García Abril, autor esencial que deja un legado relevantísimo y que ha tenido gran influencia en el campo de composición en nuestro país.

García Abril, nacido en Teruel en 1933, ha sido un músico capaz de llegar al gran público sin tener que renunciar a nada. Frente a otros colegas, más aislados en su torre de marfil, él supo dar un paso adelante construyendo una carrera que no se cerró a nada, sino que fue capaz de mostrar hermosas vetas en muy diferentes ámbitos creativos. Formado, en primera instancia, en Valencia y Madrid, enlazó en su aprendizaje con nombres que ya están en la historia de la música española como Jesús Guridi, Julio Gómez, Óscar Esplá o Moreno Torroba.

Enmarcado en la denominada Generación del 51 (junto a los Luis de Pablo, Carmelo Bernaola o Cristóbal Halffter), formó parte activa de aquel grupo de jóvenes capaces de “coser” las heridas que la Guerra Civil también dejo en este campo y que intentaron ir hacia adelante desde el punto de vista creativo, algunos de ellos desde posturas más rupturistas y, otros como él, más centrados en propuestas de amplio espectro.

Antón García Abril

Antón García Abril

El músico turolense conoció y trasegó bien la vanguardia de esos años, especialmente centrada en la germana Escuela de Darmstadt. Pero, en él, ese mundo no fue una cuestión de fe, como sí lo fue para otros. No encorsetó su vía creativa en postulados dogmáticos. Sacó provecho y puso a su trabajo luces largas. Probó una suerte de doble camino, convergente en muchos momentos, y reflexionado con eficacia narrativa y un discurso musical asentado en umbrales de exigencia importantes. Su trabajo para las orquestas, para los solistas –arriesgado e, incluso, rupturista cuando así lo creyó necesario– tuvo perfecta convivencia con el realizado para el cine y la televisión. Ahí, la explosión emotiva de la melodía (“Defensa de la melodía” tituló su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando) alcanzó cotas que se han fijado para siempre en la memoria popular. Lo certifican las sintonías de “El hombre y la tierra”, “Anillos de oro”, “Curro Jiménez” y “Fortunata y Jacinta” o las bandas sonoras de “Los santos inocentes”, “Sor Citröen” o “La colmena”, por poner algunos de los ejemplos más conocidos entre sus más 150 composiciones para cine y televisión.

Su ópera “Divinas Palabras” la defendió Plácido Domingo en el teatro Real y escribió hermosísimas canciones para voz y piano y para voz y orquesta (significativa, “Madre Asturias” que el tenor asturiano Joaquín Pixán llevó a lo más alto), y una larga serie de obras orquestales y para solistas y orquesta. Entre ellas, el “Concierto de Gibralfaro para dos guitarras y orquesta”, que grabó Oviedo Filarmonía bajo la dirección de Óliver Díaz. García Abril mantuvo una continuada vinculación con Asturias, tanto a través de sus dos orquestas –Oviedo Filarmonía y la Sinfónica del Principado de Asturias– como de tantos solistas siempre interesados por su música. En 2016, la Asociación Cultural “La Castalia” le tributó en el Auditorio de Oviedo un emotivo homenaje, un reconocimiento a una trayectoria que quedará en la memoria, también desde la emoción de su música y de su palabra siempre certera en el ámbito cultural.

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