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Entrevista

Pablo Carbonell: "Ahora un programa como ‘La bola de cristal’ no lo podríamos hacer"

El popular y polifacético artista es uno de los cuatro protagonistas de ‘Blablacoche’, una ‘road movie’ de humor con toques de ‘thriller’ escrita por Eduardo Galán

Pablo Carbonell da vida en ‘Blablacoche’ a un militar divorciado que viaja con su coche a Cádiz a ver a sus dos hijas.

Actor, cantante y humorista. Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) ya se está preparando para su visita a Ibiza. De hecho, este jueves se hará la PCR, cuenta por teléfono a Diario de Ibiza. No es un viaje de placer, como el de aquel verano de 1983 que todavía rememora con emoción. Esta vez viene a subirse al escenario de Can Ventosa, en Vila, para representar la comedia ‘Blablacoche’, escrita por Eduardo Galán y dirigida por Ramón Paso. 

Tengo entendido que, a pesar de que no es un asiduo visitante de las Pitiusas, guarda muy buen recuerdo de Ibiza.

Mi primer viaje iniciático potente lo hice a Ibiza. Fui allí con 20 añitos con mi libro de Stanislavski porque estaba decidido a ser actor. De hecho, en Ibiza empecé mi carrera artística en solitario. Un día paseando por el puerto vi que en un balcón, que daba a un bar, actuaban un rastafari que iba medio en pelotas y una chica que se vestía con la bandera americana y pregunté si yo podía también hacer algo allí. El dueño del local me dijo que sí y que me pagaba. Así empecé a hacer el personaje del ‘hombre que presidía la noche’. En ese verano del 83 yo era el mimo callejero que daba vueltas por la terraza del Mar y Sol imitando la manera de caminar de la gente. Regresé a mi casa absolutamente enamorado de la isla, del nudismo, del LSD, de la noche ibicenca y pensé que había encontrado un paraíso. Pero, paradójicamente , después solo he regresado a trabajar, posiblemente por eso que se dice de que no vuelvas al sitio donde has sido feliz. He ido con Los Toreros Muertos. Tocamos en la muralla con Los Ronaldos, un grupo que entonces todavía era desconocido. La verdad es que no me he prodigado. Es una lástima que ésta vaya a ser una visita relámpago, pero sacaré tiempo de donde sea, de mis horas de sueño, para recorrer el centro de Ibiza y verme donde me vi.

En los tiempos que corren parece un lujo eso de poder salir de gira con una obra de teatro.

Sí, bueno, lo nuestro cuesta porque muchísimas actuaciones han ido cayendo una detrás de la otra. Ensayamos en plena virulencia de la epidemia con mascarilla, con todos los controles sanitarios y todo eso son complicaciones muy grandes, aparte de los límites de aforo, que, en cualquier caso, están más que justificados. Tampoco es una queja porque, por un lado, hemos perdido espectadores, pero la gente está muy feliz de que les proporcionemos evasión y de que esté todo controlado. Creo que el público incluso nos aplaude con agradecimiento por haberles permitido un momento de ensoñación.

¿Cómo llegó a sus manos el libreto de esta comedia de Eduardo Galán dirigida por Ramón Paso?

Es la segunda obra que interpreto de Eduardo Galán. La primera fue ‘La curva de la felicidad’. Pensé que estaría tres meses haciéndola y al final me pasé seis años. Ahora empezamos con ‘Blablacoche’ y no sé si voy a estar tanto tiempo, ojalá. Aunque a mí lo que me gusta es montar las obras, moverlas, buscar el personaje... Después repetir función tras función, aunque nunca es igual a la anterior, puede llegar a ser cansado.

Defíname en pocas palabras y a su manera ‘Blablacoche’

Se me ocurren muchas ideas, como la de que la vida es un viaje o que en cualquier sitio salta la liebre. Pero el principal mensaje que deja esta comedia es que siempre hay que tirar para adelante. En esta historia se cruzan los caminos de una joven feminista antibelicista, que tropieza con un militar, al que yo interpreto, un actor que viaja para hacer una película y una mujer que va a conocer a su nieto. Hay emparejamientos, broncas, pero, al final, siempre triunfa el amor.  

Pablo Carbonell da vida en ‘Blablacoche’ a un militar divorciado que viaja con su coche a Cádiz a ver a sus dos hijas. PEDRO GATO

¿Dónde encontró la inspiración para hacer de militar?

A mí el militar que más me ha gustado en una película ha sido el que interpretó Alec Guinness en ‘El puente sobre el río Kwai’, así que vi la película. También busqué otros estereotipos porque las cosas que dice este tipo en ‘Blablacoche’ son un poco anacrónicas, es un hombre de la vieja escuela. Pero poco a poco, como me ha ocurrido con otros personajes, dejé de pensar en imitar a otros y lo hice mío.

Actúa con Soledad Mallol, Víctor Ullate-Roche y Ania Hernández, con los que, creo, no había trabajado antes.

Efectivamente, no había coincidido antes. Es una gran placer trabajar con Soledad Mallol. Conozco a Las Virtudes desde hace más de 30 años y estar en el escenario con una de ellas es realmente un regalo de esos que te da la vida. Conozco también al padre de Víctor Ullate y ahora a él, que es un chico talentoso y muy buen compañero, como Ania Hernández.

Empezó en el teatro bastante tarde, con ‘La curva de la felicidad’. ¿Qué le ha aportado este arte?

El teatro es una gimnasia a todos los niveles. Ejercitas la memoria y la capacidad de sorprenderte a ti mismo. Hace poco hice un programa piloto para una serie de televisión y realmente tenía las pilas puestas solo por el hecho de estar trabajando en teatro. Pero también te diré que empecé mucho antes, con el teatro callejero y las obras infantiles que hacía con Pedro Reyes. Incluso Los Toreros Muertos son teatro y eso no lo he dejado de hacer ni creo que lo deje de hacer nunca.

Es usted muy polifacético. Cantante, actor, humorista y también escritor…

Siempre estoy haciendo cosas. Esta semana me contestan si me publican la que sería mi tercera novela, ‘El nombre de los tontos está escrito en todas partes’, que escribí durante el confinamiento. 

« En Eivissa empecé mi carrera artística en solitario haciendo de mimo callejero»

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Ha participado en muchos programas, ‘La bola de Cristal’, ‘Caiga quien caiga’, ‘El intermedio’...¿A cuál le tiene más cariño?

Si tuviera que elegir uno no podría porque creo que mi vida ha sido una sucesión de vidas y cada uno lo sitúo en una vida diferente. Yo he muerto varias veces y sigo vivo porque tengo más vidas que un gato, porque, la verdad es que me la he jugado muchas veces. A ‘La bola de cristal’ le debo haber entrado en Televisión Española y haber disfrutado de lo que para mí era un sueño. ‘Caiga quien caiga’ vino a sacarme de una etapa muy oscura en la que estaba bastante despendolado y este programa supuso mi relanzamiento, así que no podría elegir entre ellos.

Hoy parece imposible hacer un programa tan transgresor y crítico como lo era ‘La bola de cristal’.

Y eso que ahora habría más motivos para hacerlo. Cuando hicimos el programa, el malo de la película era Ronald Reagan, con Donald Trump hubiéramos tenido un filón. Entonces estábamos estrenando la libertad de expresión y la gente no se sorprendía con tanta facilidad. Aparte, los artistas soltábamos aquellas cosas y no estábamos expuestos al improperio de la gente ociosa, que no tiene otra cosa que meterte el dedo en el ojo. Ahora mismo un programa así no lo podríamos hacer porque no tenemos la cintura preparada para recibir esos castañazos. Yo, de hecho, me fui de Twitter, y eso que me trataban bien, porque veía cómo trataban a los demás. Y no sabes lo contento que estoy de haberme desenganchado.

Si volviera ser reportero de ‘Caiga quien caiga’, a qué personaje político le sacaría los colores?

Ahora creo que mi Esperanza Aguirre sería Isabel Díaz Ayuso, lógicamente. Pero para hacer el trabajo que hacíamos entonces en el programa ‘Caiga quien Caiga’ hacía falta mucha juventud porque era muy estresante, sobre todo conseguir superar tu trabajo anterior. Yo vivía una carrera continua contra mí mismo y acabé a los seis años y medio agotado. Ahora mismo no tendría la fuerza para hacerlo. El tema de la política hoy en día lo circunscribo al ámbito de amigos y ni siquiera eso. La política no me interesa, sobre todo el expresar mi ideario.

¿Tiene previsto conciertos con Los Toreros Muertos?

El 3 de julio tenemos una actuación en la Ciudad de la Raqueta, en Madrid. Durante este tiempo he decidido que cuando volvamos, Los Toreros Muertos tenemos que tener un sonido nuestro de verdad y dejar ya de ir dando bandazos jugando con los estilos. En nuestra próxima actuación mostraremos cómo nos gusta sonar, cómo nos gusta tocar, ahora ya sin imitar, sin parodia. Entre otras cosas, voy a tocar la guitarra, que es la que va a marcar el compás. Va a ser igual de divertido que antes pero con nuestro propio sonido. 

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