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Día del libro
Constantino Bértolo Crítico y editor

“Las redes propician más el ingenio que la inteligencia”

“El tiempo también tiene sus dueños, capataces y escribientes”

Constantino Bértolo.

Constantino Bértolo, crítico literario y editor, publica “¿Quiénes somos? 55 libros de la literatura española del siglo XX”. Entre ellos, tres con firma asturiana.

–¿Qué aportó, y aporta, “Nosotros los Rivero”, de Dolores Medio?

–Una novela, al leerla, deviene en experiencia compartida, nos lleva y mete dentro de lo que narra. La novela de Dolores Medio aporta lo que suelen aportar las novelas que hablan del nosotros: la materialidad y el intangible tacto ideológico sobre los que crecen y levantan los deseos y los miedos, la sutil pero fatal relación entre el dinero y los horizontes de expectativas, la aventura del ser y estar entre los otros. Transcurre en Oviedo pero podía ser Lugo o Ávila o Toledo. Una España bajo palio llena de mediocridad y rutina, no muy lejos en el tiempo de la Vetusta de “La Regenta”. Y luego está ese personaje femenino, Lena, que no se conforma con lo dado, que no se resigna ni adapta.

–¿Qué le fascina de Antonio Gamoneda, por qué le considera un maestro?

–Me fascina la elegancia estética con que, de manera casi inadvertida, ha ido levantando su propio tabernáculo poético atemporal. En ese pasar de la tierra y los surcos al altar de lo inefable lo considero un maestro; de lo que ya no estoy tan seguro es si es maestro a seguir o no. Depende, supongo, de lo que uno quiera que el poeta enuncie.

–¿Cómo es la conversación con Olvido García Valdés?

–Sin ninguna duda fue uno de los momentos felices durante la elaboración del libro. Su poesía, a mi entender, contiene unos niveles de enigma muy poderosos, sin que paradójicamente sean oscuros, furtivos o “escondidos”. Lamentablemente, por problemas de extensión, no pude reproducir en el libro toda la conversación, pero creo que lo ya publicado es muestra clara de su fuerte entendimiento de la poesía como “enunciación de realidad”, que es un concepto sumamente revelador y clarividente porque fusiona lo enunciado y el sujeto enunciativo, lo que a los lectores nos permite interpelar al poema, y, esto es lo decisivo, confiando en que este nos responda, es decir, se responsabilice.

–¿Qué criterios sigue para elegir uno u otro título en su libro?

–Que fueran significativos a la hora de entrar en conversación dialéctica, crítica o ilustrativa con el relato sobre la historia del siglo XX de la que somos herederos. La literatura como espejo a lo largo de la historia y al tiempo como reflejo de los cambios que se producen en la propia conformación de ese espejo.

–¿Es un libro contra el olvido?

–Con el olvido, al menos en el espacio cultural o literario, pasa lo mismo que con la memoria: son el resultado de una serie de decisiones que cada sociedad va tomando a través de aquellos agentes sociales y culturales – medios de comunicación, sistema educativo, institución de la crítica, presencia de la publicidad– a los que se les encarga esa tarea. Ahora bien, ¿quién o quiénes encargan esa tarea?: los poderes dominantes que son en definitiva los que escriben la Historia, y deciden, a su conveniencia, qué hay que olvidar y qué hay que recordar. Se habla mucho de que el tiempo pone a cada uno en su sitio, pero se recuerda poco que el tiempo también tiene sus dueños, capataces y escribientes, porque haberlos haylos Y si uno lee cualquier historia de la literatura española no es demasiado difícil ponerles nombre e ideología.

–¿La pandemia ayuda a saber quiénes somos o más bien nos confunde más?

–Creo que la presencia de la muerte, como hecho o como amenaza palpable, al menos para los que disfrutamos de esa patología previa, como ahora llaman a la edad avanzada, nos ha venido a recordar que el presente, e incluso el pasado, dependen siempre de nuestro sentimiento de futuro. La puesta en duda de su existencia supongo que a unos los ha vuelto más cuidadosos y sabios, en el sentido moral del término, y a otros más cínicos, cuando no más depredadores.

–¿Hay vacuna contra la ignorancia y la velocidad estéril?

–Para eso sería necesario crear unas condiciones materiales y sociales donde cada uno pudiera ser dueño y responsable de su destino; pero mientras unos cuantos sigan siendo quienes deciden sobre la vida de los otros parece un tanto imposible. Porque los dueños de los medios de producción de la ignorancia y de la velocidad rentable también existen. Acaso sería bueno expropiarles o nacionalizar esos dominios.

–La España vaciada, ¿también mentalmente?

–Como soy un optimista laico y el pesimismo me parece un lugar demasiado confortable, quiero animarme pensando que la naturaleza y la historia sufre de “horror vacui”, así que algo vendrá que lo llene. Eso sí: convendría trabajar para que no sean Vox y sus parientes.

–¿Qué pinta la literatura en 2021?

–Por dentro nos pinta la vida interior de distinción y autosatisfacción; por fuera ofrece entretenimiento y conversación. En ocasiones, pocas, nos hace preguntarnos por qué llevamos estas vidas tan agobiados detrás del llegar a fin de mes, de que nuestros hijos hablen inglés o les podamos pagar un máster y la imposible hipoteca para que se libren de tener que vivir con nosotros, nuestras manías, achaques y dependencias.

–¿Contra Franco se escribía mejor?

–Durante la oscura, larga, cruel y fea noche del franquismo se escribieron libros que hicieron buena lectura de sus mierdas profundas y superficiales. Entiendo que durante la transición también hubo una literatura que supo narrar sus miserias y traiciones y cabe suponer que alguien estará escribiendo ahora sobre esa descarada mezquindad como ideología que caracteriza a la actual derecha española.

–¿Qué trajo el año 2008?

–Creo que la inesperada e hipócrita sorpresa de darse cuenta de que el estado del bienestar en el que muchos creían vivir era un bluff. Darse cuenta, es decir, caer del cuento, echar cuentas, contar.

–¿Influyen sus gustos en la selección o el espejo usado no le pertenece?

–He procurado mantenerme alejado de él. Siempre he sospechado de mi gusto. A mi me cuentan una historia de infancia que transcurra en la Galicia rural y me dejo llevar por el encanto. El gusto personal lo utilizo sobre todo para leer por la noche en busca del necesario descanso o reposo mental. Como crítico o editor nunca me he fiado de él. Entiendo que hay quien edita lo que le gusta, pero yo nunca he sido tan rico como para poder hacerlo; afortunadamente, diría.

–Se fue de las redes sociales. ¿Por qué?

–Me fui por mi cuenta porque me iba dando cuenta de que las redes propician más el uso del ingenio que el de la inteligencia. Además supongo que por un problema de edad o generación, se me hacía un poco insoportable ver cómo las redes legitiman ya no el narcisismo, sino el irreprimible e indecoroso deseo de convertirse uno mismo en mercancía. La proliferación del hablar bien de uno mismo, tan abundante en las redes, es algo que me resulta bastante inaudito.

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