La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El “bautismo” de los científicos

La historiadora Laura J. Snyder convierte “El Club de los desayunos filosóficos” en un banquete intelectual

Los miembros de lo que Laura J. Snyder llama el club de desayunos filosóficos se reunían los domingos cuando todavía eran estudiantes en Cambridge, a menudo para discutir los escritos del hombre al que consideraban el verdadero padre de la ciencia, Francis Bacon. Las exhortaciones de Bacon, de que “el conocimiento es poder”, que debería mejorar las condiciones de vida y que se necesitaba un nuevo método de razonamiento inductivo para formar teorías verdaderas y hacer avanzar la ciencia, influyeron mucho en ellos. El problema es cómo esos consejos de Bacon habían sido generalmente ignorados desde el siglo XVII, lo que produjo un estancamiento en el campo de la ciencia. Los filósofos de los desayunos, John Herschel, astrónomo; Charles Babbage, matemático; Richard Jones, economista; y William Whewell, físico; se comprometieron a reformar la ciencia de manera fundamental. Snyder sostiene que sus objetivos eran mejorar ese método de inducción de Bacon, difundirlo y demostrar cómo los descubrimientos científicos pueden utilizarse en beneficio de la sociedad, creando a la vez instituciones de investigación reconocidas públicamente y financiadas por los gobiernos.

Snyder teje una historia convincente de la transformación de la ciencia en la era victoriana. Deja al lector con la sensación de cuán influyentes fueron estos hombres en la configuración de nuestro mundo y la creación de las bases para importantes cambios científicos y tecnológicos, específicamente en tres áreas distintas. Los cuatro genios de la autora de “El club de los desayunos filosóficos” no inventaron la amistad ni la ciencia, pero al combinar esos pasatiempos en sus madrugadores encuentros, lograron crear mucho más, desde la palabra misma “científico” hasta versiones de la computadora y la cámara. Herschel, Jones, Babbage y Whewell, vieron, como cuenta Snyder, la oportunidad de dar nombre a una nueva profesión que ellos habían puesto en marcha parcialmente y parcialmente modelado. Y, ese día, en Cambridge, el nombre propuesto fue “científico”. El término empleado pareció satisfacer al propio Samuel Taylor Coleridge que era, de la comunidad académica, el que más había protestado por la insistencia de los cuatro amigos de los desayunos en autoproclamarse inicialmente “filósofos naturales”.

Todo parece querer arrojar luz en esta obra que conjuga erudición, biografía y entretenimiento cultural, proporcionando pistas sobre la influencia que el conocimiento tuvo en un determinado tiempo y lugar. “El club de los desayunos filosóficos” es un banquete intelectual que relata una miríada de descubrimientos científicos e invita a la reflexión, al mismo tiempo que transmite de manera detallada la clase de entorno en el que vivían los protagonistas y cómo cambiaron drásticamente la ciencia para mejor. La extensa bibliografía de Snyder prueba un minucioso esfuerzo; el resultado es un viaje esclarecedor donde se acumula el genio del ser humano. Muchos de los protagonistas, dadas sus contribuciones, merecerían sus propias biografías.

Se trata de un libro para cualquier persona interesada en la historia de la ciencia, las teorías del método científico, la Inglaterra victoriana, las computadoras, la filosofía de la inducción, la amistad entre sabios, o los sabios poco valorados. Y también para cualquiera que esté familiarizado con ese sentido romántico y maravilloso que conectó la filosofía, la ciencia y el arte del siglo XIX, y que quiera recuperarlo para sí mismo en los tiempos actuales. Si el asombro y la humanidad vuelven a la ciencia, habrán influido para lograrlo biografías culturales tan interesantes y atractivas como esta de la historiadora neoyorquina que ya logró atraer la atención de miles de lectores con “El ojo del observador”, publicado en 2017 por la misma editorial, una visión fascinante de dos vidas paralelas, las de Antoni van Leeuwenhoek, fabricante autodidacta de lentes, y Johannes Vermeer, pintor de una exquisita luminosidad, y asimismo el relato de una época en la que la civilización occidental estaba empezando a apreciar la complejidad multidimensional del mundo. “El Club de los desayunos filosóficos”, aunque escrito y publicado con anterioridad, completa esa estela mágica de la divulgación cultural que no renuncia al suspense y al entretenimiento con su lectura.

“El Club de los desayunos filosóficos”

Laura J. Snyder 

Traductor: José Manuel Álvarez-Flórez

Acantilado, 2021, 640 páginas, 29 euros

Compartir el artículo

stats