Bastián Prendes (Oviedo, 1990) es un artista autodidacta especializado en pintura mural. Estudió Bachillerato artístico en la Escuela de Arte de Oviedo y en 2018 comenzó los estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid. Sus obras pueden verse en distintos rincones urbanos y locales comerciales de toda Asturias. Uno de sus últimos y más impresionantes trabajos está en el edificio de Mejora Residencial de Parque Astur (Corvera) y, en Avilés, en la calle Santa Apolonia, 12. Entre otros muchas obras, también es autor en Oviedo del gran camaleón que decora el IES Doctor Fleming. Según se define en su web, sus murales "tratan sobre la naturaleza, la sociedad, los sentimientos, la dualidad y la contradicción, con personajes imaginarios representados con fuertes colores que narran situaciones y sensaciones creando mundos imaginarios en los que sumergirse para disfrutar y reflexionar".

Bastían Prendes

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Muelología 122: Bastián Prendes - 1 imagen 10 palabras

Making of

Muelología 122: Bastián Prendes - Making of

Coloreando la ciudad

El arte urbano, explica Bastián Prendes, consigue que despierten sentimientos unos bloques de hormigón que, de otra manera, no transmitirían nada. Los murales como los que él pinta -añade- son explosiones de color que sorprenden a los paseantes en mitad de una calle gris, regalándoles emociones para caldear una sociedad urbana que muchas veces peca de frialdad. Sus grafitis chillones y a veces surrealistas, confiesa este grafitero ovetense, buscan recrear esa conexión que el hombre tiene con la naturaleza, esa "vibración" que le lleva a apaciguarse. Porque lo natural, explica este pintor de paredes urbanas, siempre genera tranquilidad. Pintar para inspirar sentimientos positivos.

Eso es lo que le sale del espray a Bastián Prendes, artista urbano que firma como Bastian Riak desde que en la adolescencia se quedó hipnotizado por las paredes y los botes de pintura. El primer impulso fue dejar su firma, un "aquí estoy yo" que reafirmaba su identidad. La rúbrica la dejó en una pared abandonada por Montecerrao, cuando el barrio aún no había nacido. Poco a poco, aquello fue dejando paso a una vocación artística que ha ido creciendo y perfeccionándose con los años. Lo suyo le cuesta: dedicarse a pintar murales es una profesión físicamente muy exigente: "Te destroza. En un día de pintura igual haces 2.000 sentadillas y 5.000 trazos. Eso te genera muchas tensiones y contracturas. Acabas en el fisio".