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tinta fresca

Los renglones de la vida

“Escribir contra el tiempo”, largo viaje de Munárriz habitado por literatura, paisajes y creadores

Cultura - Libros

Para Miguel Munárriz, “ayer fue miércoles toda la mañana”. Las palabras de Ángel González escoltan “La escritura contra el tiempo” de forma elocuente y anticipan su condición de libro esponja que ejerce las funciones de metáfora de la vida. Una vida habitada por la savia tan sabia de la literatura en estado puro: maduro testimonio personal de una relación inagotable con el verso y la prosa, siguiendo y dejando huellas de novelas y cuentos y poemas, persiguiendo rastros de escritores que iluminaron / enriquecieron la biografía personal, recorriendo los paisajes de librerías y ciudades que son escenario íntimo y clarificador.

Cortazariano convencido, cosmopolita sin desmayo y soñador sin cuentagotas, Munárriz es un hijo de la literatura empeñado en trasladar a los lectores, por la vía que sea, su pasión por el noble arte literario, y al hacerlo se compromete a exponer sus propios renglones vitales como forma de contagiar entusiasmos y secretos, a modo de mapa que ayuda a encontrar el tesoro de las palabras eternas. Y en ese viaje de abultadas alforjas caben desde los trabajos de amor (desdichado) del joven Werther hasta la “verdadera historia” de unos poemas de Gil de Biedma, pasando por una irreprochable y elocuente selección de los “veinte cuentos que hay que leer”.

En la obra de Munárriz, editada con elegancia por Luna de abajo, aparece el talento cautivo y liberador de Salinger, fluyen los pensamientos de un instante forjados por Marco Aurelio, se reflexiona sobre John Berger y el sentido de la vida, hay espacio para Enid Blyton y, por supuesto, hay mucha presencia de almas de amigos: “La noche anterior a su muerte hablé con Ángel González por teléfono. En realidad nos hacía de intermediara su mujer, Susana Rivera, por su móvil. Ángel había sido hospitalizado días antes, de forma que en cuanto yo dije: ‘Dile que voy a mañana a verlo’, Susana no tuvo necesidad de repetir lo que Ángel contestó, porque yo lo había oído alto y claro: ‘Que no se le ocurra’. Debí de imaginármelo, porque conocía bien el pudor de Ángel, así que no tuve más remedio que sonreír y decirle que ‘de acuerdo, que en cuanto saliera del hospital volveríamos a quedar’”.

Cita que nunca llegó a cristalizar, planes rotos para una amistad irrompible que deja enseñanzas tales como que “el amor empieza con el recuerdo”. Y el libro de Munárriz es un acto de amor sin fisuras por personas que marcaron su existencia y, también, por aquellos constructores de sueños que hicieron de sus vidas una aventura de palabras. Sin ir más lejos, Cortázar: “Cada vez me alegro más de haber leído intensamente a Julio Cortázar cuando tenía que leerlo, es decir, a la edad juvenil en que tenía que descubrir la fuerza de sus cuentos, que eran como una ‘cachetada metafísica’”. Por supuesto, también hay referencias a autores asturianos, y es la dedicada al gran Juan Cueto una de las más acertadas, y emotivas.

Cubierta del libro

La escritura contra el tiempo

Miguel Munárriz

Luna de abajo, 232 páginas, 14,90 euros 

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