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Arte

Covadonga Valdés Sobrecueva, “el puente”

La obra reciente de la artista ofrece un escenario para el acontecer de emociones en la galería Arancha Osoro de Oviedo

"Puente rojo", de Covadonga Valdés.

“No hay narración en su obra, pero sus pinturas nos dicen muchas cosas”. Son palabras con las que concluye el texto que Rubén Suárez dedicó, en 2017, a la exposición de Covadonga Valdés Sobrecueva en la galería Arancha Osoro, en Oviedo, adonde regresa ahora con “El puente”. Han pasado muchas cosas desde entonces, pero esa afirmación del recordado crítico sigue vigente hoy; hay algo de esa atemporalidad a la que se refería, de una pintura quieta, un lenguaje plástico, sereno y personal, lleno de significados.

Hablar con Covadonga Valdés ante sus cuadros es clarificador; su vitalidad y convicciones estéticas sintonizan con quien la escucha, y evidencian cómo sus trabajos son una prolongación de ella misma, de su manera de entender la vida y el arte. Hace referencia a que el origen del proyecto está en el duro confinamiento vivido en Londres, su lugar de residencia durante un tiempo. La pandemia nos limitó y aisló, y para una artista como ella, siempre volcada en el entorno natural, aquella situación la llevó a una introspectiva revisión de sus trabajos anteriores, relecturas y nuevas revelaciones de sus pinturas relacionadas con las exploraciones en la naturaleza.

"Lividus"

En aquel contexto, la obra “Puente rojo”, de 2018, fue estimulante, un punto de referencia para desarrollar bocetos, alguno de ellos expuestos ahora, que culminaron en la serie que podemos contemplar. Si a los aspectos formales añadimos los puramente existenciales, los que todos hemos vivido y sufrido durante aquel tiempo detenido, el “Puente rojo” toma nuevos significados, connotaciones ligadas a la libertad y a la comunicación. Todo se presenta quieto e inmutable en esa pintura, la estructura del puente se duplica al verse reflejada en el agua, provocando ese efecto especular muchas veces difícil de delimitar y que aquí se muestra matizado por una leve gradación carmesí. La naturaleza se manifiesta discretamente en los extremos superior e inferior del cuadro, hallando su protagonismo en el óvalo central surgido del arco y su doble. Arropado y re-enmarcado, un paisaje revelador y luminoso se nos ofrece como escenario para el acontecer de emociones, como “cuadro dentro del cuadro”; y, desde la cercanía, se advierte una riqueza de tonalidades, veladuras y transparencias que, más allá de la destreza y el oficio, ahondan en una larga tradición pictórica europea del “paisajismo luminoso”, en el que la materia pictórica es protagonista, generadora y emisora de luz.

Trabajar en series permite profundizar en aspectos formales y conceptuales, extrayendo infinitas posibilidades. Así se advierte en el conjunto de esta exposición: hay distintos formatos. “Lividus” es una de las piezas protagonistas, e impresiona por su gran tamaño: un óleo sobre lienzo de 270x320 cm. que ocupa una de las paredes de la galería y favorece una inmersión en la complejidad técnica a base de capas muy sutiles que, en un primer plano, se muestran suaves y traslúcidas, casi transparentes, y, a medida que ascendemos la mirada hacia la inmensidad de las montañas, van haciéndose más livianas. Las demás pinturas son de formato menor y requieren de un acercamiento íntimo, especialmente los pequeños bocetos, realmente exquisitos.

"Sabi Bridge"

También son diversas las técnicas –óleo, gouache, pastel– y los soportes –lienzo, aluminio o papel– que muestran las indagaciones de la artista y despiertan sensaciones contrapuestas, de fluidez o densidad, de opacidad o trasparencia. Una dualidad capaz de convivir en la misma superficie, armonía que es objetivo primordial en sus propuestas plásticas. Señala la artista que, durante los últimos quince años, ha estado trabajando con los paisajes del norte de España, Inglaterra, Italia, la Laponia sueca y, más recientemente, Portugal, con el objetivo de yuxtaponer estos lugares tan diferentes y ofrecer otros surgidos de su imaginación, pero creíbles, de un realismo poderoso y convincente. Fruto de esa confluencia, surgen estos “collages paisajísticos”, que recuerdan y hacen más comprensible la reflexión de Goethe en su acercamiento al arte de la pintura: “Si quieres caminar hacia lo infinito, ve en lo finito hacia todas partes”.

Hay muchas vivencias acumuladas en “El puente”. Covadonga Valdés es una pintora claramente enraizada en la tradición pictórica europea, habla desde la propia esencia de la obra de arte, solo desde lo estrictamente necesario, desde aquello que hace posible la presencia de lo intangible.

El puente

Covadonga Valdés Sobrecueva

Galería Arancha Osoro. Calle Independencia, 6-8, bajo, Oviedo. Hasta el 9 de octubre.


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