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El bodegón y la tos

La escritura indagatoria de Miren Agur Meabe merece el Premio Nacional de Poesía

Cultura - Libros

El lector, por naturaleza, es un ser inseguro. El de poesía, más. Y este lector que ahora les escribe, todavía más. Pero es una inseguridad fructífera que empuja, habitualmente, a leer como quien explora. También hay quien lee para ratificar sus certezas. En ese sentido, yo cojeo siempre del mismo lado cuando leo un libro de poemas: trato de ver reflejado en el libro que leo, aquello de Eduardo Milán de que el verdadero tema de un poema es el poema. No hay que tomar esta idea del poeta uruguayo al pie de la letra; lo que más bien quiere decir es que, trate de lo que trate el poema, en su fuero interno está el manifestarse tal como es. El poema es un autorretrato de sí mismo aunque retrate algo ajeno.

En esto pensaba al leer el libro de poemas de Miren Agur Meabe (Lekeitio, 1962) “Cómo guardar ceniza en el pecho” (Bartleby editores), que ha recibido este 2021 el Premio Nacional de Poesía. Para quien no pueda leer en euskera, es una magnífica oportunidad para conocer la poesía de la autora, aunque ya en 2017 los poemas de Agur habían hecho una incursión al español de la mano de la editorial asturiana Trea, publicando su libro “Espuma en las manos”.

Comienza “Cómo guardar ceniza en el pecho” con una declaración y acaba con un ruego. Entre estos alfa y omega en forma de poemas se desarrolla un libro extenso y ambicioso; variado formalmente y en texturas; un libro que bien podría funcionar como catálogo de una vida con sus oportunas derivaciones. Rico en nombres propios y en alusiones. Poemario muy físico por muy concreto (quien tenga la idea, aún a estas alturas, de que la poesía es algo abstracto, aquí se le quitará la idea de la cabeza). Quien escribe, repasa, relee su vida, y “Cómo guardar ceniza en el pecho” es muy fiel a esta idea. No sé si aspirar a la novela total vale también para un libro de poemas, pero Miren Agur al menos se aproxima. Crudeza, ternura, carnalidad, denuncia... Todos estos ingredientes caben en sus páginas, ésas son las posibilidades de un libro de amplio cajón que permite a su autora tener de su vida una visión detallada y a la vez panorámica (binomio más asociado a la narrativa, tampoco sé muy bien la razón).

La poesía consiste en no hacer la misma ficción de siempre

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“¿Cómo guardar, sin toser, ceniza en el pecho?”, dice el primer verso del libro. No hay manera de hacerlo. En el poemario de Agur se expresa una voz que emerge de la ceniza y a veces necesita parar por culpa de la tos. Se escribe manchado y tosiendo, no hay otra forma. Y, entre esfuerzo y esfuerzo, la propia poesía reivindicando su papel, imponiendo su propia importancia, como recordaba al inicio de esta reseña.

Queda de su lectura la impresión de un cambio de paso, de confiar en la escritura para revertir lo establecido. En la parte final del poema “Cinco cartas sobre los dolores de parto”, se alude a Clara Peeters, la pintora flamenca, pionera en el campo de los bodegones, que se autorretrataba escondida en los objetos de sus cuadros: “Si miras al cielo, / soy aquella que anda lejos, / un punto, / la misma ficción de siempre / plasmando minúsculos retratos / en naturalezas muertas, como Clara Peeters”.

Y en eso, llego a la conclusión, consiste la poesía: en no hacer la misma ficción de siempre.

Cómo guardar ceniza en el pecho 

Miren Agur Meabe 

Bartleby, 212 páginas, 16 euros

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