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Córtate el pelo, cambia de vida: la gloria indie del Xixón Sound contada por el bar donde nació

Luis Argeo revive la intrahistoria de La Plaza, el “templo” donde estalló un movimiento musical que puso a Asturias en el mapa artístico nacional, cediéndole la voz narrativa al propio bar de Cimavilla

Los integrantes del grupo "Manta Ray", a las puertas del bar La Plaza.

El sitio no era nada, “apenas una esquina”: “Estaba preparado para cumplir con lo justo; tenía una nevera con Coca-colas, un grifo de cerveza y dos tristes botellas para los combinados. Casi nada. Una máquina registradora que metieron aquí en los años setenta, cafetera exprés y cuatros pareces con los elementos básicos para lucir aspecto tabernero”. Así era en noviembre de 1992 el bar La Plaza, en Cimavilla, barrio gijonés convertido entonces en “una sombra por la que hormigueaban yonquis apurados y maleantes de paso”.

Ese rincón que no era nada –pero con un buen equipo de música y unos altavoces JBL ahora legendarios– se convirtió gracias a su dueño, el músico Nacho Álvarez, bajista del grupo “Manta Ray”, en “un lugar legendario”, un “templo musical”, el espacio donde cristalizó lo que vino a llamarse el Xixón Sound, aquel movimiento de grupos de pop-rock que colocó a Gijón en el mapa musical nacional. ¿Pero qué hubiera contado el propio bar de todos aquellos años de gloria indie?

Carmen y Nacho Álvarez, fundadores del bar "La Plaza", tras la barra en 1993.

Quien quiera saberlo tendrá que leerse “La Plaza. Confesiones de un bar musical” (Milvecesmil Ed.), primera novela del periodista y cineasta Luis Argeo Fernández Álava. Se trata de su primera incursión literaria, si descontamos que es autor de más de quince guías de viaje para la editorial Anaya Touring. Argeo firma también una interesantísima obra audiovisual sustentada en documentales que rescatan la memoria de los asturianos se marcharon a hacer las américas en Estados Unidos, uno de los episodios menos conocidos de la historia de la emigración asturiana. Es también, junto a James D. Fernández, profesor de la Universidad de Nueva York, comisario de la exposición “Emigrantes invisibles” (1868-1945) que aún puede verse hasta el próximo día 6 en el Antiguo Instituto de Gijón.

“La Plaza. Confesiones de un bar musical” no es en puridad un libro documental sobre la gestación, estallido y muerte nostálgica del fenómeno del “Xixón Sound”. Aunque está fielmente sustentado en los recuerdos de Nacho Álvarez y en los testimonios que el autor fue recogiendo de aquellos años, Argeo cede la voz al propio bar y es esa entidad que acogió todo aquel bullicio la que habla de todos los que por allí pasaron para beber o servir copas pero, sobre todo, para ir construyendo la banda sonora de una época. Los que vivieron el “Xixón Sound” conocerán a muchos de los que salen citados y volverán a escuchar a los cientos de grupos y canciones mencionados en esta especie de monólogo interior que mantiene el bar consigo mismo y, en ocasiones, interpelando a su dueño, Nacho Álvarez.

Luis Argeo.

Hay, lo dice el propio bar al principio de sus larga evocación, una cierta nostalgia por aquel Gijón de fin de siglo “juvenil, fiestero, independiente”. Pero también el protagonista de este libro, el propio bar, deja traslucir una sensación de profundo orgullo por haberse convertido, aquel “despropósito de bar” inaugurado con una canción de los Stones (“Sympathy for de Devil”), en brillante capítulo de la reciente historia cultural española. Está bien escuchar lo que cuenta La Plaza y también recuperar aquel grito de guerra que los grupos del “Xixón Sound” estamparon en una camiseta como respuesta al desprecio con el que los trató un conocido periodista musical asturiano: “¡Córtate el pelo, cambia de vida!”.

La Plaza. Confesiones de un bar musical

Luis Argeo

Milvecesmil Ed., 271 páginas, 20 euros

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