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El libro de Carl

La estremecedora fe de vida de Naja Marie Aidt a su hijo perdido en “Si la muerte te quita algo, devuélvelo”

Cultura - Libros

Una de las manifestaciones más fecundas de la literatura es la que se refiere a su vertiente elegiaca. Consagrada como recipiente de la memoria, la escritura que tiene por objeto el recuerdo y celebración de los seres perdidos constituye una fuente asombrosa de certidumbre y consuelo. La elegía no sólo conmemora la vida extinta, sino que garantiza la supervivencia de quienes nos precedieron en la muerte. Mientras alguien atesore su recuerdo, mientras alguien convoque su nombre, algo de ellos quedará en el discurrir inclemente de las generaciones. Estamos, pues, ante una de las expresiones más memorables del pensamiento mágico, y también ante una de las más antiguas, como prueba el hecho de que el primer texto que la historia de la literatura reclama como propio, la Epopeya de Gilgamesh, sea una elegía por el amigo muerto.

La elegía despliega sus poderes en diversas direcciones, pero ninguna ha generado una literatura tan emotiva como la que se aproxima a la pérdida del hijo. El cambio en el sentido habitual de la flecha biológica, la fractura del relato colectivo que sanciona que los hijos deben enterrar a los padres, y no a la inversa, procura algunas de las plasmaciones más conmovedoras, devastadoras y al tiempo catárticas de la emoción humana. Es en esa región que nadie que sea padre espera transitar, la del hijo muerto antes de hora, donde se inscribe “Si la muerte te quita algo, devuélvelo”, de la escritora danesa Naja Marie Aidt, un libro de una crudeza y de una belleza memorables, que caminan en paralelo y en paralelo se construyen.

El libro de Aidt, que es el libro de Carl, para Carl y sobre Carl, el libro del hijo muerto tras un episodio psicótico a los 25 años, obedece a una pregunta crucial, que si de por sí es habitual en el quehacer de cualquier escritor honesto, en el caso de un escritor que ha perdido a un hijo se revela ineludible. Esa pregunta es cómo decir lo indecible, cómo rescatar lo inefable, cómo empeñar el lenguaje, que es la patria y fundamento del escritor, en la conquista de algo que se resiste a ser expresado. Una pregunta, como se ve, que pone en cuestión algo mucho más profundo que el cómo, el quién o el dónde de la escritura, pues apunta a su sentido, a su límite y, en definitiva, a su posibilidad.

Aidt cifra esta quiebra en lo que denomina shock lingüístico, el instante en que las palabras al servicio del escritor se muestran incapaces, meras carcasas, brindis al sol. El proceso de superación de esa aporía del sinsentido, de la palabra sin eco, constituye a la vez el motivo de un relato que, como una madeja confusa, Aidt va desenredando hasta alcanzar el corazón de su pérdida. Y es en la paradójica asunción de esa derrota inasumible donde se conforma la potencia de un texto que va mucho más allá de testimoniar un duelo, para convertirse en una estremecedora fe de vida.

Si la muerte te quita algo, devuélvelo

Naja Marie Aidt. Traducción: Blanca Ortiz Ostalé

Sexto piso, 132 páginas 

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