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Desde perspectiva genérica

Repaso de la presencia y el poder de las mujeres en las ferias de arte de Madrid

Obra de Ira Lombardía.

Es inexplicable la escasa presencia de artistas femeninas en las 41 ediciones de Arco Madrid. Cuatro de los cinco directores de la feria han sido mujeres, desde la fundadora Juana de Aizpuru y la asturiana Rosina Gómez-Baeza hasta Lourdes Fernández o la actual, Maribel López. También lo son muchas de las principales galeristas que han participado, desde la misma Aizpuru o Juana Mordó a Elvira González, Helga de Alvear, Soledad Lorenzo y Elba Benítez, las grandes damas del arte español, o, por citar a algunas de las escogidas para el reciente aniversario, Annet Gelink, Esther Schipper o Ruth Benzacar, si bien el número de directores y directoras de galerías suele estar más igualado. Que a pesar de ello la concurrencia de artistas mujeres haya sido hasta ahora testimonial indica la complejidad de la situación, objeto de una reivindicación que es comprensible y justa pero no admite reducciones simplistas.

Proyecto de Clara Sánchez Sala

En la recientemente concluida edición de 2022, este hecho se ha intentado compensar con un programa de Proyectos de Artista dedicado exclusivamente a mujeres, con estand propio o al menos un apartado dentro del Programa General. Dentro de las diecisiete propuestas, realizadas en abrumadora mayoría por galerías dirigidas por hombres, destacaron las dedicadas a la germano-valenciana Ana Peters en la galería barcelonesa Marc Domènech o a Aurèlia Muñoz en la londinense Richard Saltoun, que rentabilizó el rescate de la artista catalana ofrecido hace dos años por la galería madrileña José de la Mano. Tuvieron también habitación propia las asturianas Ira Lombardía en Alarcón Criado e Irma Álvarez-Laviada en Luis Adelantado, con un montaje que le hizo ganar el Premio Pilar Forcada. ATM, la única galería asturiana participante en la feria, presentó un proyecto en solitario de la artista madrileña Clara Sánchez Sala, que no repitió en UVNT, en torno al martirio de los pechos femeninos, frente a frente con el orgasmo lumínico de Marianna Simnett en una sala oscura de la berlinesa galería Socièté. Entre las más provocadoras, ya dentro del programa Opening, co-comisariado por Julia Morandeira y dedicado a galerías jóvenes, el vídeo del cosido vaginal de la artista peruana Wynnie Mynerva, en la galería Ginsberg de Lima.

Pintura de Helena Toraño.

En Art Madrid, la segunda feria más importante y longeva, que cuenta ya con diecisiete ediciones, siempre dirigidas por hombres, tienen mucha presencia pero no tanto poder dos mujeres asturianas, integrantes de su comité de selección. Por un lado la galerista gijonesa Aurora Vigil-Escalera, cada vez más introducida en Madrid, que presentó este año un estand privilegiado, situado en lugar preferente en el Palacio de Cibeles, en el que curiosamente no figuraba ninguna artista femenina, sólo siete varones. Por otro Natalia Alonso Arduengo, flamante directora de la Feria de Arte de Oviedo, que ofreció por segundo año consecutivo un recorrido comisariado por doce obras escogidas de las 35 galerías presentes, cuyos autores eran en paridad hombres y mujeres. En realidad, en esta feria no se tienen en cuenta estos criterios y si el resultado es equilibrado se debe más a los usos sociales que a unos determinados principios ideológicos. Hay de todas maneras igualdad entre los directores de las galerías y similar proporción entre artistas masculinos y femeninos. De las cinco obras donadas por la organización al Museo de Arte Contemporáneo del Ayuntamiento de Madrid, tres han sido de mujeres, entre ellas la fumígena Isabel Alonso Vega.

Mucho más claro lo tienen en la tercera feria en liza, JustMad, dedicada al arte más joven y que ya va por su decimotercera edición, ahora en el Palacio de Neptuno. Desde hace cinco, está dirigida por una mujer, la historiadora gijonesa Semíramis González, que se define a sí misma como comisaria de exposiciones y gestora cultural feminista, y entre sus propósitos alcanzados este año estuvo la paridad entre artistas, que hubiera tantas mujeres como hombres, lo que sin embargo no contribuyó a elevar la calidad del encuentro, que en esta edición fue inferior debido a la resaca pandémica. Varias de las galerías participantes son en realidad colectivos artísticos autogestionados, con una pronunciada visión alternativa, y eso ayuda a reforzar lo mejor de esta feria, que es sin duda el ambiente festivo y de celebración que tiene.

Que haya tantas mujeres poderosas en el sistema del arte y que la mayoría de las galerías tengan nombre de mujer, como es el caso de Asturias, debería potenciar a la larga la perspectiva femenina y feminista, como le ha ocurrido a la gijonesa Llamazares, muy en la línea últimamente. Sin embargo, para su reciente participación en UVNT, la cuarta de las seis ferias simultaneas que se celebran en Madrid, ya en su sexta edición, sus propietarias eligieron a ocho artistas entre los que sorprendentemente sólo había dos mujeres, Estefanía Martín Sáenz y Helena Toraño, con mucho protagonismo, eso sí. Que esta concienciación tenga efecto duradero, no sea una moda y sirva para fomentar de verdad la igualdad e incrementar la diversidad, cuando no la calidad de la obra de arte, va a depender en exclusiva de muchas de las profesionales citadas. A nosotros los varones sólo nos queda el deber de acompañarlas.

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