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Marta Sanz Escritora

"La cultura no es la guarnición del filete: sirve para visibilizar espacios silenciados"

Hablamos con la autora de 'Clavícula' y 'Pequeñas mujeres rojas' sobre su último libro, los procesos de escritura (y lectura), la cancelación y sobre cómo reformular el canon

La escritora Marta Sanz.

Marta Sanz (Premio Herralde 2015) acaba de publicar Enciclopedia secreta: Lecturas en el espejo feminista, obra que recoge todas sus reseñas críticas desde el año 2006 hasta el 2019, principalmente enfocada en mujeres de diversas tradiciones literarias, países y épocas, trazando una genealogía. El prólogo lo escribe la catedrática de la Universidad de Zaragoza María Ángeles Naval, que también ha distribuido un libro que da cuenta de la mirada lectora de la escritora de La lección de anatomía, Clavícula, Farándula y ensayos como No tan incendiario o Monstruas y centauras. Hablamos con ella sobre este libro y sobre los procesos de escritura, de lectura y de cómo escribir desde los márgenes reformula el canon y los marcos culturales.

En Enciclopedia secreta se habla del proceso de lectura y, también, de ser un lector alicio, ¿cómo explicaría esto último?

Por una parte, es un lector curioso, participativo, dispuesto a saltar por el agujero de la madriguera y a ir creciendo mientras lee. Está dispuesto a reformular sus prejuicios. Por otra parte, es un lector consciente de que la lectura puede propiciar cambios en la conciencia de los seres humanos. Creo que es un lector imaginativo que va proyectando su imaginación en lo que lee para levantar las imágenes que le ofrece cada una de las páginas de un texto.

Da la impresión de que el lector alicio es aquél que escribe mientras lee…

Efectivamente y seguramente ese es uno de los hilos conductores de la Enciclopedia secreta… en mi caso, mientras voy leyendo, escribo y mientras voy escribiendo, leo.

El libro atraviesa multitud de temas recurrentes en la literatura escrita por mujeres: el cuerpo, las violencias, la clase… es una lectura muy sorora.

En el hecho de compartir mi experiencia de lectura más que establecer un filtro entre el mercado y el consumo cultural (que sería una función de la crítica) me he colocado en la posición de compartir unas estrategias de lectura que, en mi opinión, pueden acompañar a la ciudadanía en ese proceso de enriquecer su capacidad de comprensión lectora. Elijo iluminar libros, escrituras, autoras y editoriales que muchas veces se quedan en los márgenes: hay una voluntad decidida a hablar de cosas de las que no habla todo el mundo en los suplementos culturales, y en esas reseñas sí que hay una voluntad política que tiene que ver con el feminismo. Porque sí que está la voluntad política de decir de estas mujeres no se habla, no se hablado lo suficiente o se ha hablado desde cabezas llenas de prejuicios machistas… entonces ahí, en ese volcado de mis lecturas positivas, hay una vocación de reflejar un pensamiento y una manera de estar en el mundo.

Se plantea una búsqueda más allá de un canon que nos han dicho que es “universal”

En el fondo se plantea una revisión del canon desde la iluminación de los textos interesantes. En esa reformulación del canon lo que se hace es abordar temas que habitualmente no eran universales porque se consideraba que lo femenino no era universal, o se consideraba que todo lo que estuviera más allá de la épica o que se centrara en las cosas cotidianas, pequeñas, banales y repetidas tampoco era objeto de la “gran literatura”. Hay un reajuste de la nómina de las autoras, pero también hay una visión distinta de la literatura. Una visión en la que se abre el camino hacia otros mundos, temas y, sobre todo, a otros lenguajes que son la única manera que tenemos de que cristalicen esas nuevas vivencias.

En este sentido, Enciclopedia secreta nos ayuda a ver que los temas que abordan estas escritoras no son “puntuales” ni están dispersos.

En la Enciclopedia es muy importante algo que practico en mi propia literatura y en la lectura de la escritura ajena de que el fondo y la forma son indisolubles. Las escritoras están utilizando nuevos estilos que son la constatación de una nueva manera de mirar y de recoger voces invisibilizadas o silenciadas. Y ahí naturalmente hay una visión muy artística y orgánica de lo que significa la palabra literaria donde se funden fondo y forma.

Este fondo y forma resultan también muy desobedientes en el caso de las lecturas que reseña. Habla también de la lectura como desobediencia… ¿hay relación entre la desobediencia y estas nuevas escritoras?

Por supuesto, yo a veces digo que estas escritoras escribimos y escriben con la lengua de las demonias. Y para decir eso estoy pensando en ese poema de Adrienne Rich en el que dice que “hablamos con la lengua del opresor”: en este poema está hablando del machismo, del colonialismo, del heteropatriarcado. Está haciendo una crítica, pero al final del poema dice “la necesito para hablarte”… Porque Rich es consciente que hemos sido educadas con esa lengua y los referentes culturales de los que no nos podemos desligar de un día para otro: las mujeres escriben desde la contradicción y la ruptura permanente de saber que hay referentes que forman parte de ellas y las dañan porque construyen un deseo que a veces va en nuestra contra, y junto a esos aprendizajes que deconstruimos pero de los que no nos podemos desprender también está la vocación de intentar hablar de otra manera, comunicarnos de otra manera y, a veces, en ese intento de comunicación, eres irreverente respecto a lo aprendido… y eso se refleja en tu lenguaje.

Sus lecturas van desde escritoras contemporáneas hasta Edith Warthon, ¿sigue la línea de su interés como lectora?

Sí, creo que va dando cuenta de algo que nos sucede a todas, y es que ese interés a veces es eclético desde el punto de vista cronológico y vamos descubriendo a grandes autoras muertas y, a la vez, estas lecturas las compaginamos con escritoras mucho más recientes. Así vamos tejiendo nuestra urdimbre como lectoras y vamos viendo los hilos que trazan las genealogías.

Estamos viviendo un momento donde se “cancelan” muchas obras... ¿qué opina?

Yo creo que no se trata de cancelar… sino de desarrollar estrategias de compresión lectora que hagan posible una lectura en profundidad para entender por qué ese artefacto cultural que nos resulta agresivo y si, efectivamente, lo es o no. 

 Pienso en Nabokov y el debate que hay en torno a ciertos autores...

Una de las cosas que creo que han sido muy buenas del debate feminista es que desde la mirada feminista nos hemos dado cuenta de que la cultura no es la guarnición del filete: sirve para asentar prejuicios, visibilizar espacios silenciados y de que la lectura y la cultura son importantes como modos de representación. Precisamente porque determinados modos de representación pueden, por ejemplo, cronificar o normalizar la violencia

Habla también de “leer despacio”… las últimas reseñas de esta Enciclopedia están dedicadas a poetas. ¿Para usted este género es, de alguna manera, el culmen del lector alicio?

Creo que en eso se refleja mi propia biografía porque mi experiencia como lectora y mi experiencia con la literatura comienza en la poesía. A mí me empieza a fascinar la literatura como una niña que siente el gusto por el sonido de las palabras y empieza a seguir sus poemas, sus canciones, a leer poesía y se queda absolutamente maravillada por ese filo de incertidumbre en el que te colocas cuando no estás entendiendo bien lo que lees. Eso lo decía la poeta Ida Vitale, que ella empezó leyendo a Gabriela Mistral y que tuvo que “empinarse un poco” para intentar comprender. Creo que en esa actitud de “empinarse un poco” para intentar comprender y darte cuenta de que a veces el significado no es único, que existe la polisemia, que existe la sugerencia, que las cosas no tienen que ser necesariamente explicadas con una palabra taxativa y todas estas historias… a mí es lo que me hizo decir “me voy a tirar por esta madriguera porque está llena siempre de descubrimientos imprevistos”.

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