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El origen

Sylvie Schenk aúna en “Rápido, tu vida” el aliento del fresco de época y la sutileza de la intimidad

Cultura - Libros

¿Es la lengua materna la verdadera herida, la que nunca se cierra, como apuntó el maestro rumano Norman Manea en su indispensable “El regreso del húligan”? ¿O existe una disposición irrefrenable en el ser humano a poder sentir, conocer y amar en una lengua distinta a la de nacimiento? ¿Qué sucede cuando esa otra lengua que conquista la inteligencia y la emoción de una persona es, además, la lengua del enemigo, como para un francés nacido en los años 40 del pasado siglo pudo suceder, por ejemplo, con referencia al idioma alemán? ¿Y qué ocurre cuando la atracción de lo ajeno explota en la intimidad de la autobiografía como una ofensa a los orígenes, como un insulto a los ancestros? ¿Puede alguien escoger, sin quebrarse en esa decisión, entre permanecer fiel a sí mismo y permanecer fiel a los lugares, tanto simbólicos como reales, de los que procede?

Estas son algunas de las preguntas que “Rápido, tu vida”, de la escritora francesa en lengua alemana Sylvie Schenk, destila en un libro de concisión deslumbrante, vertido en nuestra lengua, con bellísima dicción, por ese traductor extraordinario que es Ibon Zubiaur, apenas 160 páginas en las que Schenk, haciendo honor al adjetivo del título, es capaz de perfilar con urgencia su vida y la de sus antepasados, pero también el drama de un continente desgarrado por una guerra que, en especial para Francia y para Alemania, dados sus vínculos fronterizos y la complejidad de un relato tantas veces compartido, tuvo connotaciones únicas, que aún hoy resuenan en lo que Europa significa. En efecto, resulta admirable advertir cómo Schenk es capaz de ajustar el reloj de la Historia al reloj de su historia y cartografiar el mapa continental con fascinante economía de medios, logrando aunar en su narración el aliento a menudo heroico del fresco de época con la sutileza de la intimidad expuesta, sin que el yo naufrague en la enormidad del telón de fondo en el que su peripecia transcurre.

“Los padres están en sus hijos y pueden volverlos pesados y tristes. Con suerte van haciéndose pequeños con el tiempo, como las ‘matrioshkas’ rusas, pero nunca desaparecen del todo”. La existencia de Louise, la protagonista del libro, se contiene en buena medida en esta reveladora frase, que establece un límite (uno nunca deja de ser hijo) y hace evidente una condena (las herencias pesan siempre), aunque también promete una atenuación de la pena (el tiempo logra a veces empequeñecer a las figuras vicarias). Es en ese doble proceso centrípeto y centrífugo, que como una goma que se tensa y se destensa acerca y aleja al hijo de los padres, al vecino del terruño, al hablante de su lengua, donde “Rápido, tu vida” afirma su interés y brilla con luz propia como un magnético, sostenido esfuerzo por acercarse a esa pregunta tan resbaladiza como ineludible que es la pregunta por el origen, una interrogante que, si es honesto, todo escritor, antes o después, acaba por formularse a sí mismo.

Rápido, tu vida

Sylvie Schenk

Traducción de Ibon Zubiaur

Errata naturae, 168 páginas, 18 euros

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