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Música

Coronel Parker: el inflexible mánager que ni era coronel ni se llamaba Parker

El hombre que durante 22 años controló la carrera de Elvis Presley era un inmigrante ilegal nacido en Holanda que se reinventó como promotor de artistas de música country

Elvis Presley, ’negociando’ con el coronel Parker en 1962.

Podrán decirse un montón de cosas poco agradables sobre el Coronel Parker, el inflexible mánager que lanzó a Elvis Presley al estrellato y tuteló su carrera hasta el final con maneras de tratante de ganado, pero nadie podrá acusarle nunca de haber interferido en las decisiones musicales de su famosísimo pupilo. Solo en una ocasión, en marzo de 1960, se atrevió a cruzar la línea y le sugirió que grabara una canción en particular; se trataba de una balada algo anticuada que había alcanzado cierta popularidad a finales de los años 20 y que Parker consideraba que podía devolver a Elvis a lo más alto de las listas de éxitos tras su paso por el ejército. El cantante tenía serias dudas sobre su capacidad para hacer justicia a la canción, así que cuando llegó el momento de grabarla, pidió que se apagaran todas las luces del estudio y, en completa oscuridad, empezó a cantar: “Are you lonesome tonight…”.

La mayoría de las veces, Thomas A. Parker sabía lo que se hacía.

Uno de los mitos más comunes asociados a la vida y la carrera de Elvis Presley es el que presenta al Coronel Parker como un mercader sin escrúpulos que, en su afán por explotar la gallina de los huevos de oro, le robó el alma al cantante y lo condenó a una existencia desdichada. Es una tesis que el nuevo ‘biopic’ dirigido por Baz Luhrman secunda con una convicción algo excesiva. La realidad, sin embargo, parece haber sido algo diferente. O, al menos, así lo relata el crítico e historiador Peter Guralnick, autor de ‘Último tren a Memphis’ y ‘Amores que matan’, los dos volúmenes que conforman la biografía definitiva del fenómeno de Tupelo.

Inventor de sí mismo

Para empezar, hay que subrayar que cuando los caminos de Elvis y el Coronel se cruzaron en 1955, el primero era un prometedor joven cantante cuyo nombre apenas era conocido más allá de las fronteras de Tennessee y Mississippi mientras que Parker ya había convertido a Eddy Arnold, un empleado de una funeraria que viajaba a las actuaciones montado en una mula, en la estrella más rutilante de la música country de su tiempo. No es, pues, exagerado afirmar que fue el Coronel Tom Parker quien inventó a Elvis Presley. Aunque para ello tuvo primero que inventarse a sí mismo.

Para empezar, ni era coronel ni se llamaba Tom Parker. Su verdadero nombre era Andreas Cornelis van Kuijk y había nacido en la ciudad holandesa de Breda en 1909. Tras la muerte de su padre, empleado en unas caballerizas, emigró a Estados Unidos de forma ilegal en un barco de mercancías, se alistó en el ejército (donde tomó buena nota del nombre de uno de sus oficiales, el capitán Thomas R. Parker), se instaló en Florida, trabajó en las ferias locales, formó una familia, fundó un cementerio de animales domésticos y empezó a colaborar en tareas de promoción con artistas de country como Gene Autry y Roy Acuff.

Por supuesto, no era esa la historia que él mismo explicaba. De hecho, solía decir que procedía de Virginia Oeste, que se había quedado huérfano siendo niño (la edad variaba cada vez que contaba la historia) y que se había fugado para incorporarse a un circo con el que había llegado a Tampa. Era una versión creíble que, sin embargo, hacía aguas cada vez que, en uno de sus frecuentes estallidos de ira, empezaba a soltar palabras en un idioma que ninguno de los presentes reconocía.

Dedicación exclusiva

Parker (lo de Coronel fue una distinción honorífica que le concedió el gobernador de Louisiana Jimmie Davis, a quien había ayudado en su carrera como cantante) se distinguió siempre por ser implacable a la hora de negociar y por guardar una lealtad absoluta a sus clientes. Después de hacerse con el control de la carrera de Elvis Presley, le dedicó 22 años de su vida de manera exclusiva. Con errores y con aciertos. Es indudable que algunas de sus decisiones -y algunos de los métodos empleados para hacer que estas se concretaran- pertenecían a una época pasada del mundo del espectáculo (una época que justamente Elvis se había encargado de dinamitar), pero está igualmente fuera de duda que sin su visión empresarial, su astucia y su devoción casi paternal, el Rey nunca habría podido aspirar al trono.

“En cierto sentido -apunta Guralnick-, eran como una pareja casada que durante un periodo considerable de tiempo se profesó amor, lealtad y respeto pero que debería haberse separado antes. Hacia el final de la vida de Presley, ninguna de las reglas que habían marcado su relación estaba ya operativa, pero ni uno ni otro tuvieron el coraje de abandonar”. En cualquier caso, el brillo de lo que alcanzaron juntos no se apagará jamás.

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