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El eros poético

Jorge Boccanera estudia la poesía amorosa latinoamericana en «La pasión de los poetas»

Los condimentos de la poesía amorosa, que, perfectamente aliñados, pueden llegar a componer un suculento manjar, alimentan el ensayo «La pasión de los poetas», escrito por el argentino Jorge Boccanera bajo el subtítulo: «La historia de los poemas de amor». La obra, focalizada en poetas latinoamericanos, incluye el poema que cada autor escribió después de desvelar su génesis y fuente con entusiasmo, conteniendo esas gotas indóciles de aventura que perfuman un libro. Boccanera aborda la poesía amorosa, que parte del hecho biográfico y vira por mil latitudes, henchida por la pasión, compañera tan difícil de tratar algunas veces.

El amor termina por trascenderlo todo, más allá del tiempo y el espacio; un verso puede encerrar todo el sentimiento de embeleso o una ruptura. Su creador explica lo inefable de la poesía y la intencionalidad del libro del siguiente modo: «‘La pasión de los poetas’ propone una especie de compañía, que no sociedad; de vecindades, que no consorcio; un diálogo entre instancias que comparten espacios mutables de ficción y realidad». El universo nerudiano se aprecia en todo su fragor e intrahistoria, y en todos los poetas analizados se muestra un formidable trabajo de investigación e indagación, exquisito en su tratamiento y planteamiento literarios. Se vislumbra con nitidez el fervor de Neruda por la mujer, encarnada en Josie Bliss, a la que escribirá el «Tango del viudo» en la proa de una barca, con el borrador de «Residencia en la tierra» en la mano, tras su estancia en Rangún.

Boccanera da a conocer el proceso de creación, en el que lo anecdótico se hará trascendente y cualquier pasaje vital revertirá en ánimo y corpus de escritura. O las sensaciones inalienables que convoca el alma, narradas con todo su timbre, como sucede en el caso de Delmira Agustini: «Hay varias Delmiras: la que pasea con una mirada distraída por un parque apenas sobresaltado por el paso del tranvía, y la que sueña siempre un más allá en el espacio de una entrega abismal donde el amor se torna sobrehumano y el deseo adquiere savia a fuerza de ser soñado». Hay una semejanza con el género epistolar, una declaración abierta y rotunda.

Cartas y poemas poseen la misma identidad desvelada, la patria intocable de la emoción, como en el caso de Raúl González Tuñón: «Te quiero con todos los tambores de la lluvia». El desapego de los poetas a lo convencional es el eje de la pluma, un verdadero termómetro de la vida cultural en ebullición y, con todo, de un diccionario de nombres artísticos y personalidades. También asoma la determinación y asechanzas del viaje como elección y obligatoriedad. Cada escritor tiene un amasijo de obsesiones que resplandecen en el tratamiento de su musa. La inspiración etérea y pasajera, como los versos de César Vallejo a Otilia Villanueva en «Trilce».

El misterio del verso «Me desordeno amor, me desordeno» de Carilda Oliver, cuya dedicatoria es desconocida. O la pregunta de Gonzalo Rojas: «¿Qué se ama cuando se ama?», tras el descarrilamiento de un amor de burdel. La convivencia del poema con el tango, en agitado desgarro, en Homero Manzi. El erotismo que pone jaque a la muerte que marca la poética de Nahui Olin, y la amante joven que repercutirá en la de Eliseo Diego. Las relaciones de pareja que trascienden lo literario delimita la poesía de Idea Vilariño gracias a Juan Carlos Onetti, a quien escribe: «Tendrás que llegar y darme vida, como un licor seco y fuerte». Los hoteles se pasean por los versos de Enrique Molina, donde «el océano pasa rozando las habitaciones». En «La pasión de los poetas» se paladea el fuego y la ternura. Como en la poesía y la vida: bella y exigente.

La pasión de los poetas

Jorge Boccanera

Malpaso, 300 páginas

19 euros 


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