La séptima edición de Medusa Festival comienza a coger color y forma. Desde primeras horas de la mañana de este miércoles, el recinto festivalero se han convertido en un constante desfilar de medusero dispuestos a tomar el mejor sitio dentro del camping.

En las jornadas de este miércoles y jueves está restringido el acceso al recinto del festival para los cerca de nueve mil campistas que han hecho que se colgara el cartel de completo en la zona de acampada.

Desde las ocho de la mañana fueron numerosos los taxis llegados desde fuera de Cullera, llenos de gente joven deseosa de pasar unos días completos de buen ambiente y, sobre todo, disfrutar de la buena agenda musical que ofrece el Medusa Sunbeach. También fue un constante venir de autobuses para trasladar a la gente desde la estación hasta al festival.

La organización ha pedido a los asistentes que no dejen para el último momento su llegada y ha recomendado que se acuda a las taquillas con bastante antelación y que hagan uso del transporte público.

Impaciente espera

El Medusa abría este miércoles sus puertas y en menos de un par horas, las colas ya superaban las previsiones más optimistas. Más de un kilómetro de gente quería acceder a la zona de acampada y otra larga cola de meduseros se concentraban ante las taquillas para canjear, cuanto antes, sus pulseras para acceder al recinto.

Un gentío se encontraba desde martes por la tarde en los alrededores del recinto. Para los festivaleros "es importante elegir un buen sitio en el camping, algo que durante todos los días del festival se convierte en una prioridad, para garantizarte un mayor confort" afirman las hermanas Verónica y Sandra que han venido desde Requena.

La zona de acampada ofrece todos los servicios del festival: cafeterías, comida rápida, duchas y aseos para todos los que han venido del esperado festival.

Así ha sido la Pre-Party del festival Medusa. ARTURO IRANZO

Estricto acceso

Desde que se abrieron las puertas, miles de jóvenes accedieron de forma ordenada tras pasar un estricto control de seguridad, que este año se ha incrementado con respecto a la última edición de 2019.

El alcalde de Cullera, Jordi Mayor, junto con responsables de la organización y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, supervisaron en primera persona el proceso de acceso al recinto, que pese al volumen de gente, se realizó de forma escalonada.

Efectivos de la Policía Local junto a la Autonómica, Protección Civil y la Guardia Civil han desplegado un amplio dispositivo de seguridad para estos días en la capital turística de la Ribera.

Según Marta, llegada desde Albacete y de 26 años, "estamos convencidos de que la vigilancia con tantísima gente ha de estar más que garantizada y nos hemos podido enterar por la prensa que habrá mucho policía de paisano entre el público, lo cual nos garantiza parte de esa seguridad".

Para la murciana Mila de 34 años, "la verdad es que ante el cariz que están tomando los acontecimientos con los de los pinchazos veníamos con un poco de miedo, pero nos ha dado mayor tranquilidad saber que hay muchos agentes".

En esa misma línea se expresaba Vicente Flores, de 29 años, llegado junto con seis amigos desde Madrid: "Es normal que en un festival haya policías de paisano, no solamente por los pinchazos, sino también para evitar hurtos, peleas, agresiones de cualquier tipo y sobre todo agresiones sexuales que se están produciendo últimamente en demasía".