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Cronistas de un desengaño

Xavier Pericay rinde tributo a los grandes periodistas de la II República en "Una generación viajera"

Cultura - Libros

Las fuerzas que impulsaron en España por segunda vez el establecimiento de una república no fueron después capaces de consolidarla y el régimen apenas pudo mantenerse en pie durante un lustro de incontenible frenesí político, sucumbiendo finalmente a un golpe de estado fallido que derivó en guerra civil, la experiencia colectiva más dolorosa, traumática y triste compartida por los españoles. La II República tuvo declarados enemigos desde el principio, no estuvo a la altura de las expectativas de otros y al final sus incondicionales representaban una minoría irrelevante. Es posible que los españoles de aquellos años se sintieran antimonárquicos en mayor medida que republicanos. En todo caso, pronto se vieron abducidos por postulados políticos poco compatibles.

Hasta tal punto fue así, que se hizo inevitable la guerra. La política pacífica, libre de violencia o coacción, sujeta únicamente a reglas resultantes de un acuerdo, no dispuso del espacio necesario. En consecuencia, la primera prueba para la democracia en nuestro país acabaría de la peor manera. Sin embargo, la sociedad española asimiló enseguida la amarga lección de aquel fracaso, así como la que se desprendió posteriormente de soportar una larga dictadura, y a la muerte de Franco acertó a asentar una democracia provista de todas las garantías, que parece segura y duradera, condiciones necesarias para su mejora continua.

Muchos españoles fallecieron con la inmensa pena de ver roto en mil pedazos el sueño republicano en el que habían puesto toda su ilusión. No llegaron a conocer nuestra democracia actual, a la que tanto contribuyeron, aunque esto ya no sea posible para ellos saberlo. Nos queda su recuerdo. Entre los aludidos está una nómina de periodistas brillantes, que han sido ignorados u olvidados hasta su redescubrimiento reciente: Assía, Camba, Chaves Nogales, Gaziel, Xammar. El único que sobrevivió a Franco fue Josep Pla, recluido en su casa del Ampurdán, escribiendo sin descanso. Pequeños burgueses, viajeros impenitentes por Europa y por el mundo, testigos de los sucesos críticos del siglo, con amistades cruzadas entre todos, liberales pero no del mismo modo igualmente demócratas, mostraron diferencias palpables en su entusiasmo y su compromiso con la República. Como Unamuno y Ortega, no tardaron en manifestar su decepción y una actitud escéptica hacia el futuro del régimen por el rumbo que iban tomando los acontecimientos. En Chaves Nogales se conjugan perfectamente la convicción política más firme con su derrota sin paliativos. En el prólogo de "A sangre y fuego", un hallazgo casual de Andrés Trapiello, escrito en París, huyendo de una muerte más que probable, comienza definiéndose como "ciudadano de una república democrática y parlamentaria" y termina dando por hecho el triunfo de un dictador y confesando su indiferencia ante lo que pueda ocurrir, pues lo da todo por perdido. Durante la guerra, todos salieron de España, adonde volvieron, excepto Chaves, que murió en Londres en 1944.

El librito de Xavier Pericay aporta un capítulo de notable interés a la historia intelectual de España, que está en pleno proceso de reconstrucción. De forma clara y concisa, lo que hace de su lectura un deleite, expone la reacción de unos periodistas lúcidos, cosmopolitas, con talento literario, al choque con la realidad española de la II República y la guerra civil, y la suerte diversa que corrieron en la posguerra. Por sus páginas aparecen entremezclados Azorín, Baroja, Corpus Barga y alguno más. La reflexión inicial sobre el periodismo y la historia es muy oportuna, pues los columnistas para los que Pericay reclama atención escribieron grandes crónicas de aquel periodo convulso, que él mismo ha tenido el acierto de reunir en un volumen titulado "Cuatro historias de la República" y editado por Destino en 2003. El libro, en fin, seduce al lector y lo lleva a disfrutar directamente de las páginas de Chaves, Gaziel o Pla.

Una generación viajera

Xavier Pericay

Athenaica, 108 páginas, 14 euros

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