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El golpe de las palabras

"Zona de obras" reúne escritos de varia naturaleza de la argentina Leila Guerriero sobre el oficio del periodismo

Cultura - Libros

Desde la escritura como planteamiento ante el acontecer diario, discerniendo entre lo casual y lo que tiene sentido, como objetivo y curación, Leila Guerriero aclara su visión del periodismo en "Zona de obras". Es una serie de artículos y extractos de conferencias que apelan a una forma de ser y estar en el tiempo. Todas las luces y sombras que se implican en el oficio de periodista para convertirlo en literatura. Guerriero resume la tarea de modo categórico: "Escribo como si boxeara".

La periodista argentina quiere que su profesión corra en la misma dirección que la vida; una caja de resonancia de la propia, muy respetuosa y mimosa con la de los demás. La consideración amplia y universal del mundo va pareja a la alabanza por el arte, que se instalará en nuestra vida. El tiento de estar siempre apartado a un lado, hurgando en el alma humana con la pluma afilada con un par de imperativos: "Expóngase a chorros de emoción ajena". Y: "Sean suaves como una ala".

Vocación y experiencia asisten a Guerriero para enderezar la realidad mediante los libros, que acaban por revestirla y cimentar las vivencias acumuladas, como le sucedió con "Madame Bovary". La vocación es energía creadora, el bagaje de las lecturas se inmiscuye en la piel, es respuesta y vaticinio. Un recorrido en el que se hace hincapié en las personas que le marcaron un designio vital y literario, como Martín Caparrós o Rodrigo Fresán. Eliminando la vacuidad, con meticulosidad y laboriosidad, además de una capacidad innata un tanto asombrosa, se recogerán los mejores frutos: "El periodismo narrativo es un oficio modesto, hecho por seres lo suficientemente humildes como para saber que nunca podrán entender el mundo, lo suficientemente soberbios como para creer que estos intentos les interesarán a todos".

Leila Guerriero nos recuerda la importancia de recrear la infinita mezcla de colores que componen el mundo, barajar y estudiar las hipótesis como instrumento de trabajo. También mostrar la perversión y transgresión que puede llegar a adquirir el lenguaje y sus eufemismos, con el debido tacto para utilizarlos convenientemente en temas sociales, políticos o científicos: "Me gusta entrar en la realidad como a un bazar repleto de cristales: tocando apenas y sin intervenir". Esa linde entre periodismo y literatura se sustenta en una concatenación verídica de hechos, como si de un novelista o director de cine se tratara. Nos mostrará cómo, para que el periodismo no sea un oficio de notarios, estarán los profesionales que escriban memorables páginas, haciendo honor a Tom Wolfe.

"Zona de obras", pues, aúna perfectamente teoría y práctica en la dilatada carrera de su autora. La consumación será la vida en bruto, sin artimañas ni probabilidades. El día a día hilvanado con la tinta ávida, siempre dispuesta a encontrarse con el nervio de una historia, para que todo cobre su naturaleza, con una advertencia proverbial: "Si no estamos atentos, desaparecerán, ante nuestros ojos bien cerrados, mundos enteros". Las exigencias y bonanzas del periodismo: esclavitud y liberación.

Zona de obras

Leila Guerriero

Anagrama, 272 páginas, 18,90 euros 


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