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Chasqueando los dedos

"Oídos que no ven" es una aproximación del poeta y novelista Mariano Peyrou a la relación que mantenemos con la música

Podemos decir que abunda la bibliografía sobre música que uno puede encontrar: libros sobre obras y músicos concretos; visiones más generales; aproximaciones desde puntos de vista sociales, culturales, antropológicos… La variedad nos permite escoger, pero a pesar de que, obviamente, no los he leído todos, me atrevo a asegurar que ninguno tiene la singularidad, agudeza y gracia de "Oídos que no ven" de Mariano Peyrou (1971) que, además de poeta y novelista, es músico y profesor de Historia del Jazz y Estética en el Centro Superior Música Creativa de Madrid.

El ensayo de Peyrou lleva en su portada el desafiante título de "Contra la idea de música intelectual". Ese es el disparadero (digámoslo así) de un libro que, si bien no pretende defender ninguna tesis, sí aporta abundantes datos, conocimientos y reflexiones como para preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de música intelectual y poner en entredicho tal calificativo; o por lo menos no caer en el maniqueísmo de separar desde una perspectiva musical la música popular de la que no lo es. El autor de "Lo de dentro fuera" nos convence de que las diferencias, de haberlas, responden más a una dinámica diríamos social o política.

"Oídos que no ven" abunda en ejemplos; en historias ilustrativas; en protagonistas… "Mi intención es criticar la idea de música intelectual, que no parece tan falsa como nociva: impide escuchar lo que suena. Pero en el camino aparecerán algunas claves que, espero, contribuirán a una escucha más rica". ¿Se enriquece nuestra relación con la música después de leer el ensayo de Peyrou? Sin lugar a dudas. "Escuchar lo que suena", parece obvio, pero ¿cuántas veces escuchamos lo que nos dicen que hay que escuchar o lo que creemos que estamos escuchando? En el libro se cita a George Braque: "Definir algo es sustituirlo por su definición". Ni la música clásica es una música de clases altas; ni el bebop fue la tumba de la música de baile; ni el trap, podríamos añadir, es música de gasolinera en una era digital. La falta de prejuicios y de hábitos nos eleva a una falsa moralidad estética. A veces la compleja simplicidad de un Miles Davis –"sólo existen dos clases de música: la buena y la mala"– nos aboca a buscar la letra pequeña que se esconde detrás de las gloriosas obviedades.

En "Oídos que no ven" abunda una sustanciosa letra pequeña y escasea lo sentencioso. Desde las primeras páginas, Peyrou nos transmite sus dudas y eso mejora su ensayo: lo aleja del ensayo de autoayuda y del ensayo de respuesta fácil. Casi nunca hay respuestas fáciles. Hay posibilidades de apañarse y disfrutar en el laberinto. Ya lo demostró con anterioridad en su excelente "Tensión y sentido. Una introducción a la poesía contemporánea" (Taurus, 2020) y lo recuerda en "Oídos que no ven": "La extrema racionalidad que se ha impuesto en la cultura europea, con su valoración de lo simétrico, de lo cuadrado, se manifiesta tanto en la música como en la forma de bailar". Es preferible lo de Ella Fitzgerald cuando le preguntaron qué era el jazz: se limitó a chasquear los dedos. Tampoco es que, bucólicamente, la música esté en la naturaleza. Nada me gustaría más que Arpeggione, el melómano perro de un relato de Daniel Moyano, pudiera ser real. Hasta la música más aparentemente natural se sostiene por un proceso.

Como lector he tenido la suerte de leer estupendos ensayos musicales: "Cómo funciona la música", de David Byrne, o "El ruido eterno", de Alex Ross. Para mí, "Oídos que no ven" podría estar en la misma estantería que los dos que acabo de citar.

Oídos que no ven

Mariano Peyrou

Taurus, 304 páginas, 18,90 euros

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