El deseo de leer (a Proust)

"El proustógrafo": un centenar de infografías para hablar de la "Recherche" sin haberla leído

Retrato de Proust por Jacques-Émile Blanche.

Retrato de Proust por Jacques-Émile Blanche. / pim

Moisés Mori

"En busca del tiempo perdido", la magna obra de Marcel Proust, es un libro tan importante y tan célebre que es raro que se carezca de alguna información sobre su contenido (importancia del tiempo, memoria involuntaria, celos...), de modo que pertenece sin duda a esa clase de libros de los que podemos hablar –tal como se exponía en un conocido ensayo de Pierre Bayard– sin haberlos leído, solo con repetir lo que de él nos ha llegado, lo que otros dicen en sus textos y conversaciones, en los medios de comunicación, en las aulas, etc. ¿Quién no ha oído hablar de la magdalena de Proust?

Pero del mismo modo, entre ese rumor social y compartido (inevitablemente configurado con no pocos mitos y tópicos), también es posible que nos hayamos formado la idea de que la Recherche (por abreviar el título a la francesa) es un libro que no está hecho para todos. "Demasiadas duquesas y condesas", parece ser que algo así dijo André Gide en un informe en el que desaconsejaba la publicación de "Por el camino de Swann", el primer tomo de la obra; y ese ambiente aristocrático (dato innegable) también se encuentra entre nuestras ideas recibidas acerca de la novela, incluso se entiende como un contagio del mundo personal de Proust (de su clase social, su refinamiento, su sexualidad, su cultura). Por otra parte, tal inconveniente, ese ámbito de gente selecta por el que discurre la novela, no solo se asocia a un preciosismo narrativo meramente ornamental, sino que calaría hasta la verdadera entraña de la obra, se transmitiría a la escritura, a una frase larga y enrevesada, así como a otras características de estilo en la misma línea (tendencia a lo ensayístico, complejidad, intelectualismo...) que configurarían, en definitiva, una obra difícil de leer. Y no digamos si a todo ello se suma –obstáculo decisivo– el desmesurado volumen del conjunto, sus siete tomos; pues si leyéramos a Proust no tendríamos tiempo para leer otras cosas, y son justamente los libros de nuestros contemporáneos, de actualidad (el último premio, la nueva promesa, el autor rescatado o descubierto...), lo que quizá queremos leer ante todo, pues pertenecen a nuestro mundo y nos atañen en principio más directamente, dan vida y sal a nuestras conversaciones, la prensa cultural habla de ellos y son en suma esos libros –no hay ironía en mis palabras– los que nos ponen más fácilmente en contacto con la literatura y nos invitan a interesarnos por ella.

No obstante, pese a tantos escollos como se interponen a la Recherche, no pocos lectores potenciales de este extraordinario libro mantienen vivo el deseo de leer a Proust, pues no solo son conocedores de que su novela forma parte del canon e intuyen, por tanto, que no será por mero capricho que la tradición cultural haya colocado "En busca del tiempo perdido" en la cima de la narrativa del siglo XX, sino que otros lectores (amigos, gente en quien se confía, con quien se comparten gustos e inquietudes) les han recomendado el libro sin reservas (y yo me sumo a ellos). De modo que confluyen así deseo y prevención; el deseo de leer una obra fundamental, indiscutible, y el temor a la novela refinada, difícil y de un volumen abrumador.

Tal vez estos homenajes en el centenario de la muerte de Marcel Proust (1871-1922) puedan contribuir a superar la indecisión, ese estancamiento, e inclinen por fin el ánimo hacia la lectura. Y para ello también ayudarán otros apoyos, textos que nos aproximen al universo proustiano, desde los más biográficos (como la clásica y algo desfasada pero recomendable biografía de George D. Painter o las famosas memorias de Céleste Albaret, sirvienta y confidente en los últimos años de Monsieur Proust) a los innumerables comentarios críticos y textos teóricos –bibliotecas enteras, "un género en sí mismo·– entre ellos, por ejemplo, alguno de los editados aquí recientemente con motivo de esta conmemoración, como el Marcel Proust de Roland Barthes, que reúne varios trabajos y notas del gran semiólogo o la guía de lectura del crítico italiano Alberto Beretta Anguissola ("Guía de la Recherche"), que justamente está concebida, dice su propio autor, con el propósito de quitar el miedo a adentrarse en la obra, como una especie de salvavidas para moverse en ese ancho océano.

Y una función similar, de presentación, ayuda o acercamiento a "En busca del tiempo perdido" puede cumplir asimismo "El proustógrafo" de Nicolas Ragonneau. Bien es cierto que se trata de un libro singular, que sigue una vía centrada en la imagen y no en el discurso, pues está planteado como una "enciclopedia visual"; un libro formado por más de cien infografías, esto es, por diagramas, croquis y otras representaciones gráficas que ofrecen datos o exponen la información mediante técnicas informáticas y con una especial atención al diseño de la página. "La monumentalidad de Proust –dice Ragonneau en el preámbulo– se presta a la contabilidad, a los balances, a la medición de las frecuencias, al establecimiento de récords, a las representaciones gráficas del Tiempo, el Espacio y los Números". Y tras la breve nota introductoria, siguen ya, una tras otra, las más de cien infografías, que ocupan normalmente toda una página y donde pueden encontrarse gráficos con todo tipo de informaciones, referencias y cifras en torno a Proust y su enciclopédica obra.

Pues, en efecto, este proustógrafo lo mide todo, desde insignificancias biográficas del escritor (los cambios en el bigote, los somníferos) al número total de personajes de la obra (2.500) o las claves de los principales (Swann, Odette, Albertine...); desde la suma de menciones a títulos nobiliarios ("duquesa": 845 veces) al tiempo que normalmente se tardaría en leer la novela ("algo más de dos meses, a razón de dos horas diarias"); desde las distintas ediciones francesas y traducciones a otras lenguas a la receta de la magdalena... Como se ve, curiosidades en efecto (la frase más larga, la palabra más repetida...) y datos sin especial significación por sí mismos, pero que acercan a los alrededores de la Recherche tanto a quienes ya conocen o desean leer a Proust como a aquellos que podrán seguir hablando del libro sin haberlo leído. Por lo demás, sobre el carácter artístico o de diseño de este artefacto, solo puedo decir que resulta un libro ameno, distinto y que no carece de humor: muestra así –además de un apasionamiento evidente– la necesaria distancia con el objeto de su investigación.

9788413627380 el proustografo

9788413627380 el proustografo

El proustógrafo

Nicolas Ragonneau 

Traducción de Isabel Soto López

Alianza, 192 páginas, 23,95 euros

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