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Un hito de la Egiptología

Un siglo del hallazgo de Tutankamón: las incógnitas que siguen abiertas

No todo está dicho sobre la prematura muerte del faraón niño, de la maldición o del descubrimiento de la tumba por Howard Carter

Detalle de la máscara de Tutankamón. PETER KNEFFEL

Tutankamón, el faraón niño. Su tumba, en el centro del Valle de los Reyes y hoy identificada como KV62, es la única de la realeza del Antiguo Egipto hallada intacta hasta la fecha (aunque en ella hubiera indicios de intentos de saqueo). En su interior, acompañando a la momia del joven faraón en el Más allá, había 5.398 objetos de incalculable valor: esas "cosas maravillosas", como los calificó su descubridor, el tenaz arqueólogo británico Howard Carter al atisbarlas a la luz de una vela por un agujero de la pared que daba a la antecámara. El hallazgo, el 4 de noviembre de 1922, hace ahora cien años, marcó un antes y un después en la historia de la Egiptología. Pero pasado un siglo, muchas incógnitas y especulaciones rodean aún este extraordinaria hito.  

¿Murió asesinado Tutankamón?

No. Rey de la XVIII dinastía, murió en el 1324 a.C siendo un joven de unos 19 años que había llegado a rey con 9. Su fin prematuro puede explicar el pequeño tamaño de su tumba (unos 100 metros cuadrados repartidos en cuatro estancias), impropia de un faraón, y que su valioso ajuar funerario pareciera haber sido reunido de forma precipitada. Según los últimos análisis y la tomografía computerizada que se le realizó a la momia había sufrido malaria y tenía los pies planos y un orificio en la parte posterior del cráneo, que es lo que abonó hace años la teoría del asesinato, pero hoy se cree que pudo realizarse durante el proceso de momificación. Todo apunta a que tenía una fractura en la pierna izquierda, causada probablemente por un accidente de carro mientras cazaba. Eso le provocó una infección que acabó matándolo.

En la tumba se halló una armadura de uso real, no ceremonial, con unas costuras de cuero muy eficientes contra las flechas, que como apunta el egiptólogo Nacho Ares en su libro ‘Cosas maravillosas’, pudo utilizar mientras lideraba las tropas en el campo de batalla, pues durante su reinado se sabe que varias expediciones expandieron los territorios egipcios hacia Nubia y hacia Oriente. 

Howard Carter, trabajando con el sarcófago de Tutankamón. HARRY BURTON

¿Se llevó Carter piezas de la tumba? 

Todos los egiptólogos coinciden en que el trabajo que Howard Carter realizó con la tumba fue un modelo de precisión, catalogación, documentación y conservación. Pero recientemente nuevas pruebas confirman que, como siempre se sospechó, el arqueólogo, y también su mecenas, Lord Carnarvon, sustrajeron algunos objetos secretamente. Desde hace años también se conoce que Carter, Carnarvon y la hija de este, Lady Evelyn, entraron en la tumba tres semanas después del hallazgo, con nocturnidad y alevosía, a espaldas del Servicio de Antigüedades egipcio. Hicieron un agujero, que sellaron con argamasa y ocultaron luego colocando delante un cesto. Un comportamiento que algunos arqueólogos han calificado de poco ético. "Sinceramente, yo hubiera hecho lo mismo", confiesa Ares, que especula que aquel día ya pudieron llevarse unos 40 objetos, pero que no eran ni de gran tamaño ni de excesivo valor: "podrían considerarse suvenirs". 

Aquí una breve pincelada biográfica: Carter era niño enfermizo que se convertiría en un hombre de carácter fuerte e introvertido, gran dibujante y acuarelista que viajó a Egipto de aprendiz con 17 años. Con 25 ya fue contratado como inspector general de los monumentos del Alto Egipto por Gaston Maspero, que dirigía el Servicio de Antigüedades de Egipto bajo soberanía francesa. Una de sus acciones fue poner luz eléctrica en Abu Simbel y otros lugares para evitar el humo de las antorchas que estropeaban los frescos. Apreciaba mucho a los egipcios, aprendió el idioma y trató con camaradería a los obreros a sus órdenes. Pero un incidente con unos turistas borrachos franceses en Sakkara, a los que Carter expulsó, no gustó al consulado, que exigió unas disculpas a las que el arqueólogo se negó, dimitiendo más adelante. Sobrevivió como guía y pintando acuarelas para los turistas hasta que Maspero le presentó al rico Lord Carnarvon. Tras diez años de excavaciones sin resultados relevantes el mecenas quiso abandonar pero Carter insistió, logrando una temporada más. El 4 de noviembre de 1922 halló un escalón que le llevó, junto a Tutankamón, a la inmortalidad.  

Cráneo del faraón Akenatón, padre de Tutankamón. MIKE NELSON

Asuntos de momias... y de familia 

Lleva mucho tiempo avisando el popular arqueólogo y poderoso exministro de Antigüedades de Egipto Zahi Hawass que está a punto de identificar las momias de la esposa y hermanastra de Tutankamón, Anjesenamón, y de su madrastra, Nefertiti, a su vez, madre de Anjesenamón. Hawass, siempre amante del espectáculo a la hora de revelar descubrimientos, de hecho había anunciado que coincidiendo con el centenario del hallazgo de la tumba de Tut revelaría los nuevos resultados de ADN a momias de su linaje, aunque luego se ha desdicho de ello, en palabras a ‘El independiente’. Cree estar seguro Hawass de que Nefertiti era la momia KV21B y Anjesenamón, la KV21A, halladas en la tumba KV21 (excavada en 1817 por Belzoni y, en 1987, por Donald Ryan). Pero habrá que esperar.  

El ADN sí ha certificado que Tutankamón es el padre de los dos fetos femeninos hallados momificados en su tumba (uno de siete meses y otro de cinco). La madre sería Anjesenamón, que también era su medio hermana: compartían padre, Akenatón. 

El padre de Tut fue Akenatón, conocido como el faraón hereje, que inició su reinado como Amenhotep IV pero se cambió el nombre abanderando la renuncia de la religión politeísta del poderoso clero de Amón para instaurar un único culto a Atón, el dios sol. Casado con su esposa principal, Nefertiti, cuyo bello busto se conserva en el Neues Museum de Berlín (eternamente reclamado por Egipto), tuvo con ella seis hijas. La teoría más probable es que Tutankamón fue fruto de la relación de Akenatón con una esposa secundaria y a la vez su hermana (el incesto en la realeza egipcia estaba a la orden del día): la misteriosa Kiya, que desapareció de repente y cuya momia, recientemente identificada se descubrió en 1898. El final del reinado de Akenatón, que pudo morir a los 35 años, es incierto, posiblemente provocado por los sacerdotes de Amón, que con un Tutankamón niño como faraón, pudieron volver a controlar el poder. El nombre de Akenatón fue borrado de las listas de las dinastías faraónicas y sus monumentos destruidos o dañados porque Seti I y Ramsés II, que consideraron que no debía ser recordado. 

De Tutankamón también se sabe que su abuela fue Tiye: más de 3.000 años después, su momia aún luce una larga cabellera. Un mechón de su pelo (así lo confirmó el ADN) fue hallado en la tumba de su famoso nieto en un mini sarcófago con su nombre. Tiye fue la esposa de Amenofis III -padre de Akenatón y abuelo de Tut-, que protagonizó un brillante reinado de 38 años. 

La reina Tiye, abuela de Tutankamón, quien tenía un mechón de su pelo conservado en un pequeño sarcófago en su tumba. KHALED EL-FIQI

Una princesa viuda en apuros

Aún hay dudas sobre si fue Anjesenamón o su madre Nefertiti, la protagonista de un hecho del que dieron fe las fuentes escritas del enemigo de Egipto: una esposa de faraón recién enviudada escribió una dramática carta pidiendo ayuda al rey hitita Supiluliuma y suplicándole que le enviara uno de sus hijos, un príncipe con el que casarse para frenar a los enemigos internos, léase el clero de Amón y otros intrigantes, que querían recuperar el poder tras el fin del monoteísmo de Akenatón. El monarca hitita accedió y envió a uno de sus hijos, pero este nunca llegó a su destino pues fue asesinado durante el viaje, víctima probablemente de un complot. 

La disputada sucesión 

Tras desaparecer Akenatón se cree que hubo un faraón, de nombre Semenkare, que gobernó unos tres años antes de Tutankamón. Hay egiptólogos que opinan que en realidad era Nefertiti, que se cambió de nombre para reinar (mucho antes, la reina Hatshepsut ya había gobernado con atributos masculinos). Otros creen que Semenkare pudo ser un hermano de Tutankamón.

Tras la muerte de Tutankamón subió al poder el anciano Ay, alto funcionario vinculado a la familia real ya desde tiempos de Amenofis III, quien tomó como esposa a la joven viuda Anjesenamón. Cuatro años después reinaba el general Horemheb.  

El busto de Nefertiti, en el Neues Museum de Berlín. MICHAEL SOHN

¿Está la tumba de Nefertiti junto a la de Tutankamón? 

Desde 2015, el arqueólogo británico Nicholas Reeves sostiene que la tumba de Tutankamón da a una cámara secreta que sería en realidad la tumba de Nefertiti. Su teoría se apuntalaba, entre otros indicios, en que la muerte prematura del joven faraón llevó a un entierro precipitado en una hipogeo improvisado, demasiado pequeño para un faraón y que pudo ser un anexo del que albergaba a su madrastra. Un equipo japonés estudió el espacio con un georradar y apuntó a posible material orgánico y metal tras el muro norte. Pero posteriores escáneres de la tumba de equipos de National Geographic y la Universidad de Turín concluyeron que no había nada. Hawass defiende que la de Nefertiti está en otra zona del Valle de los Reyes.    

¿Y la maldición?

Aunque eran frecuentes en otras tumbas, en realidad, no hay ninguna inscripción en la de Tut que sea una maldición explícita. Pero cierto es que Lord Carnarvon murió a los 57 años el 5 de abril de 1923 en su lujosa habitación de un hotel del Cairo, por una infección que le causó la picadura de un mosquito que se cortó afeitándose. La septicemia le causó delirios mientras agonizaba mencionando el nombre de Tutankamón y con las palabras "He escuchado... su llamada... y le sigo", escribe Ares. A la misma hora de su muerte, pero en Inglaterra, dice la leyenda de que la perra de la familia "aulló lastimeramente y murió". Apunta el experto que el 17 de febrero, el entonces inspector del Servicio de Antigüedades de Egipto, Arthur Weigall, comentó, medio bromeando con las supersticiones, que si Carnarvon bajaba a la tumba, le daba "seis semanas de vida"... Hagan cuentas.   

Todo ello desató la imaginación de la prensa de la época, que ávida de noticias sobre el descubrimiento, abonó las leyendas sobre la maldición de la momia, a las que se sumó Arthur Conan Doyle, que además de dar vida a Sherlock Holmes, acabó rendido al ocultismo y el espiritismo. No ayudó que el canario de Carter, pájaro que los obreros egipcios asociaban a la buena fortuna, había acabado en el vientre de una cobra, símbolo de mal agüero para los antiguos egipcios. Verdad es que hubo muertes de gente más o menos ligada al descubrimiento, pero también que muchos de los directamente implicados no cayeron víctimas de ninguna maldición letal: el mayor ‘culpable’ del mismo, Howard Carter, falleció en 1939 en Londres, a los 65 años, tras ser diagnosticado de linfoma de Hodgkin.  

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