La guerra y el desengaño

Las memorias de Fred Copeman ilustran el repliegue hacia posiciones más tibias que trajo, para muchos comunistas, la obligada visita a la URSS

Milio Rodríguez Cueto

Milio Rodríguez Cueto

La fotografía del autor que se reproduce en la cuarta página de este libro resulta perfectamente congruente con la etopeya autobiográfica del texto que la sigue: es la imagen de un tipo recio, decidido, que parece poco o nada inclinado a la picaresca, tampoco a la abstracción intelectual: un hombre de acción. Un carácter así tiene el valor y la integridad necesarios tanto para servir a una causa en la que cree como para denunciarla en el momento en que su fe en ella se ha esfumado, aun sabiendo que tal denuncia ha de costarle el anatema de quienes permanezcan fieles. Ese es, en realidad, el asunto último de estas memorias, publicadas en 1948, cuando el autor, con tan solo 41 años, había recorrido ya un largo camino de peripecias personales e ideológicas.

Fred Copeman fue, durante la década de 1930, un destacado militante del Partido Comunista británico, miembro de su comité ejecutivo. Tras su paso por las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española y una visita, en el 38, a la Rusia soviética, se produjo el desengaño: "La visita a la Unión Soviética, con la que yo había esperado insuflar una nueva vida a mis ilusiones, no estaba teniendo otro efecto que el de convertirme en un cínico, inspirándome muchas dudas sobre el éxito final del tremendo experimento económico que estaba llevando a cabo el Partido". Le desencanta encontrarse con que su partido, el Partido, reproduzca, en su seno, las desigualdades sociales que él conocía bien de Inglaterra (su procedencia era humildísima), concediendo determinados privilegios cotidianos (relativos a la vivienda, por ejemplo) a destacados cargos políticos. En Moscú, conoce a La Pasionaria, que le deja una impresión positiva y duradera: "Dolores Ibárruri será recordada siempre cuando otros muchos hayan sido olvidados. […] Nos habló con el corazón de una mujer y la mente de un astuto político. Consiguió vivir durante aquellos acontecimientos [la Guerra Civil] sin mancharse con intrigas o ambiciones personales". En fin: tras esta visita (no debemos olvidar que, teñida de carácter oficial, pues Copeman, como ya dijimos, formaba parte de la dirección del PC británico), ya de vuelta en el Reino Unido, se produce su espectacular conversión: se bautiza en el catolicismo e ingresa en el Moral Re-Armament (Rearme Moral), un movimiento pacifista internacional de raíces cristianas surgido poco antes de la Segunda Guerra Mundial con el propósito de enfrentar el belicismo imperante. Desde su nuevo posicionamiento ideológico / religioso, escribe Copeman: "El Materialismo Dialéctico, según lo propugnaban Marx y Lenin, me parece una mera excusa para posibilitar que los individuos ignoren los principios de la moral personal y se autojustifiquen bajo el abrigo de los intereses del proletariado. […] La verdadera felicidad de los trabajadores no puede ser lograda a costa de la de ningún otro estamento". Muy acertadamente, los responsables de la edición de "La razón en marcha" apuntan que, sin dejar de ser un ejercicio memorialístico, el libro tiene un referente claro en las "Confesiones" agustinianas. Un giro ideológico tan radical en un sujeto que había sido líder sindical, agitador condenado a prisión, brigadista combatiente para la República española y destacado comunista no podía dejar de resultar explotable para unos y condenable para otros. Copeman se enfrentó abiertamente al descrédito y al veto que, sobre su persona, promovía el PC: "El inevitable veto del Partido Comunista hacia mí fue evidente cuando presentaron su candidato como mi oponente" (se refiere a una candidatura a la ejecutiva del Sindicato de Construcción e Ingeniería). Peleón como siempre había sido, Copeman dedica el penúltimo capítulo de sus memorias a explicar las estrategias que el partido empleaba para obtener los resultados deseados, estrategias que él conocía bien por su militancia anterior, y que resume con ironía: "La dialéctica dicta que el Partido puede estar dispuesto a jugar al cricket, pero que no hay razón alguna para suponer que tengan que seguir las reglas del juego solo porque ellos las conozcan". Tras la Segunda Guerra Mundial, en la cual Copeman desempeñó un importante papel en la organización de la defensa civil contra los ataques aéreos sobre Londres que le valió, concluido el conflicto, ser condecorado con la Orden del Imperio Británico, encontró, en el Partido Laborista, el lugar en que podían convivir, sin estridencias, su declarada defensa de los derechos de las clases humildes con el cristianismo social que había abrazado: "Creo que el Socialismo es lo que más se aproxima al Cristianismo en el momento presente. […] Cristianos y socialistas […] tendrán que realizar un cambio interior […] antes de que se pueda lograr algún avance significativo hacia la sociedad ideal. Esta es la alternativa al violento poder del Comunismo reaccionario.”

La visita a la URSS no estaba teniendo otro efecto que el de convertirme en un cínico

En fin, sería un error de este reseñista no llamar la atención sobre el aspecto de "La razón en marcha" que más puede interesar al lector español, y son las páginas que dedica a su experiencia como brigadista en España, que conforman la parte más extensa de la obra. Dicen los editores: "Al leer sus minuciosos recuerdos, […] vamos a disponer de una información valiosísima sobre los aspectos internos de las Brigadas Internacionales menos conocidos y, sobre todo, sobre la mentalidad de los brigadistas británicos sometidos a una situación que les sobrepasó con creces". De España, Copeman regresó a Inglaterra seriamente herido, pero la herida más dolorosa que le dejó la Guerra Civil fue el descubrimiento de procedimientos del PC en pleno conflicto que él encontró reprobables y que abrieron la puerta para su posterior defección, de la que ya hemos hablado.

Queda solo referirnos al cuidado puesto por los responsables de la traducción y la edición, Luis Arias González y José Luis Martín Rodríguez, en documentar el texto con una cuidada bibliografía, un aparato de notas preciso y concreto que no estorba la lectura y aportaciones fotográficas que la enriquecen y la hacen más amena. "La razón en marcha" es, en fin, un texto de gran interés para quienes quieran descubrir, aún, algún aspecto desconocido de la guerra de nuestros abuelos, todavía tan presente, así como para quienes entiendan que el desengaño siempre será uno de los grandes temas de la experiencia humana.

la razon en marcha

la razon en marcha

La razón en marcha

Fred Copeman

Edición de Luis Arias González y José Luis Martín Rodríguez

Renacimiento, 400 páginas, 21,90 euros

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