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Lola Flores, el 'pipazo' y los 'mariquitas' que tanto la querían: una mirada diversa al icono pop que cumple 100 años

El libro 'Flores para Lola' aborda a la folclórica, una de las figuras más carismáticas de la España contemporánea, desde una perspectiva LGTBIQ+ y feminista

Lola Flores, de la que estos días se cumple su centenario.

Lola Flores, de la que estos días se cumple su centenario. / EFE

Carmen López

Es posible que mucha gente se acuerde de lo que estaba haciendo el día que falleció Lola Flores, porque fue una de esas muertes que conmocionan a la sociedad y paralizan la actualidad. Una multitud –entre ellas Carmen Sevilla y Rocío Jurado– se despidió de “Lola de España” con aplausos, lágrimas y flores. Muchas personas también tendrán grabada la imagen de la boda de su hija Lolita y la muchedumbre de asistentes. Fue el momento de la famosa frase “si me queréis, irse”, que la folclórica pronunció entre el ruego y la orden. Y la de la actuación que paralizó cuando su pendiente de oro salió volando. Una joya que pidió que le devolvieran porque su trabajo le había costado, según dijo. Todo este anecdotario, que es mucho más extenso, ha hecho que La Faraona haya pasado a la historia no solo como artista sino como personaje tanto para sus contemporáneos como para las generaciones posteriores.

Hace unos días, el 21 de enero, se celebraba el centenario de su nacimiento según los documentos oficiales, porque ella intentó durante mucho tiempo ocultar su edad real. Según su versión, había nacido en 1928 y su empeño en que el dato no se filtrase a la prensa la llevó a ordenar al Registro Civil que no expidiera su partida de nacimiento, y a la la iglesia jerezana de San Miguel la de su bautismo. Asimismo, se encargó de transformar el 3 por el 8 en la fecha de su DNI con un boli, pero la mentira salió a la luz en 1957, cuando se casó con el que fue su marido hasta la muerte, Antonio González El Pescailla. En el certificado de matrimonio sí ponía la fecha exacta de su alumbramiento y se publicó en todos los medios del país. Cualquier detalle de la vida de Lola Flores –y, en general, de sus compañeras de gremio– suscitaba interés. Tozuda como era, la artista decía que según su madre el parto había sido en 1928 y que ella se lo creía. Si los de Bilbao nacen donde les da la gana, la Flores llegó al mundo cuando le pareció conveniente.

La familia al completo: Antonio González 'el Pescaílla' y Lola Flores con sus hijos (de izda. a dcha.) Lolita, Rosario y Antonio en el aeropuerto de Barajas en 1969.

La familia al completo: Antonio González 'el Pescaílla' y Lola Flores con sus hijos (de izda. a dcha.) Lolita, Rosario y Antonio en el aeropuerto de Barajas en 1969. / EFE

Esta anécdota abre el libro Flores para Lola. Una mirada queer y feminista sobre la Faraona que Dos Bigotes y Egales editorial han coeditado con motivo de la efeméride. El volumen recoge una colección de ensayos breves que repasan la vida y la figura de la artista desde diferentes perspectivas firmados por diversos autores. Carlos Barea, escritor y Máster en Estudios LGBTIQ+, ha sido el coordinador del proyecto, un trabajo parecido al de “un director de orquesta”, comenta a este periódico. “Primero pensé cuál iba a ser el enfoque principal y, luego fui afinando para que todo sonara armonioso. Me preocupaba que todos cayeran en las mismas anécdotas o en los mismos enfoques, algo que no ocurrió al delimitar los temas de cada autor”.

El principal interés del libro es el análisis de la figura de Lola Flores como icono pop patrio, no de su persona. Como referente popular ha llegado a generaciones posteriores a través de los relatos de sus familiares –como cuenta Lidia García, investigadora y autora del podcast ¡Ay, campaneras!, en su ensayo Lola… (por supuesto que) sí–, de vídeos de Youtube, de la publicidad con deepfake o incluso de canciones de artistas actuales. Muchos fans de C. Tangana descubrieron que los versos “Se están muriendo de envidia/ Las flores, las estrellas y la Marbella/ Porque Dios te hizo, Lola/ Más bonita que a todas ellas” de su canción Muriendo de envidia son en realidad la letra de Lola, la canción que Antonio González dedicó a su mujer muchas décadas atrás. Y así seguirá con las generaciones venideras.

“El principal criterio de selección de autores fue que tuvieran menos de cuarenta años. Es decir, que hubieran conocido a la Lola más mediática de sus últimos años, pero que hubieran cultivado su verdadera devoción a través de YouTube. Otro de los requisitos era que la figura de Lola hubiera influido en sus vidas y/o en sus obras porque quería que fueran, en cierta forma, textos personales”, dice Barea. Entre las firmas del libro, además de la del propio Barea y la de Lidia García, están la de Fernando López, que analiza a la artista desde el baile; Pepa Blanes, que lo hace desde la mirada del cine o Noelia Cortés, que la mira desde el antirracismo. “Hemos conseguido tener un buen retrato de la figura de Lola desde diferentes perspectivas, pero contado desde un lugar personal y no tanto de una forma académica o ensayística”, asevera el coordinador del libro.

Genio y figura

La perspectiva queer y feminista es transversal en todos los textos, como se especifica en el propio subtítulo del trabajo. Observarla desde dicho prisma ha sido complicado para los autores porque, como explica Barea, "en la época que ella vivió no era habitual hacer una defensa cerrada, abierta y clara de esta cuestiones. Se podía leer en sus comportamientos o en la intencionalidad de sus declaraciones, algunas incluso de forma bastante directa”.

Sus afirmaciones muchas veces eran contradictorias –lo mismo reconocía públicamente que había abortado como que su marido manejaba el dinero aunque era ella quien lo ganaba– pero esos matices también son vitales para el análisis. “En algunos momentos, siendo leída desde el presente, algunas declaraciones podrían resultar un tanto contraproducentes. Pero siempre hay que tener en cuenta la intencionalidad y el contexto para comprender la intención positiva”, dice el coordinador del libro, y añade que "no obstante, y así se aclara en la introducción, no podemos obviar que la figura de Lola es fascinante, pero también contradictoria en algunos aspectos”.

No tardará en salir quien diga que madre mía, que lo queremos homosexualizar todo"

La figura de la artista se puede relacionar ahora con la diversidad, pero para muchos de sus contemporáneos la Flores era una folclórica que representaba los valores de una España tradicional. Un análisis del personaje desde nuevas perspectivas puede incomodar o incluso molestar a los seguidores que la tienen como referente cañí. “No tardará en salir quien diga que madre mía, que lo queremos homosexualizar todo. Contamos con ello. Al final, la interpretación de los iconos pop tiene más que ver con una intencionalidad social que con la propia realidad”, adelanta Barea.

La folclórica sí dejó para la posteridad frases en las que hace guiños de complicidad con la comunidad LGTBIQ+ de forma explícita. Una de las que más se recuerda es la que soltó en una entrevista con Lauren Postigo, que le preguntó sobre cómo le gustaría que fuese su funeral. Entre otras indicaciones, dijo que quería que la expusieran embalsamada en el Teatro Calderón para que pasaran a despedirse “los mariquitas, que me quieren mucho”.

Daniel María, crítico y gestor cultural, señala en el capítulo del libro Lo más grande que ha creado Dios: el comadreo marica en Lola Flores y otras notas camp que la folclórica entrevistó en su programa Ay Lola, Lolita, Lola (Antena3, 1995) a un grupo de mujeres trans a las que presentó diciendo: “Estas mujeres que voy a presentar han sufrido muchísimo y yo soy una admiradora y las trato con muchísimo respeto. Ella es Violeta. La otra es Milena. Ella es Carmen y ella es la Gamba”. También recupera el famoso ‘pipazo’, que define como “un hito del lesbianismo coplero”. De momento es una leyenda, porque no se ha logrado documentar cuándo y dónde dijo Lola Flores lo de: “¿Quién no se ha dado un pipazo con una buena amiga?”, pero para Daniel María, lo importante de esa anécdota “no es que se confirme la faraónica autoría sino que nos resulte verosímil, totalmente atribuible a su leyenda”.

Carlos Barea especifica precisamente que: “Hay que tener claro que no estamos hablando de una biografía o de un estudio de su vida. Si precisamente hacemos alusión a, como bien indica el subtítulo del libro, ‘una mirada queer y feminista’, es porque ya está implícita la cuestión subjetiva. Y dime tú si no hay nada más subjetivo, más personal y más potente que la mirada de alguien”

Homenajes dispares

Además de Flores para Lola, este mes de enero llegan otros dos libros centrados en la figura de la artista: una reedición de Lola Flores. Sociología de la Petenera de Francisco Umbral (Zut ediciones) y El universo de Lola Flores (Notorious ediciones), en el que también participa Carlos Barea. “Es un volumen más académico que analiza la producción cinematográfica de Lola Flores, ya que es una editorial especializada en cine. En mi caso, yo analizo El balcón de la luna, película protagonizada junto a Carmen Sevilla y a Paquita Rico, y de la que me propongo realizar una lectura feminista”, explica.

Este año habrá tres libros en tres editoriales independientes para Lola y 42 exposiciones para Picasso. Salvando las distancias [...] ¿tan difícil era un homenaje a Lola a la altura de lo que supuso para España?

La próxima primavera se inaugurará en Jerez el museo dedicado a la artista, una de las actividades previstas por el ayuntamiento de su ciudad natal para celebrar su centenario. De momento, este es el único organismo oficial que ha anunciado algún tipo de homenaje, un detalle que Barea quiere destacar: “2023 se ha declarado el año Picasso por el cincuenta aniversario de su muerte, y que se conmemora con 42 exposiciones. Es decir, habrá tres libros en tres editoriales independientes para Lola y 42 exposiciones para Picasso. Salvando las distancias acerca de la evidente proyección internacional del pintor malagueño y su aportación al arte universal, ¿tan difícil era un homenaje a Lola con cierta implicación institucional a la altura de lo que ella supuso para España?”.

Carlos Barea es un claro ejemplo de esa importancia que la figura de Lola Flores tiene en el universo emocional para la juventud actual. Su primer recuerdo vinculado a la artista es, precisamente, el del funeral que abre este artículo, tan relevante en la historia de la nación como el de Lady Di en Reino Unido, por ejemplo. “Lo emitían por televisión y para mí, un niño de ocho años recién cumplidos, era como si hubiera muerto la persona más importante de España, a juzgar por la magnitud de lo que en televisión se contaba”, rememora.

“Además, ese día vi llorar a mi padre por primera vez, un hombre de campo que nunca antes dado atisbos de debilidad. En ese momento, me di cuenta de lo fuerte que era lo que estaba pasando pero, sobre todo, de que los hombre también podían llorar”. “¿Fue quizá ese el punto de partida para replantearme mi lugar en el mundo como futuro hombre adulto? Pues espero que sí. Y si así fue, se lo debo a mi padre y a Lola Flores”, concluye.