La humanización del héroe

Maryse Condé regresa con "El evangelio del Nuevo Mundo", novela de lectura fácil pero abierta a diferentes interpretaciones, escrita sobre la falsilla de la vida de Jesús

Ilustración de Pablo García.

Ilustración de Pablo García.

M. S. Suárez Lafuente

Cuando, en 2018, la Academia Sueca decidió, por problemas internos, no otorgar ese año el Premio Nobel de Literatura, un grupo de libreros e intelectuales del país decidieron dar ellos un premio literario, que acabó siendo conocido como "el Nobel Alternativo". Nominados por bibliotecarios suecos y votados de manera abierta y popular llegaron a la final Haruki Murakami, Kim Thuy, Neil Gaiman y quien resultó ganadora: Maryse Condé.

Condé nació en la isla caribeña de Guadalupe en 1937, en una familia burguesa que le dio una educación totalmente francesa, de tal manera que hasta que no llegó a París, en 1953, no fue consciente de su ignorancia sobre la realidad de su país de origen. La autora relata que en Francia le enseñaron el significado de palabras como "colonialismo, colonización, identidad, origen, desposesión" y oyó hablar por primera vez de la esclavitud, tema que sus padres habían silenciado.

Conmocionada por este conocimiento, se puso entonces a escribir los primeros relatos de lo que sería una larga carrera literaria, si bien no empezó a publicar hasta cumplidos los cuarenta años. Vivió en varios países africanos (Costa de Marfil, Guinea, Ghana, Senegal, Mali); trabajó como periodista, fue activista y difusora de la historia y las culturas de África; trabajó para BBC África y fue profesora, en momentos puntuales, en varias universidades de Francia y Estados Unidos. Por todo ello, en 2021 le fue concedido el Prix Mondial Cino del Duca por su labor humanista, que no fue sino el broche a una carrera jalonada de premios significativos.

Condé escribió ensayos periodísticos, artículos, obras de teatro, piezas autobiográficas, relatos breves y novelas. "Segu" (1984), una saga familiar en el África de los siglos XVIII y XIX, fue la novela que le dio a conocer. Siguieron, entre otras, "Tituba, la bruja negra de Salem" (1986), "La colonia del nuevo mundo" (1993), "La deseada" (2001) y "El evangelio del Nuevo Mundo", publicada en 2021.

Puesto que Condé padece una enfermedad degenerativa que le impide escribir, "El evangelio del Nuevo Mundo", novela que recitó para que su marido la escribiera, es considerada su testamento literario. Es una novela de lectura fácil pero abierta a diferentes interpretaciones. Narra la vida de Pascal Ballandra, que transcurre, con la excepción de unos meses, en una isla antillana. Pascal es, en principio, un hombre común, que discurre por este mundo sin un rumbo muy fijo y siguiendo el itinerario que le van marcando las circunstancias. Se puede decir que es un Ulises cum Leopold Bloom "del nuevo mundo", como el título de la obra especifica.

Lo que hace a Pascal especial son sus concomitancias con la vida de Jesús según los Evangelios. No sólo nace en un establo "entre los cascos de una mula que lo calentaba con su aliento", sino que muere a los treinta y tres años en accidente. Entre estos dos acontecimientos, el texto está marcado por las citas y hechos más conocidos de los Evangelios, como las bodas de Caná, la multiplicación de los peces, la última cena, las tentaciones, etcétera; o las frases "que tire la primera piedra", "di una sola palabra" o "que los niños se acerquen a mí". Asimismo, aparecen los personajes de Judas, de Marta y María y de Lázaro, con características semejantes a las que tienen en el imaginario cristiano.

Algunas reseñas consideran esta novela como ejemplo de realismo mágico, pero aquí no hay magia: hay sincronía y una predisposición de quienes leemos a dejarnos llevar por ciertos episodios hacia aquello que ya conocemos. En todo caso, sí se trata de la humanización del héroe; Pascal fue criado con todo cariño por unos padres adoptivos y buscó a sus padres biológicos hasta encontrarlos, lo que no facilitó su vida, pues siguió siendo un personaje muy terrenal, desconcertado y lleno de dudas y miedos ante un destino desconocido e incierto al que le empujaba la fama y que le dieron unos acontecimientos ajenos a su libre albedrío.

Lo que el protagonista de la novela quiere es "entender el mundo, desentrañar su estructura más profunda" y "hacer de este mundo un lugar más armonioso y tolerante". Para ello, Pascal comprende que "es preciso transformar el corazón de los hombres", pero, tras un par de décadas buscando el camino para conseguir tal fin, sigue sin saber cómo empezar a lograrlo.

La novela discurre sobre varias utopías para acabar en la distopía

En su búsqueda, Pascal convive con comunistas, activistas sociales, rastafaris, hippies, comunidades religiosas y comunidades exclusivas y excluyentes, pero, aún a pesar de quedar maravillado al principio, siempre acaba huyendo de las imposiciones de índole dictatorial de quienes consideran que la responsabilidad de que no se abran brechas en el pensamiento unitario está en sus manos. Poco a poco, siguiendo las aspiraciones y andanzas de Pascal, la novela discurre sobre varias utopías para convertirse en una distopía; no en vano hay referencias a Margaret Atwood, autora de «El cuento de la criada», cuando Pascal vive en Caracalla, «tierra de los dioses».

La respuesta a las dudas de Pascal está, curiosamente, en sí mismo, en la diversidad que comporta y que es capaz de reconocer sin ningún esfuerzo, pues «resultaba imposible decir de qué raza era», si blanco, negro o asiático, si sus ancestros provenían de «las ciudades industriales de Europa, de la sabana africana o de un país polar recubierto de nieve». El mestizaje de Pascal le lleva a preguntarse si realmente es de origen divino, como creen quienes le rodean; de qué dios desciende («Dios, Alá, Buda, Papá Legba, Sakpata o Haile Selassie»), a qué Virgen pertenece, a una Virgen blanca, “negra, india, chappée-coolie, chabine, câpresse, mulata».

Ante tal variedad y abundancia de seres celestiales y de seres terrenales dispuestos a luchar por la supremacía de aquello en que creen, no es de extrañar que Pascal dude y bandee en su trayectoria vital. Si, sencillamente, fuera posible en este mundo admitir y respetar la diversidad, Pascal hubiera podido ser un hombre tranquilo, asentado en su mediocridad. Pero, como dice Luis Landero de su personaje Gregorio Olías, «la duda lo hacía infinito y la analogía lo emparentaba con los dioses», pero «las horas y los meses lo devolvían al barro»: una buena definición de lo que le ocurre a Pascal Ballandra.

Las palabras finales del libro son un canto a la utopía por excelencia: «el amor, que permite a las personas soportar el dolor, las desilusiones y todo tipo de afrentas, es lo único que puede transformar el mundo y devolverle su armonía». El testamento de Maryse Condé sería, por tanto, el mismo que Albert Einstein dejó en la carta que, supuestamente, escribió a su hija, donde afirma que el amor es la única energía universal.

La Deseada

La Deseada / Maryse Condé

El evangelio del Nuevo Mundo

Maryse Condé 

Traducción de Martha A. Alonso

Impedimenta, 350 páginas, 22,75 euros

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