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Lo mío de los otros

José Ovejero propone en "Mientras estamos muertos" una crónica desmitificadora del tardofranquismo atendiendo tanto a su experiencia individual como a la colectiva

Estilo, tono, atmósfera, estructura, lenguaje… y así podríamos seguir. Los citados anteriormente son aspectos que afectan a la escritura de un relato, de una novela. De cualquiera de ellos podríamos hablar con respecto al nuevo libro de cuentos de José Ovejero, "Mientras estamos muertos" (editado por Páginas de Espuma), pero lo más apropiado que veo para este caso es hablar de carácter, especialmente en lo referido a la primera acepción del sustantivo que uno se encuentra en el diccionario de la RAE: "Señal o marca que se imprime, pinta o esculpe en algo".

La marca de este nuevo libro de Ovejero toma de referencia una época y un espacio: la infancia de un niño en los setenta de un barrio obrero. La elección de esta ubicación y latitud por parte del autor de "Mundo extraño" le permite realizar un retrato personal y global. Y volviendo al asunto del carácter, la identificación entre biografía particular y biografía comunitaria imprime al libro un sesgo clave, ese que el mismo Ovejero se encarga de manifestar en el cuento titulado "Todo lo que sucede a nuestro alrededor nos sucede a nosotros". Situado casi a la mitad del libro, estamos sin duda ante el eje narrativo de la telaraña de historias y retratos del pasado que componen el volumen.

"No es posible escribir una obra autobiográfica sin hablar de lo que sucede alrededor, porque todo lo que sucede a nuestro alrededor nos sucede a nosotros". A partir de las palabras que acabo de citar, Ovejero manifiesta su poética y su política narrativa, que, en su caso, vienen a ser lo mismo. Antes de llegar a este punto del libro, nos encontramos con unos cuentos que marcan un terreno de juego dominado por la familia y su correlación de fuerzas (se suele afirmar que la familia es una representación de la sociedad a escala). Si es así, la representación a la que asistimos nos resulta conocida: España de los setenta; el paso del franquismo a la democracia; una aire cargado de violencia; un patriarcado impune; la aspiración, por parte de las clases más modestas, a un ascenso social; la migración del campo a la ciudad… Elementos todos que conforman el caldo de cultivo en el que se desarrolla "Mientras estamos muertos". A partir de ese cuento / eje señalado más arriba, se refuerza el carácter del escritor político; de la mirada ética. Lo mío de los otros, parece modular Ovejero en las páginas que escribe. Ese claro posicionamiento no merma la apuesta literaria. La cuestión no es nunca literatura política. La cuestión es literatura que sólo sea política. ¿Cómo llamarla entonces "literatura"?

Conviene además tener en cuenta que estamos ante un escritor inconformista; que busca desafiarse a sí mismo. Desde el discreto rincón de este reseñista siempre se vio a Ovejero buscando no repetirse; confiar en la propia capacidad de sorpresa de la escritura.

De anatomía circular, "Mientras estamos muertos" empieza y acaba alrededor de la figura del padre. De rito a rito. Por el medio, el narrador cuenta y, de paso, propone una enmienda a la totalidad de una historia común con más renglones torcidos de los que pensábamos. Lo hemos visto en las pantallas, eso que se dio en llamar cine quinqui y que no es otra cosa que la crónica de los perdedores del progreso: "La infelicidad es la causante del progreso, las civilizaciones se construyen gracias a personas infelices".

Debemos agradecer a Ovejero la incomodidad que nos provocan sus cuentos

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Debemos agradecer a Ovejero la incomodidad y mala conciencia que nos provocan sus cuentos. Esa incomodidad es la prueba de que yo soy todos y todos son yo. Es difícil empujarnos a estas conclusiones sin proclamas ni demagogias. Basta con tratar de hacer, treinta o cuarenta años después, la misma foto que hiciste entonces, con los mismos protagonistas. No es sólo el paso del tiempo, es la ingenuidad como un clavo al que agarrarse.

"Mientras estamos muertos" nos narra a la vez que nos interpela (¿no viene a ser lo mismo?).

Como el propio autor señala: "Muchos de los sucesos que sitúo en el pasado siguen dándose en el presente".

Mientras estamos muertos

José Ovejero 

Páginas de Espuma, 160 páginas, 17 euros

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