Entrevista | Víctor del Árbol escritor, publica "Nadie en esta tierra"

"Para vivir hace falta algo que nos dignifique"

"Si una novela no puede cambiar una vida, puede al menos ofrecernos un espejo"

Víctor del Árbol.

Víctor del Árbol. / Alejandro Garcia

Tino Pertierra

Tino Pertierra

A Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) le deben los buenos lectores de novela negra títulos como "El peso de los muertos", "La tristeza del samurái" o "El hijo del padre", obras que muestran una progresión creativa implacable. Y lo vuelve a demostrar con "Nadie en esta tierra".

–Hábleme de sus personajes.

–Tal vez sea cierto que para vivir –y no limitarse a sobrevivir– se necesita un propósito. Algo que nos diga que merece la pena seguir avanzando. Que nos dignifique. ‘Nadie en esta tierra’ ofrece a cada personaje la oportunidad de encontrarlo y cumplirlo o traicionarlo. Porque de eso va la libertad, de hacer elecciones y afrontar las consecuencias. Un librero que respeta tres cosas en la vida: la amistad, los libros y el Jack Daniel’s. Una periodista que cree que una cámara fotográfica es el arma más poderosa para desnudar a los corruptos. Un padre que llegará a lo indecible para salvar a su hija. Un niño que solo quiere seguir siéndolo. Un hombre lobo que depreda inocencias, un funcionario que sueña con el poder… Y en medio de todos ellos, a un lado de la línea, Julián Leal, un inspector de policía que jamás ha dejado de creer que merece la pena luchar por un poco de justicia. Frente a él, una voz misteriosa, una presencia cuyo nombre no nos atrevemos a conocer: la voz hipnótica del mal, la seducción del relativismo moral. El cinismo que nos exime de toda culpa.

–Novela policíaca, novela negra, thriller... ¿Claves?

–Ritmo e intensidad con la intención de que se sientan cómplices los lectores de cualquier género. Todo lo que sirva para cuestionar dónde está esa línea que no se debe traspasar. Qué significa ser un héroe o un cobarde. Cómo el tráfico de cocaína transformó la sociedad española en los ochenta, cómo callar no significa olvidar en un pequeño pueblo de la costa gallega donde los pactos de silencio sobre el pasado pesan en cada puerta cerrada. Amigos de la niñez que se juramentaron para no crecer jamás y que vuelven a encontrarse 30 años después. Y entre las olas y las montañas un reguero de muertos con una historia que contar.

–¿Qué preguntas hace su obra?

–¿Hasta dónde se puede ser leal a una idea, a un amigo, a un amor? ¿Dónde está ese límite en el que el miedo nos hará retroceder?

–¿Para qué sirve la literatura?

–Alguien me dijo hace poco que "la literatura ha muerto" Yo discrepo. Mientras algo respira, está vivo. Y si una novela no puede cambiar una vida, puede al menos ofrecernos un espejo.

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