La aporía familiar

"Saturno", de Sarah Chiche, es un libro celebrativo a pesar de la cuota de dolor que contiene

Ricardo Menéndez Salmón

Ricardo Menéndez Salmón

La familia es el surco donde la aguja salta. Antes o después, la literatura labra esa herida. Que en años precedentes se haya hablado hasta el hartazgo de libros de duelo, redención o memorias a propósito del padre, la madre, el ancestro en sus diversas encarnaciones, no significa que antes faltaran esas referencias. Sucede que por razones a menudo caprichosas, cuando no capciosas, el mercado editorial ha puesto el foco en los últimos tiempos sobre un tema ineludible: la reconstrucción del escritor mediante la pesquisa familiar.

"Saturno", de Sarah Chiche, responde a esa lógica de la indagación en los orígenes sin dejar nada en el tintero. Cierto que el libro nace en torno a la figura paterna y a su muerte a una edad intolerable, los treinta y cuatro años que el padre de la autora tenía cuando una leucemia lo arrebató, pero pronto la escritora deja claro que la mirada no va a detenerse ahí, y que su escrutinio va a afectar a todos aquellos que comparten una sangre. Son así convocados, junto al padre perdido, la madre viuda, el tío triunfador, los abuelos paternos y maternos, las figuras de una representación coral que transcurre entre la Argelia convulsa de los años 60 y la Francia exhausta del cambio de siglo. En medio de ese drama de personas y territorios, una niña huérfana salda cuentas con un fantasma que se resiste a abandonarla y con esa camada cercana y a menudo odiosa que la circunda, empujada a una crisis física y psíquica que la depositará, antes de los treinta años, a las puertas de la locura.

En "Saturno", los silencios, lo no dicho, lo que quedó sin expresar por razones de piedad, vergüenza o incomodidad configura el corazón del relato. El libro es un intento por recuperar esas ausencias: las conversaciones que no se tuvieron, las palabras que se ocultaron, los sentimientos que se esquivaron. El lector sospecha que para Chiche la redacción del libro habrá supuesto un paso decisivo hacia la madurez vital y literaria, una toma de conciencia radical de que con la desaparición de los padres la muerte pasa de ser un asunto en tercera persona, algo que le sucede a los otros, para convertirse en un asunto en primera persona, algo que le sucede a uno mismo. Dicho esto, y a pesar de la cuota de dolor que contiene, "Saturno" es un libro celebrativo que satisface lo que Julia Kristeva ha definido como la aporía de la escritura. En toda escritura hay derrota y victoria. Hay derrota porque ninguna escritura alcanza a expresar lo que persigue decir; hay victoria porque la escritura es la herramienta más poderosa para elucidar quiénes somos. En ningún asunto como el del examen familiar esta contradicción exhibe sus poderes. Al tiempo que la autora de "Saturno" fracasa en su empeño por cartografiar con exactitud el territorio secreto de su intimidad, levanta el único mapa adecuado de su vida: la que tuvo, la que se le negó, la que hubiera querido recorrer.

chiche

chiche

Saturno

Sarah Chiche 

Traducción de Álex Gibert 

Gatopardo, 208 páginas, 18,95 euros

Suscríbete para seguir leyendo