Reseña literaria

‘Memorias del subsuelo’ abre los años milagrosos de Dostoievski

Este libro marca la primera aparición de sus demonios interiores | El hombre anónimo del subsuelo es ese monstruo que todos llevamos dentro y al que el escritor libera en este relato

'Memorias del subsuelo', de Dostoievski.

'Memorias del subsuelo', de Dostoievski.

Javier García Recio

Sabemos por sus libros, por su diario y otros escritos que Fiódor Dostoievski fue un hombre al que, como escritor, su situación vital en cada momento determinaba un tipo de relato u otro. Al escribir no podía desprenderse, más bien al contrario, de su propio mundo interior, de sus sentimientos y pasiones que terminaban casi siempre reflejados en el relato pertinente. ‘Memorias del subsuelo’, que Alba Editorial recupera en una impecable edición, con traducción de Fernando Otero, es un ejemplo paradigmático de ello. En torno a 1863 al escritor parece que la mala suerte le persigue: enfermo de hemorroides; su mujer María Dmitrieva agoniza enferma de tisis y muere al poco; su afición a la ruleta había vuelto a dejarle en precaria situación económica, le han clausurado su revista. Todo le es hostil. Pero también es el comienzo de los años que su gran biógrafo Joseph Frank llamó “los años milagrosos” en los que, pese a esos graves problemas económicos, familiares y de conciencia, pudo firmar sus grandes logros novelísticos; los años en que comenzando por ‘Memorias del subsuelo’ se prolongaron con ‘Crimen y castigo’, ‘El idiota’ y ‘Los idiotas’.

Es conminado por esa negrura, por esos trastornos emocionales, que el escritor hunde la mirada en su abismo interior. En el subsuelo de su conciencia donde se agitan esos demonios internos que el hombre evita. Dostoievski visita los pozos sucios de su personalidad dispuesto a sacar a la luz su negra basura en una admirable sesión de psicoanálisis.

Surgen así estas páginas amargas, desoladas y sarcásticas en las que el protagonista queda acorralado en su guarida subterránea “soy un charlatán. Pero que se le va a hacer si el más inmediato, el único destino de todo hombre inteligente es la charlatanería, es decir, dar vueltas a la noria deliberadamente”.

Se trata de uno de los relatos más cortos de Dostoievski pero más importantes en cuanto a influencia en sus obras posteriores como 'Crimen y Castigo' o 'El jugador' y en la literatura rusa. Ello se debe a que el escritor supo concentrar en esas pocas páginas buena parte de sus contenido filosófico más que ninguna otra obra del autor, y en la que se plantean las cuestiones más extremas que un hombre pueda hacer, como la racionalidad, el libre albedrío, la contradicción interna entre pensar, sentir y hacer, o aquella otra entre el bien y la libertad; la frustración o las dudas de que los hombres, dominados por sus pasiones morales, sean capaces de hacer avanzar la sociedad, reflexiones todas ellas en las que Dostoievski expresas sus propios razonamientos vitales. El monólogo del hombre del subsuelo es una crítica de la filosofía occidental, del racionalismo, y el individualismo, una crítica que está en la cabeza del propio escritor y que este continuará desarrollando en sus novelas posteriores, como 'Crimen y Castigo' o 'El idiota'. Y Los hermanos Karamazov. En ellas Dostoievski expone su particular definición de la razón ilustrada y se cuestiona si ella es fundamento de una buena sociedad. Esta discusión es muy evidente y apasionada en ‘Memorias del subsuelo’ donde se evidencia la crisis sobre la modernización de Rusia.

Su traslado al submundo, su alejamiento voluntario de la sociedad es consecuencia del rechazo que percibe en los demás por su actitud egoísta, aunque víctima de su propia egolatría, convierte ese rechazo en una virtud y se convence a si mismo que es su superioridad intelectual la que propicia ese desapego. 

Las ‘Memorias del subsuelo’ marca para Dostoievski la primera aparición de sus demonios interiores, hasta entonces ocultos en su literatura. El hombre anónimo del subsuelo es ese monstruo diabólico que todos llevamos dentro y al que el escritor libera en este relato.

Su juego de reacciones, su esquema psicológico son los mismos que el escritor dibujará luego, con más complejidad, por ejemplo, en el sombrío Raskólnikov de 'Crimen y Castigo' o en 'El idiota'.

Dostoievski logra crear con este antihéroe anónimo y marginado uno de los mejores y más impactantes personajes siniestros de su ingente producción novelística; un sujeto retorcido y miserable que se esconde en el subsuelo, un subsuelo que debe entenderse, claro está, en sentido figurado, como el subsuelo del alma, la región profunda y tenebrosa donde habitan de manera oculta los peores instintos. Todo aquello que es la antítesis de la luz del espíritu

En su primera parte, un anónimo funcionario, se dirige en un largo monólogo interior a un imaginario público como un orador: En su largo soliloquio descubrimos a un tipo violento, contradictorio, enfermizo, despechado de la sociedad a la que lanza violentas interpelaciones continuos reproches, si bien el mismo se considera repulsivo, deplorable y grosero a la vez que confiesa su orgulloso aislamiento de la sociedad. “Soy un hombre enfermo…Un hombre malvado”, confiesa en el inicio de su monólogo. En todo caso no es una trama con un discurso lineal pues el narrador no tiene conciencia de ello y sus distintos alegatos rivalizan e incluso se contradicen entre si. Es un relato esencialmente escénico donde los discursos del narrador se mueven de una crisis a la siguiente. Algo muy parecido a la propia vida del escritor. El propio Dostoievski en la introducción señala que “mi intención es presentar ante la faz del público, de un modo más notorio de lo habitual, uno de los tipos característicos del pasado reciente”.

Hay una segunda parte, ‘A propósito de la nieve húmeda’, con una estructura más ordenada y acorde con el relato clásico, donde el narrador recuerda un suceso ocurrido en su juventud y la humillación que sufrió uno de sus compañeros de escuela, que le sirve de justificación a su proceder posterior. Surgen en este nuevo monólogo un sinfín de personajes de todo tipo, entre ellos a Liza, una prostituta a la que invita a su casa y a la que termina por ofender y humillar y que se aleja de él llorando y maldiciendo sus silencios.

Verdadero escritor romántico, Dostoievski tiene una vida tan apasionante y convulsa como sus obras, una vida que como se refleja en 'Memorias del subsuelo', era atormentada subterráneamente en ese subsuelo donde el subconsciente alberga sus demonios.