Ignacio Ferrando ( Trubia, 1972) empezó a escribir "El rumor y los insectos" hace quince años. Era "un diálogo de cuatrocientas páginas entablado por un puñado de chatbots. Una versión rústica del actual ChatGPT. Al principio esas voces debatían sobre un juicio alrededor de un presunto asesinato, pero pronto empezaban a desvariar y mediada la novela todos tenían el mismo nivel de información y decidían empezar a hablar con otros humanos para aprender y confundirse con ellos". La novela estuvo en un cajón hasta hace cuatro años, cuando, justo antes de la pandemia, "retomé la idea y sustituí estas voces por seres sintéticos, reales, tangibles y mucho más visuales desde el punto de vista narrativo". Así creó una colonia situada en un valle alpino de Alemania, patrocinada por una gran corporación, donde conviven los seres humanos con los seres sintéticos. "Los humanos no saben que conviven con androides y los androides no saben que son androides. En este caldo de cultivo la corporación contrata al antropólogo –una especie de tecnófobo en sus horas bajas empeñado en demostrar que ninguna máquina se comportará jamás como un humano– para investigar un suicidio ritual que se produce sistemáticamente en la colonia desde hace semanas".
Para el antropólogo ninguna máquina se suicidaría si no es programada para ello, "en tanto en cuanto supone la última Gran Contradicción. Así que, si es capaz de desentrañar los motivos de esas muertes –y estas obedecen a causas previsibles– demostrará que el funcionamiento es lógico; pero si, como sostiene la corporación, este comportamiento es arbitrario, el sistema habrá alcanzado la singularidad, y por tanto, ese instante en el que los seres artificiales han superado a la humanidad y se ha producido la ‘explosión de la inteligencia’ que algunos teóricos preconizan desde hace décadas".
Inició la escritura "intrigado por esa frontera, cada vez más difusa entre lo humano y lo simulado, instigado por los comportamientos gregarios que, como sociedad, cada vez son más patentes. La simulación prescinde de su apoyatura en la realidad. ¿Qué separa ser humano de la simulación de ser humano? Esta pregunta me sirvió de excusa para adentrarme en temas que ya permean mi trabajo anterior, la identidad, la creación de narrativas culturales, el anhelo de trascendencia religiosa, la violencia y el sexo. He tratado de que la novela sea entretenida y se sostenga con mucha intriga, pero me gusta pensar que también hay en ella hondura y reflexiones sobre la naturaleza humana y su complejidad, su necesaria carga de contradicciones, incluso su estulticia, y, en definitiva, sobre lo inexplicable de ser humano".
El proceso de escritura fue "emocionante, pero también abrumador debido a la envergadura del proyecto. La mayor satisfacción fue ver culminado el anhelo de una novela mayor con la que llevaba soñando quince años, que desarrollaba mis inquietudes sobre la identidad, la religión y la historia".

El rumor y los insectos
Ignacio Ferrando
Tusquets, 496 páginas, 21 euros