bloc de notas

Un miniaturista de la historia

Éric Vuillard vuelve a brillar como escenificador de la tragedia contemporánea en "Una salida honrosa", inquietante visión sobre la guerra de Indochina

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

La afirmación de que la historia es una novela auténtica ha desdibujado la frontera porosa entre ficción y no ficción. Hasta el punto de poder justificar que "Una salida honrosa", el nuevo libro de Éric Vuillard (Lyon, 1968), sea considerado novela. Él, sin embargo, ha preferido, como en sus trabajos anteriores basados en hechos históricos, definirlo utilizando la palabra "narrativa". Así pretende subrayar tanto la relativa brevedad del texto, dada la magnitud del acontecimiento –la guerra de Indochina–, el lugar que ocupa el autor y el rechazo a cualquier invención. Lejos del fresco monumental que suele inspirar a otros escritores de novelas históricas, opta por poner el foco sobre unos días y unos personajes, aunque en momentos muy decisivos. En "Una salida honrosa" opera el mismo modelo de "14 de julio", donde Vuillard narra la toma de la Bastilla; igual que "El orden del día", premio Goncourt 2017, muestra el ascenso del poder nazi en la década de 1930 a través de varios episodios poco conocidos o aparentemente anecdóticos en torno al Anschluss. Vuillard es un especialista consumado en miniaturas que arrojan luz sobre la situación desde determinados ángulos; cada uno de ellos se puede completar con lo que ya sabemos o, en su defecto, con la imaginación. "Una salida honrosa" no busca la originalidad al colocar la batalla de Diên Biên Phu (1954) en el centro de la historia, pero la perspectiva es nueva. Al mismo tiempo que el autor condensa información, la abre de par en par: su libro comienza en 1928, con una misión de inspección laboral en una plantación de Michelin y termina con la caída de Saigón, durante la debacle de 1975. Todo está perfectamente enlazado.

Vuillard

Éric Vuillard, por Pablo García

El método Vuillard es muy efectivo. Por medio de la literatura se acerca a la cruda realidad de los hechos invitando al lector a desplazarse entre bambalinas para vislumbrar el escenario que preside los grandes acontecimientos, y que obviamente no se cuenta en los libros de historia. El autor de "Una salida honrosa" disecciona con agudeza y un compromiso asumido los mecanismos de poder, las relaciones de dominación que se expresan a nivel internacional a través de un episodio emblemático del colonialismo y de la vida social del siglo pasado. Esboza de paso la vieja burguesía francesa al mando, segura de sí misma hasta el absurdo, y yuxtapone la violencia del campo de batalla con el ambiente muelle del 19 de octubre de 1950 en la Asamblea Nacional, donde unos diputados somnolientos despiertan de su siesta para burlarse del desastre de Cao Bang. En ese momento, uno de ellos, Pierre Mendès France, causa estupor en el hemiciclo al invocar otra solución, o lo que es lo mismo la búsqueda de un acuerdo político con los que combaten a Francia. Dicho sea de paso, como describe Vuillard, con esa "cara de cejas alzadas, sumida en la duda, vulnerable", que le caracterizó desde entonces. Siguen otros episodios, hasta la retirada de los estadounidenses de Saigón, pasando por la derrota de Diên Biên Phu, que marca el final del conflicto para los franceses, todo ello sin la salida honrosa esperada.

Mientras tanto, una galería de retratos implacables e impagables recorre las páginas de la narración. Políticos, soldados o banqueros, desde Maurice Viollette, alcalde de Dreux, partidario de reformas en el imperio de ultramar, hasta De Lattre de Tassigny, el héroe de la Segunda Guerra Mundial que comandó las fuerzas francesas en Indochina; el general Henri Navarre, y del seductor de salón Christian Marie Ferdinand de la Croix de Castries, que se enfrentó al Viet Minh en Diên Biên Phu; y el propio Emile Minost, todos ellos y algunos otros, menos conocidos incluso por los propios franceses, figuran en el relato bien identificados por una escritura precisa e irónica. Ciertos historiadores han llegado a criticar a Vuillard por su empeño en hacer malabarismos con los hechos, de disponer de ellos caprichosamente a su manera y conveniencia. Pero esto, pienso yo, forma parte de la libertad del creador que se apodera de un material histórico como otros lo hacen del sentimiento del amor. No he dejado de leer con interés a este poderoso escenificador de tragedias contemporáneas que es Éric Vuillard.

Portada Vuillard

Portada Vuillard

Una salida honrosa

Éric Vuillard

Traducción de Juan M. Salmerón Arjona

Tusquets, 184 páginas, 17,90 euros

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