Lear en Iowa

En "Heredarás la tierra", su ineludible pieza maestra, Jane Smiley aumenta el impacto de la tragedia de Shakespeare al ambientar su versión en el Medio Oeste americano

Ricardo Menéndez Salmón

Ricardo Menéndez Salmón

Gonerilda, Regania y Cordelia se llaman Ginny, Rose y Caroline en "Heredarás la tierra", la ineludible pieza maestra de Jane Smiley. El nombre de Lear es Larry, y en vez de rey de Bretaña, es un granjero que posee mil acres de las mejores tierras de Iowa. También en esta narración hay un reparto del botín, y desconsuelo y drama, y filias y fobias, y traiciones y desventuras, y muerte y locura, y el pandemonio que resulta ser toda familia cuando se toca a rebato y sus secretos son convocados a la luz. Pero el genio de Smiley, con pocas dudas una de las mayores escritoras vivas, no se limita a colocar su novela sobre la matriz original del texto de Shakespeare, sino que obra esa magnífica alquimia mediante la cual ciertos autores mejoran el modelo al servirse de él para proponer una relectura. Dicho de otro modo. Así como Joyce engrandeció aún más "Odisea" al escribir "Ulises", o Littell engrandeció aún más "Orestiada" al escribir "Las benévolas", Jane Smiley hace aún más impactante "El rey Lear" al ofrecernos esta asombrosa versión ambientada en el Medio Oeste americano.

Ya revelado desde las páginas de este mismo suplemento en anteriores lecturas dedicadas a tres maravillosas nouvelles publicadas también por Sexto Piso, "La edad del desconsuelo", "Un amor cualquiera" y "La mejor voluntad", el talento de Smiley estalla en Heredarás la tierra hasta adquirir la distancia, la ambición e incluso el continente de la novela clásica. Las casi quinientas páginas de "Heredarás la tierra" son el testimonio de una ópera magna, a la que todo escritor secretamente aspira, pero que sólo a unos pocos se les concede escribir. Y su redacción abraza una vez más, con felicísimos resultados, el credo que Smiley ha definido en su labor ensayística como el corazón y razón de ser de la narrativa de ficción, esa "simpatía liberal" que permite al novelista entrar en las conciencias de tirios y troyanos, de quien pasa y de quien permanece, de quien no nació y de quien jamás morirá.

La puerta de entrada a ese misterio de la fecundidad que nos rodea en forma de acciones y omisiones lo ejecuta la voz de la única narradora de la novela, Ginny/Gonerilda, la hija y hermana mayor. Y no empleo la palabra "fecundidad" de forma azarosa, pues Ginny es estéril, y sin embargo es su voz, el hijo que nunca tuvo, la que recrea, nutre y sostiene la extraordinaria educación sentimental a la que la decisión del patriarca Cook arrastra a su familia. Ginny no sólo cocina, limpia y recolecta con minuciosidad. Su voz posee también esa transparencia que no nace sólo de la costumbre, sino de la voluntad de comprensión: casas limpias, campos sembrados, vidas expuestas. Como esa "astilla reluciente de obsidiana" que la narradora preserva por encima de cualquier otro recuerdo y con la que la novela culmina, clausurando uno de los más aterradores finales de la literatura contemporánea.

Háganse un favor. Lean a Smiley. Hereden la tierra.

46336361

46336361

Heredarás la tierra

Jane Smiley

Traducción de Inga Pellisa

Sexto Piso, 472 páginas 24,90 euros

Suscríbete para seguir leyendo