Crítica

Ángeles Mora: Crítica de 'Soñar con bicicletas'

Este poemario, uno de los mejores de la autora, responde a una meditación sobre el pasado como una manera de espolear interrogaciones hacia el presente

Ángeles Mora.

Ángeles Mora.

Juan Carlos Abril

Soñar con bicicletas, el último poemario de Ángeles Mora (Rute, Córdoba, 1952) es magnífico. Uno de sus mejores libros, y ya son una lista entrelazada de obras maestras, que la han aupado a los puestos cimeros de la poesía española contemporánea, refrendada, entre otros, por el Premio Nacional de Poesía y el Premio de la Crítica de 2016 por Ficciones para una autobiografía (Bartleby).

Soñar con bicicletas responde a una meditación sobre el pasado, pero en ningún caso a un ensimismamiento, sino a una manera de espolear interrogaciones hacia el presente, aseveraciones y verdades, como en Hoy es mañana: "Y lo has sabido: vale más tocarla,/ atravesar la blanca rosa/ de sus dedos,/ abrazarla en presente,/ que arrastrar la nostalgia del ayer/ o un futuro lejano,/ esa capa envolvente con su polvo raído" (34), y en Viendo volar las nubes, donde el personaje (femenino) está "Tendida entre la hierba,/ sonriéndole a las nubes", y sabe que "mañana es un enigma". Por eso se repite a sí misma: "Disfruta y atesora/ conciencia y voluntad" (41).

Sin embargo, el pasado aparece como una constante y, lejos de considerarlo con benevolencia o melancolía, la mirada de la poeta cierne sobre él un juicio inexorable sin contemplacionesEl sueño de las bicicletas del título y del breve poema homónimo (21) significa esa ilusión de la infancia-adolescencia por conseguir algo inalcanzable que, con más dolor, estaba vedado a las chicas. Ese sueño sigue presente ahora de un modo u otro como reivindicación feminista de una necesidad que no olvida, tomando cuerpo en la senectud para expresarse poéticamente, aunque sin escatimar un ápice ideológico, de concienciación desde el recuerdo de la injusticia, esa herida viva e indeleble de la juventud que no ha terminado de cerrarse, y que sigue abierta.

Los poemas con lectura feminista son los más poderosos y sobresalientes del conjunto

No obstante, no se traduce en rencor, no, sino como lección para aprender y establecer las diferencias con la posmodernidadMi vida secreta (Las chicas) (17-19) plantea la dura realidad de ser mujer hace cinco o seis décadas, en una España mucho más gris -sin duda- que la actual, sin los logros sociales que hoy se disfrutan. "Las chicas nos sabíamos/ en el filo de la navaja,/ solas ante el peligro" (17). Como hemos advertido, se trata de una reflexión ideológicamente poderosa: "Y sin embargo nada pudo nunca/ traicionar mi camino,/ atravesar mi noche. […] / Nada puede impedir al pensamiento,/ esa agua subterránea,/ anegar el silencio, bucear en lo oscuro,/ desgarrando los velos del engaño:/ la consciencia no tiene marcha atrás/ y el dolor va desnudo" (18).

Claves

Dividido en cuatro secciones, Mi vida secreta, La luz del poema, Underworld y El largo adiós, y con un brevísimo poema introductorio titulado Unbalanced (13), Soñar con bicicletas ofrece esa mirada crítica sobre el pasado, pero también sobre el presente, como en Los reyes godos (89-91), y quizá en ese sentido los poemas con lectura feminista sean los más poderosos y sobresalientes del conjunto.

No podemos dejar de mencionar el estremecedor y excelente Mi vestido de novia (27-29), en el que la poeta relata la historia en primera persona -posiblemente ella misma, o al menos muy parecida a la voz verbal- de una mujer que se vio abocada a casarse, sin quererlo realmente, que se mira en el espejo de la otredad para distanciarse: "Y es que no, / yo no quise ser nunca/ la novia del espejo" (28). Justo en el poema anterior, Vivir en tercera persona (23-25), afirma: "Porque tal vez sea otra,/ porque tal vez es necesario,/ en el fondo, ser todas" (24).

Esta puede ser una de las claves, la perspectiva sobre el ser otro, y que viene determinada desde esa marca que impone l’écriture féminine, consecuente en nuestra autora, y que tensiona su decir dotando a las palabras de un algo más, sin darle mayor relevancia al mensaje, y a la vez convirtiéndolas en un alegato, sin perder nunca la huella lírica que las distingue. Esta es la grandeza de la escritura de Mora, que nos ha regalado otra vez un poemario altamente recomendable. Gracias.

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Ángeles Mora

Tusquets 

144 páginas

16 euros