El terror nazi en la vida cotidiana

Kirsten Thorup: "La hábil propaganda nazi fue un eficiente anestésico de la sociedad alemana"

La autora danesa publica ‘Hasta la locura, hasta la muerte’

Civiles haciendo el saludo nazi ante el paso de Hitler durante un desfile.

Civiles haciendo el saludo nazi ante el paso de Hitler durante un desfile. / ARCHIVO

Anna Abella

Una mujer danesa viajó a la Alemania en guerra en otoño de 1942, cuando faltaba poco para la gran derrota de Hitler en Stalingrado. Ella misma le contó su historia a la escritora Kirsten Thorup, que se inspiró en ella para la protagonista de la novela ‘Hasta la locura, hasta la muerte’ (Sexto Piso), Harriet, una viuda de un piloto danés que murió en el frente oriental en las filas de la Luftwaffe. "En aquel momento, los civiles alemanes eran castigados, o incluso decapitados, solo por expresar dudas sobre la victoria nazi: Harriet no es nazi por ideología. Le disgustan las crueldades que experimenta en Múnich. Y ella misma está atrapada: no puede comprar un billete de vuelta a Copenhague sin permiso de las autoridades nazis".

La viuda de guerra, aún en ‘shock’, acepta la invitación de un oficial, compañero del esposo, de pasar un tiempo en su casa de Múnich para "alejarse de un dolor insoportable y enfrentarse a la causa por la que murió su marido". Allí convive con el matrimonio de la élite nazi y es testigo de diversos crímenes del régimen. "Quería describir la atmósfera claustrofóbica de un régimen totalitario regido por el terror que contagiaba todos los rincones de la vida cotidiana de los civiles -explica Thorup, de 81 años-. La sensación de estar enjaulado y no ser dueño de tu propia vida. La vigilancia y la intimidación de los funcionarios de todos los niveles vigilándote. Siempre alerta. En definitiva, la falta de libertad individual".

'Hasta la locura, hasta la muerte'.

'Hasta la locura, hasta la muerte'.

La autora danesa, que ha recibido el Premio de la Crítica, el Gran Premio de la Academia Danesa y el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, utiliza un estilo muy particular, de frases cortas para una documentada y verosímil narración que fluye sin capítulos, apenas sin puntos y aparte. A través de Harriet, de "sus dilemas, su división, sus dudas", de alquien que "no tenía el conocimiento ni la imagen completa del terror nazi que tenemos hoy", busca también cómo fue "estar en el ‘lado equivocado’ de la historia debido a la participación de su marido en la Luftwaffe. Muchos daneses cooperaron durante la ocupación con los ocupantes y se unieron a los alemanes".  

La escritora danesa Kirsten Thorup.

La escritora danesa Kirsten Thorup. / AMALIE KLOUGART

Thorup, autora también de las novelas ‘La pequeña Jonna’ y ‘Memoria del amor’ (en Errata Naturae), habla sobre "la locura asesina del nazismo". "Cuanto más brutal y loca sea una idea o una ideología, más atrae a la gente e incluso genera histeria colectiva. Esto aún sucede hoy", constata. "El aparato de propaganda nazi masiva en todos los niveles fue un muy eficiente anestésico de la sociedad alemana. Hábilmente calculado en los aspectos más pequeños de la vida de las personas. Repetido día a día en películas de propaganda, largometrajes y documentales, revistas, carteles, en la educación en las escuelas y jardines de infancia. Como dijo Goebbels: ‘Si dices una mentira lo suficientemente grande y la sigues repitiendo, la gente la acabará creyendo’". 

Y una de las cosas que la gente creyó fue que "los judíos, la gente de Rusia y Europa del Este… eran infrahumanos. Eso les servía de coartada para tratar mal a estos grupos y excluirlos de los derechos humanos, utilizarlos como esclavos, como ‘las Ludmillas’, las esclavas domésticas de los anfitriones de Harriet. La propaganda logró que la población aceptara en incluso elogiara los crímenes contra los ‘infrahumanos’, o que, como muchos, cerraran los ojos", añade quien refleja en el libro "la esclavitud laboral generalizada en fábricas, minas, agricultura... Unos 8 millones de personas fueron secuestradas de la Unión Soviética y de la Europa del Este por los alemanes y deportadas a Alemania". 

La resistencia

A pesar del "terror nazi generalizado", para Thorup era importante mostrar que "también existían pequeñas células de resistencia, como La Rosa Blanca, un grupo de estudiantes en Múnich, ejecutados en 1943, que desafiaron las reglas nazis", o familias que ignoraron el programa de eutanasia nazi para discapacitados y enfermos mentales. "En todo momento cualquier resistencia contra el totalitarismo y la dictadura da esperanza". 

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