La piedra, el grito

Diez años después, Eloy Tizón vuelve a ensanchar con su nuevo libro, "Plegaria para pirómanos", las posibilidades del género del relato

Fernando Menéndez

En una entrevista radiofónica reciente, Eloy Tizón afirmó que, más que cuentos, escribía ciclos de cuentos. Y lo cierto es que, leído y disfrutado su último volumen de relatos: "Plegaria para pirómanos" , no puedo más que darle la razón. Tal vez ya se haya usado esta imagen para explicarlo (tal vez hasta lo haya hecho yo de forma cansina), pero es muy ilustrativa: un conjunto de cuentos es lo más parecido a un archipiélago: "Conjunto, generalmente numeroso, de islas agrupadas en una superficie más o menos extensa de mar". Así se recoge en el Diccionario de la RAE.

Permitir el prodigio paradójico de simultanear vínculo e independencia es una de las virtudes de "Plegaria para pirómanos". Cada relato se erige desde su mundo particular, pero a la vez ofrece una relación, vamos a decir atmosférica, tonal… pero no basada en la trama. No es la cuestión argumental una cuestión decisiva en Tizón. No es que no le importe, pero su concepción vive más de la relación con el lenguaje y sus humores que de cualquier otra cosa. De ahí, en parte, la identificación que suele hacerse con lo poético cuando se habla del autor de "Velocidad de los jardines". Pero podemos decir que los cuentos son poéticos como podríamos decir, sin más, que los cuentos son cuentos. Lo poético, y sin excepción, ya se supone implícito en el hecho de afrontar la escritura de un relato. Hay que recordar en este punto lo que decía el escritor argentino Daniel Moyano: el parentesco mayor del cuento es con la poesía y no con la novela.

En demasiadas ocasiones la literatura parece empecinada en lo contrario.

Como es obvio, no así en Eloy Tizón, aunque se valga, como es natural, de recursos narrativos que confirmen su aspiración a contar una historia. Uno de ellos es la creación de personajes; en el caso de "Plegaria para pirómanos", la condición de islas agrupadas viene determinada por un personaje como Erizo, que atraviesa y deambula por los relatos del libro, dejando al lector la posibilidad de encajarlo en un rol: ¿es protagonista, testigo, narrador en ocasiones? ¿Es la sombra de Tizón deletreada?

Un conjunto de cuentos es lo más parecido a un archipiélago, y en los de Tizón se vive una vida insólita

Sin caer en jerarquías, y tal vez con falta de tiempo y espacio suficientes en esta reseña para profundizar en la importancia de la ordenación de los cuentos en un libro, no puedo dejar de señalar la relevancia de "Grafía", el relato que abre el volumen como una piedra angular; una poética de sí mismo y de todo lo que vendrá a continuación; un pórtico de entrada que nos recuerda la naturaleza de la casa en la que vamos a entrar. En "Grafía abundan las alusiones a la escritura: a su oficio y a su ilusión. Por ejemplo: "Nada es del todo real hasta que lo escribes o dibujas"; "La literatura era una piedra o un grito"; "¿No es eso lo propio de la literatura? ¿Dejarnos levemente insatisfechos?"

Y, atravesado "Grafía", esa luz insatisfecha, esa claridad penumbrosa que supone la escritura de Tizón, irá mostrando cuento a cuento cómo en cada isla del archipiélago se vive una vida alucinada e insólita (¿qué otra cosa podría ser la literatura que un arte de lo inusitado?). Llegado a este punto, preferiría dejarme llevar por el gusto personal de este lector que les escribe y poner el énfasis en alguno de los relatos por los que más me inclino: el caso de "El fango que suspira", una plegaria en el sentido más puro del término; "Dichosos los ojos", con un guiño a Perec y a Borges; "Cárpatos", a medio camino entre lo fantástico e incluso la ciencia ficción, y "Confirmación del susurro" o la posibilidad de la ficción de restañar lo que la realidad no pudo restañar.

Los relatos que no cito son tan buenos ejemplos, o mejores, de las bondades de "Plegaria para pirómanos". Yo sólo he recurrido al gusto personal. Mi cuota de capricho. Pero lo importante es subrayar que con cada libro de Eloy Tizón se ensancha nuestra existencia como lectores y su capacidad para indagar en ese artefacto llamado cuento.

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tiz´ñon / cultura

Plegaria para pirómanos

Eloy Tizón

Páginas de Espuma, 192 páginas, 18 euros

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