Europa, últimas secuencias

"Europa" es el libro de un historiador del presente como es el británico Timothy Garton Ash (1955), pero también la crónica de un periodista todavía con el pie en el estribo contada desde una perspectiva personal y en viñetas: un relato fluido del viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial, salpicado de secuencias testimoniales y de protagonismo. Comienza con una descripción de su padre, que desembarcó en Normandía el día D con la primera oleada de tropas británicas y se abrió camino hacia Alemania con las fuerzas aliadas que liberaron el continente, para luego convertirse en un euroescéptico. El hijo, en cambio, es un apasionado proeuropeo. Al presenciar la caída del Muro de Berlín en 1989, que no sólo marcó el fin de la Guerra Fría sino que también condujo a un acuerdo de paz pendiente desde 1945, compartió el espíritu espontáneo y alegre del poder popular de entonces. Cuando se produjo el brexit, un acontecimiento deseado tanto por Trump como por Putin para debilitar a la UE, Garton Ash sintió despedirse de un ser querido. Aquello fue una dolorosa derrota, escribe, para alguien que, como periodista y académico, había pasado toda su vida profundamente comprometido con los ideales europeístas.

Eso que Garton Ash define como el enigma de la unidad y a la vez de la diversidad encuentra a lo largo de su libro inquietantes disonancias. Si se empuja demasiado en favor de la unidad, la unión forzada comienza a desmoronarse. Si se presiona excesivamente en favor de la diversidad, los europeos terminan peleándose entre sí. Crisis tras crisis, las fuerzas de convergencia y divergencia se enfrentan. Siendo el imperio más reacio de la historia, la UE va adquiriendo raíces profundas y límites más amplios al tiempo que se enfrenta a los enemigos que pretenden la desunión. Si por un lado la caída del Muro en 1989 trajo consigo una ampliación espectacular, las manipulaciones y arreglos a partir del nacimiento del euro, a finales de la década de 1990, dejaron a gran parte de la Unión atrapada en el incómodo punto intermedio de una moneda única sin una estrategia común.

Garton Ash ve en el brexit un caso extremo de ira contra la clase dominante, no algo atípico exclusivamente antieuropeo. Lo mismo sucede con el desafío populista, que ahonda como excusa en las desigualdades de la crisis. Para él, así y todo, los logros de la creciente libertad eclipsan cualquier obstáculo. Sin perder de vista, claro, que la guerra en Ucrania muestra que la violencia aún yace amenazante bajo el suelo de la paz europea de 1945. Como antes ya ocurrió con el enfrentamiento balcánico. Según el autor de "Europa", que ahora publica Taurus, lo más grave es no haber aprendido la historia de los imperios en decadencia y su falta de resignación ante el declive. Cuando el imperio ruso-soviético, el más grande de los europeos que quedaba, desapareció en tres años, las potencias occidentales no deberían haber asumido que ese era el final de la historia. Tendrían que haber sospechado, viene a decirnos Garton Ash, que el imperio podría contraatacar.

El enfoque utilizado en esta historia personal de Europa junta erudición y periodismo. El libro está organizado cronológicamente desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, con un surtido de imágenes vividas y jugosas anécdotas personales que transmiten la sensación de estar justo en el mismo momento y el lugar por donde transita la historia. Alcanza su punto máximo con el colapso de la Unión Soviética en 1989, momento decisivo, cuando el compromiso intelectual, la política pragmática y la legitimidad moral parecían converger en una causa justa. Sin embargo, no duró. En muchos países, los sistemas comunistas dieron paso a gobiernos con credenciales democráticas cuestionables. Todavía en otoño de 1998, en un nuevo viaje por la antigua Yugoslavia, Garton Ash exclama ante el presidente esloveno Milan Kucan que ni siquiera Slobodan Milosevic se atrevería a una limpieza étnica de los 1,8 millones de albaneses de Kosovo y este le responde:

–Usted no conoce a Milosevic.

La Unión Europea, aunque fuerte y estable, ha abandonado su aspiración fundacional de convertirse en los Estados Unidos de Europa. La migración hace que las sociedades europeas sean más diversas culturalmente y más fuertes económicamente, pero genera protestas y rencores populistas. Las fronteras están más abiertas que nunca, pero las democracias liberales se hallan a la defensiva. Ash está claramente convencido de que es necesario defender, mejorar y ampliar el ideal de una Europa libre, íntegra y diversa. Admite, sin embargo, que después de años de esfuerzo intelectual para lograr ese objetivo, nada revela cómo se puede alcanzar. Los avances conseguidos en las décadas transcurridas hasta 2008 se vieron truncados por una cascada de crisis que culminó con la invasión rusa de Ucrania. Una victoria ucraniana permitiría renovar esos esfuerzos, insiste Timothy Garton Ash.

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