MÚSICA

La riqueza del intercambio

En países como Francia y Alemania los teatros comienzan a coproducir títulos del repertorio español con mayor asiduidad

Elina Garanca, en Oviedo, en agosto de 2014

Elina Garanca, en Oviedo, en agosto de 2014 / LNE

Cosme Marina

Cosme Marina

Hace unas semanas, y en un foro público, una conocida cantante española minimizaba, e incluso casi se atrevía a ridiculizar, que otras colegas suyas extranjeras se atreviesen a cantar zarzuela y ópera española, cuando su dicción dejaba mucho que desear. Como si una jota demasiado enfatizada, una erre un tanto nasalizada o una hache aspirada en exceso fuesen motivos suficientes para lanzar a la hoguera una interpretación.

Está afirmación resulta, cuanto menos, curiosa porque estamos hartos de ver a cantantes españoles perpetrando, en mayor o menor grado, óperas escritas en francés, inglés, italiano o alemán porque, por desgracia, no es la fonética aplicada al canto una disciplina especialmente cuidada en los conservatorios patrios, sobre todo por la falta de verdaderos especialistas en la materia.

Como es lógico a un cantante de élite se le exige la máxima preparación. Una búsqueda constante de la excelencia. Esto no quita para que, a veces, se pueda incurrir en alguna incorrección a la hora de cantar. Pero la dicción en el canto es cada día peor en todas las lenguas, hasta el punto de que ahora se debe sobre titular también la zarzuela porque no se entiende bien lo que dicen los propios intérpretes españoles. Por lo tanto, lecciones las justas.

Una de las mejores noticias para nuestro patrimonio lírico es que artistas foráneos lo están incorporando a su repertorio. Al igual que los españoles cantan Verdi, Wagner o Gounod, la verdadera normalización es que los extranjeros vean también como algo propio a Chapí, Moreno-Torroba o Sorozábal. Esta permuta supone riqueza para todos y la internacionalización de nuestra lírica pasa precisamente por este salto, aunque no siempre las jotas están enunciadas con la precisión debida.

Un mes atrás la famosísima mezzo letona Elina Garanca cantó, en Las Palmas y en el Teatro Real de Madrid una fantástica versión en concierto de "Luisa Fernanda" de Moreno-Torroba con la orquesta Filarmónica de Gran Canaria dirigida por Karel Mark Chichon y acompañada por colegas españoles. El público aplaudió a rabiar en Madrid y el concierto se convirtió en acontecimiento reflejado en críticas entusiastas, en su mayor parte. Garanca lleva años cantando zarzuela en sus recitales y galas líricas en todo el mundo, pero, ahora, ha sido valiente y se ha enfrentado por vez primera a una obra completa y en nuestro país. Quizá, en el futuro, pruebe fortuna con una versión escenificada. Ha sido, sin duda, una de las gratas sorpresas musicales de este año.

Otra realidad es especialmente satisfactoria: los cantantes iberoamericanos también se están incorporando con fuerza a la zarzuela, y no sólo de manera esporádica, cantando alguna romanza. También su implicación ya normalizada en los ciclos de lírica hispana es cada vez más cotidiana y habla muy bien de su interés por un género que es compartido. Del mismo modo, en países como Francia o Alemania los teatros comienzan a coproducir títulos del repertorio español con mayor asiduidad. Se empiezan a gestar montajes que alcanzan gran éxito. Todo ello nos está llevando a una progresiva internacionalización que no sería posible sin alguno de los elementos básicos que definen el hecho musical: el intercambio artístico y el mestizaje.

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