Un debate interminable

Evelyn Fox repasa las relaciones entre biología y entorno social en "El espejismo de un espacio entre naturaleza y cultura"

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Óscar R. Buznego

Óscar R. Buznego

¿Qué es lo que nos hace ser como somos y actuar de una u otra manera, la biología o el entorno social? Para los científicos es una pregunta inevitable. Afecta de lleno a la posibilidad de un conocimiento certero y profundo de la vida, el mundo y la sociedad. El signo de la respuesta tiene consecuencias de toda índole. Por ejemplo, a la hora de explicar y dirimir la responsabilidad de nuestros actos. Desde el siglo XIX, la cuestión ha sido discutida casi siempre en términos dicotómicos y por momentos de forma enconada.

Por un lado, los postulantes de cierto determinismo biológico, inspirados en el evolucionismo, asignan un gran poder al gen en la fijación de los rasgos y actitudes que nos definen. Por el otro, están aquellos que conciben al individuo como un ser maleable, cuya figura la sociedad puede diseñar y esculpir a su antojo, con las herramientas y las técnicas que decida aplicar. El fundador del conductismo se propuso demostrar la eficacia infalible de los agentes de socialización en la forja de la personalidad. Y en el extremo, en un plano distinto, el intento de las ideologías totalitarias de conquistar el poder manipulando la ilusión de crear un hombre nuevo acabó en un trágico fiasco, estrellado contra la dura realidad.

En el pensamiento clásico, la naturaleza y la cultura no constituían dos realidades separadas por un corte limpio, sino partes imbricadas entre sí e inescindibles de un todo en desarrollo perpetuo. Lo recuerda Evelyn Fox, hija de inmigrantes judíos, que se doctoró en Física por Harvard buscando el enfrentamiento abierto con los prejuicios machistas de la comunidad académica, fue profesora del MIT y las universidades más prestigiosas, y falleció el pasado otoño. La renombrada filósofa de la ciencia vuelve a la idea original y destripa los problemas de lenguaje y malentendidos que han llevado a los científicos a formular preguntas equivocadas, partiendo del supuesto de que es posible establecer con precisión la medida en que la biología y el ambiente social, cada uno con independencia del otro, determinan la constitución del ser humano individual.

Evelyn Fox repasa los conceptos de gen, herencia, eugenesia y enfermedad desde su origen etimológico, revisa el trabajo de los investigadores y da un paso adelante. Los avances del conocimiento científico, en parte mal orientados, no permiten responder satisfactoriamente a la pregunta inicial, una de las que mayor interés ha despertado a la humanidad. Su conclusión es que no podemos todavía dar por concluido el debate. Antes habrá que averiguar muchas cosas que aún no sabemos de las interacciones extraordinariamente complejas entre naturaleza y cultura, que no son sujetos pasivos en la relación a la que están atadas, sin divorcio posible.

Así pues, las preguntas dirigidas a resolver la gran cuestión seguirán abiertas y deben enunciarse de otro modo. Tanto los científicos de la naturaleza como los sociales se han quedado cortos. Ni el reduccionismo biológico ni la autosuficiencia sociológica, por sí solos, consiguen desentrañar los avatares de la vida en común. Tendrán que extender sus alas y emprender un vuelo más largo si quieren tener una mejor comprensión de nosotros mismos. Aunque en el libro de Evelyn Fox no se vislumbra el final de esta intriga que ha acompañado al ser humano a través de los tiempos, su aportación es relevante. Los científicos naturales y sociales reconocen la evidencia y la tienen en cuenta en el diseño de sus investigaciones. La colaboración entre ellos se va haciendo habitual. Luego será necesario también estudiar las implicaciones morales y políticas del vasto, novedoso e intrincado panorama que poco a poco se está formando ante nuestros ojos. Pero este es el sino de la historia de nuestro paso por el planeta Tierra, un continuo desvelar secretos y llegar más lejos. Es lo que ha logrado Evelyn Fox.

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El espejismo de un espacio entre naturaleza y cultura

Evelyn Fox Keller 

Katz, 141 páginas, 16 euros

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