El cuento de la vida

"Un hombre bajo el agua", de Juan Manuel Gil, o la mirada capaz de tornar en fábula una existencia cualquiera

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Jaime Priede

Jaime Priede

Según dice Lousie Glück, miramos el mundo solamente una vez: en la infancia. Y el resto es memoria. Esa memoria bien podría ser el "estigma de Caín" que portaba Emil Sinclair en "Demian", la novela de Herman Hesse: una vocación de singularidad como un interrogante que el dedo pulsa indefinidamente, un avanzar en lo oscuro que reniega de lo establecido, de lo normalizado, en busca de una identidad que no deja de ser un cuento que nos contamos para seguir creciendo como alguien diferente, especial, a partir de aquella primera mirada. Si somos memoria, somos un relato en primera persona, con todo lo que eso quiere decir de nuestra fragilidad.

Realidad, ficción y memoria se confunden en cada libro de Juan Manuel Gil (Almería, 1979) conocido hasta el momento. "Un hombre bajo el agua" (Expediciones Polares, 2019), anterior a "Trigo limpio" (Premio Biblioteca Breve, Seix Barral, 2021) y a "La flor del rayo" (Seix Barral, 2023) se reedita ahora bajo el mismo sello para dar coherencia al recorrido de una escritura articulada como un tríptico, que no trilogía, en el que la memoria de la infancia hace de soporte de los dos primeros y da sentido al tercero, que no habría sido posible sin ambos.

Si bien las tres son novelas independientes, hay una línea de continuidad entre "Un hombre bajo el agua" y "Trigo limpio", y entre ésta y "La flor del rayo", que seguramente no obedece a un esquema previo, sino a un impulso por seguir indagando en la misma dirección, una vez escrita la primera. Un hombre bajo el agua abre así una serie de puertas para seguir indagando en el oficio de narrador mediante la misma voz narrativa y el humor. Con apenas catorce años, el protagonista encuentra por casualidad el cadáver de un vecino en las aguas oscuras de una balsa de riego y eso hace saltar por el aire su vida hasta ese momento. Veinte años después, esa voz narrativa se propone reconstruir lo que sucedió realmente aquel verano, para lo que no solamente remueve las aguas de su propia memoria, sino la de todos los implicados en un entorno que ya no existe.

En una época tan aseada como la que vivimos, de dispositivos móviles y parques acolchados, resulta gratificante reencontrarse con una infancia implacable y sucia que no sea de posguerra, traumática, sino mucho más cercana, de finales de los ochenta, en una época previa a internet, con merienda asegurada, pero poco higiénica, un bocadillo posado en cualquier lado, una infancia de descampado, de piedra, arena seca, arrabal, cicatrices en las rodillas, en la ceja, algún diente. Esa es la infancia del autor y el contexto que la voz narrativa intenta recrear en "Un hombre bajo el agua" para ajustar cuentas con su propio pasado y poner orden por escrito en su vida adulta, que pende de un acontecimiento oscuro atascado de mala manera en la memoria.

Desde que lo conozco, desde que lo he leído, me parece que Juan Manuel Gil es uno de los escritores españoles que mejor ha leído "El Quijote" o, al menos, de los que mejor han interiorizado sus inmensas posibilidades narrativas. En gran medida, la literatura es la mirada de un escritor, desde dónde lo cuenta, cómo lo cuenta. Cualquier vida no dista mucho de la que acontece al lado, pero puede ser fascinante si la mirada que la cuenta nos fascina. Ahí está ese prodigio que es "Perfect days", la reciente película de Wim Wenders sobre un limpiador de los aseos públicos de Tokio y aquí están las novelas de Juan Manuel Gil en ese ir y venir entre la realidad y la ficción, diluyendo la frontera para contribuir al encantamiento de la literatura con un homenaje a la ficción, al arte de fabular. Toma para ello los mimbres que forman parte de la tradición literaria popular, es decir, la parodia, la ironía, el humor, para acercarse a unas vidas que tienen nombres y quehaceres similares a los suyos, a su entorno, pero que son literatura aderezada con un sentido del humor que es una auténtica invitación al pensamiento. Un humor que resta solemnidad a una primera persona tan recargada en la literatura española actual.

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Un hombre bajo el agua

Juan Manuel Gil 

Seix Barral, 384 páginas, 20 euros 

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