Poesía
Aposentarse, estar
Pilar Adón reúne en "Las huidas" toda su obra en verso, que avanza a la par que su narrativa

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Fernando Menéndez
A veces sobreviene la cita de un libro ajeno al que te dispones a comentar, aunque enseguida reconoces que no existe lo ajeno tratándose de literatura, de poesía en el caso que ahora me atañe. Como si pisaras descalzo la tierra, cuando lees un libro, en realidad estás leyendo todos los libros que lo precedieron, de la misma manera que, cuando pisas la superficie terrestre, estás pisando sus capas más remotas.
Habrá quien hable de coherencia de una obra, pero tratándose de poesía, me cuesta asumir de qué hablamos cuando hablamos de coherencia.
La escritura de una autora acostumbra a crecer como un bosque o un jardín, imagen del gusto de Pilar Adón, la poeta y narradora que ha publicado recientemente en la editorial La Bella Varsovia su poesía reunida bajo el título "Las huidas. Poesía 1998-2024". Sin necesidad aún de abrir el libro, ya descubrimos en su título un dato fundamental: 1998-2024. No es Adón una escritora, como ocurre en tantos casos, que mira de reojo o hacia atrás cuando se refiere a su poesía. No es para Adón una etapa superada. Su obra narrativa y poética avanzan a la par. Sospecho que como especies vivas que se encuentran en una suerte de metamorfosis.
En "La hija del cazador", poemario de 2011, clave para entender hacia atrás y hacia delante su trayectoria, se incluye un poema, por ejemplo, como "La morada", que bien podría corresponder, convivir con la posterior novela "De bestias y aves" y que le supuso a Adón el Premio Nacional de Narrativa. "La voz que acosa no cede. / Se filtra y renace", se dice en el poema, como podría haberse dicho, creo yo, en la novela premiada.
Gracias a la costumbre de organizar cronológicamente la antología o la poesía reunida de una escritora, podemos tener una visión panorámica de su escritura. En el caso de Adón, en el bosque frondoso que ya se muestra en 2024 aún observamos el bosque incipiente del inicio. Vuelvo a la teoría de las capas de la tierra de antes o a la certeza (al menos en mi caso) de que la poesía es siempre una reverberación.
Por supuesto que se dan movimientos: la misma autora reconoce un viaje de lo externo a lo interno; los poemas de los primeros libros: "Poems Nipples" (1998), "Alimento" (2001) recurren más a lugares concretos, nombres propios… Eso se irá diluyendo (nunca habrá un cambio brusco) hacia un fulgor interno; una calma vertiginosa que encontrará su expresión adecuada en la naturaleza y en su capacidad para generar paralelismos, interlocuciones, imágenes, contextos… Nunca desde una mirada idealizante. Para Adón la naturaleza es acogedora y hostil; amenazante y salvadora: "SE ARDE EN SILENCIO. / Es posible en silencio el mar y es posible la tormenta".
Pero comencé apelando a una cita ajena y pareciera que me olvido de ella. De ninguna manera. El azar hace siempre su trabajo y de forma compacta y condensada he encontrado en plena relectura de "Mandorla" de José Ángel Valente un poema en prosa que apela sin duda a la idea de poesía del poeta gallego pero que, como un exceso de azul en el cielo, pone en evidencia la naturaleza de lo poético en Pilar Adón desde la nueva atalaya de su poesía reunida:
"Escribir es como la segregación de las resinas; no es acto, sino lenta formación natural. Musgo, humedad, arcillas, limo, fenómenos del fondo, y no del sueño o de los sueños, sino de los barros oscuros donde las figuras de los sueños fermentan. Escribir no es hacer, sino aposentarse, estar".
Musgo, humedad, arcillas, limo, fenómenos del fondo… Materialidad casi secreta que se manifiesta en la ya conocida extroversión de la naturaleza. Así se muestra la poesía de Adón. ¿Hacia dónde va? ¿De dónde viene? Nos lo recuerda Elena Medel en el epílogo a "Las huidas": "La belleza como cuestión moral, por una parte, y a la vez la naturaleza despojada de esteticismos, con toda su honestidad y su crudeza: el paisaje a cada ocasión más lúcido, adversario".
Y su concreta expresión poética: fértil de una paradoja que le viene, entre otras, de Emily Dickinson: la levedad rotunda. Son numerosas las ocasiones en que así se muestra a lo largo del libro: "Suena el bramido como suena la sensatez" (…) "Yo no hablo. Pero el viento sí".
De los barros oscuros hacia el clamor del cielo.

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Las huidas (poesía 1998-2924)
Pilar Adón
La Bella Varsovia, 318 páginas, 18,90 euros
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